
Cerca del Messi alejado
No pareció que se enfrentaran el líder y el colista. El Levante, tal como viene siendo norma en La Liga a domicilio, no le permitió una victoria fácil al vigente campeón, como tampoco se la ofrecieron este fin de semana Eibar y Granada a Atlético y Real Madrid. Ni siquiera en el tramo inicial, en el que más cómodo y acertado estuvo el Barça y en el que por ocasiones y sensaciones pudo sentenciar un duelo que finalmente le tocó sudar mucho más. Quizá por las fechas en las que estamos, los de Rubi saltaron al césped de su estadio disfrazados con el mismo vestido que Víctor Sánchez del Amo y su Depor habían lucido en el Camp Nou. Custodiando el área de Mariño formaron dos líneas de cuatro y tres hombres respectivamente, de modo que otros tres futbolistas levantinistas quedaran descolgados arriba fuera cual fuera la dirección del juego. En ataque para salir a la contra y en defensa emparejándose con el triángulo de centrales y mediocentro culé. Los de Luis Enrique, no obstante, de aquella se tenían aprendida la lección y tomaron medidas para que no se reprodujeran los problemas que sí se evidenciaron ante el cuadro gallego.
Dani Alves y Jordi Alba, por ejemplo, interpretaron mucho mejor que entonces la libertad con la que les obsequió su adversario, haciendo valer a los costados del mediocampo rival la superioridad numérica que ellos mismos encarnaban. Formada por solo tres futbolistas, la línea de medios granota era estrecha, de modo que tendría dificultades para llegar a la cobertura de los ataques si éstos se lateralizaban. Con el objetivo de aprovecharlo también se recuperó al Leo Messi más abierto a banda, demasiado a la derecha para ser alcanzado por Lerma y demasiado atrás para que Toño se le pegara. Apenas transcurridos dos minutos de encuentro, además, comprobada la disposición defensiva del adversario el Barça intercambió de perfil a sus interiores, una decisión que no es la primera vez que se toma esta temporada y sobre la cual pueden lanzarse dos hipotéticos motivos: uno general y otro particular. El primero incidiría en que su aplicación en el Ciutat de Valencia solamente fue una más de las varias que se han dado en los últimos meses, por lo que se extrae que Luis Enrique saca de ello algo que va más allá de la especificidad del analizado duelo. Esta temporada el Barça ha experimentado un giro hacia un mayor control de los partidos, con Andrés Iniesta como la figura más relevante del cambio, de modo que acercando a Andrés a la misma zona en la que intervienen Alves y Messi, el técnico estaría juntando a los futbolistas más asociativos de cada línea. No en vano, cabe recordar cómo, hace solo unos meses cuando el control que hoy se abraza no se pretendía, Luis Enrique “vetó” el interior derecho a Xavi para no lastimar el ritmo alto que caracterizaba al equipo, salvo, justamente, en aquellos momentos en que con resultado favorable se buscó dormir el juego.
La razón hipotética particular tiene que ver con lo interesante que resultaba ante el mediocampo de tres del Levante mantener a Messi abierto a banda derecha, y al hecho de que con el Iniesta más protagonista actual, su influencia hace aumentar el volumen de juego que absorbe la banda izquierda que, de este modo, ejerce como llamada para que el argentino centre su posición con tal de acercarse al punto más caliente. Así pues, situar a Andrés en el interior derecho habría permitido ante el Levante llevar el foco cerca de Leo sin que el 10 tuviera que ir a buscarlo lejos de la cal. Con Iniesta acercándole el balón y el Levante sin poder llegar tan cerca de la raya, la superioridad inicial del Barça tuvo mucho que ver con el cambio de orientación de Messi desde su posición abierta hacia el carril izquierdo de Alba o Neymar. Tras el gol, no obstante, además de volver el de Fuentealbilla a su demarcación habitual, hubo modificaciones en ambos conjuntos. Los locales se replantearon su primera intención y viendo los problemas que originaba su mediocampo estrecho lo recompusieron bajando a Morales para poder abarcar todo el ancho del campo con cuatro hombres. El Barça, por su parte, incómodo con la presencia de una doble punta que todavía no había amenazado mucho pero que planteaba una igualdad numérica interior que los culés parecieron temer, optó por conservar, seguramente en exceso. No solo pasó a invertir más tiempo en llegar arriba, sino que el cambio de escenario que el nuevo esquema levantinista planteaba se tradujo en que Alves pasó de atacar por dentro creando superioridad en la media a hacerlo por fuera abarcando el carril. Eso descubrió su espalda, eliminó el impacto positivo que tiene cuando inicia la transición defensiva cerca del mediocentro y, sujetados Piqué y Mascherano por Deyverson y Rossi, vendió su carril. Las caídas de los puntas, Morales y Toño atacando por el carril de Messi y el lateral brasileño, generaron muchos problemas al conjunto catalán.
Corrigió Luis Enrique al descanso, volviendo a encauzar el juego de Dani Alves hacia dentro y sustituyendo con Rakitic su labor exterior, una medida que pese a un Barça relajado y a un Levante más convencido, aumentó la seguridad atrás de los visitantes. La mejor contención en campo propio no la tradujeron los culés en la sentencia al contraataque debido a lo poco atinado de su delantera y a las buenas actuaciones defensivas de sus contrincantes, pero tras los cambios introducidos desde el banquillo el equipo redundó en la mejor estructural. Ni la inspiración ni la activación se dispararon, pero el sostén táctico alivió el sufrimiento. Las entradas de Busquets y de Aleix Vidal mandaron a Sergi Roberto al interior derecho y lo combinaron con el lateral catalán en un reparto distinto pero equivalente al que Alves y Rakitic habían adoptado tras la reanudación. El futbolista de toque -Alves en un caso, Sergi Roberto en el otro- siempre por dentro, y el encargado de atacar los espacios – Rakitic primero y Aleix después- por fuera, con tal de que ganar profundidad no implicara perder control.
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