
Defender a Neymar Jr.
En lo que llevamos de temporada, Neymar es el futbolista de las grandes ligas europea que más regates con éxito completa. Por un lado el juego del Barça lo surte en abundancia, y por el otro, la capacidad del brasileño para improvisar lo hace especialmente difícil de frenar para el adversario. No hay receta que aborde lo concreto, porque Ney se lo inventa de nuevo en cada ocasión. Sale por un lado o por el otro, echando mano de recursos y trucos diferentes cada vez y apoyado en una velocidad, agilidad y flexibilidad que ningún defensor comparte. Si la crueldad de Messi con su oponente estriba en que pese a conocer éste el camino Leo lo recorre de todos modos, lo particular de Neymar reside en que es para lo imprevisto que debe prepararse el rival. A tenor de lo descrito, el dorsal 11 del Barça es un delantero cuya vigilancia resulta tremendamente exigente, pero aún así, pese a la dificultad, los dos últimos cursos han descubierto algunas actuaciones especialmente reseñables ante Ney. No lo anulan, porque en el Barça interviene continuamente y su calidad termina por filtrar la acción de mérito, pero sí que logran reducir su impacto si lo comparamos con la suerte que corren otros conjuntos. Los protagonistas, además, normalmente repiten.
De entre las recetas que se han aplicado contra Neymar, pueden sacarse dos grupos: las que han tenido que ver con una vigilancia individual y las que se han apoyado en lo colectivo. En el primer grupo, sin duda, el nombre propio es el del celtista Hugo Mallo. Los duelos entre el gallego y Neymar, por espectaculares y disputados, son ya una cita ineludible en La Liga. En ellos la particularidad es que el lateral, en sintonía con lo que es el discurrir defensivo del Celta, realiza una marca al hombre que lo lleva tras él muy lejos de su teórica posición de partida. La primera consecuencia de esto es clara: Neymar no recibe liberado en ninguna parte, y esto contribuye a reducir su número de intervenciones y a que el encuentro le resulte más incómodo. Antes de la recepción, sin embargo, hay dos tipos de escenario: cuando Ney se acerca al balón o cuando lo espera. Si sucede lo primero, Mallo va tras él y trata de interceptar el pase, mientras que en el segundo supuesto, tiende a abrir la distancia protegiéndose de un posible desmarque profundo en el que la velocidad del punta hallaría ventaja. Si aun con la presencia cercana de Hugo el esférico termina en poder del brasileño cuando se aproxima al balón, o si un compañero se lo hace llegar hasta la banda, el comportamiento de su defensor varía dependiendo de su orientación corporal
Si recibe de espaldas es agresivo, mete mucho el pie y contacta con el cuerpo, lo que evita que se gire y, normalmente, desemboca en que el brasileño devuelve el esférico hacia atrás. Es cuando el intento de anticipación no ha tenido éxito y Ney puede recibir orientado a portería, que Mallo se despega. En ese momento el lateral da unos pasos hacia atrás y mantiene la distancia. Es ahí el punto en que otros laterales como Juanfran, en parte descarrilan por estar demasiado cerca del brasileño. Por la velocidad de su carrera, lo fulgurante de su gesto y lo imprevisible de sus recursos, si el defensor no se concede esos metros, se le va. Con Messi, que además del regate es capaz de habilitar cualquier rincón del campo desde el pase, la solución no valdría, pero Neymar todavía no tiene esa influencia y golpeo panorámico. La distancia de seguridad del lateral con respecto al delantero, también es una constante en los planteamientos que mejor lo han controlado desde un punto de vista colectivo. Tanto el Espanyol en Cornellà como el Villarreal la pasada temporada despegaron a Mario y Javi López de Neymar cuando recibía orientado y esquivaba el primer envite. Sucede que ni el uno ni el otro posee la electricidad de Mallo, por lo que si a continuación el brasileño decide avanzar y deben encimarle, corren el riesgo de llegar a destiempo y que los brincos del azulgrana los cojan a contrapié.
De ahí que en sus casos la vigilancia no sea tan individual como en el del Celta de Eduardo Berizzo, y cuenten con el apoyo del compañero que juega por delante suyo. Jonathan Dos Santos en los castellonenses y Hernán Pérez con los periquitos, fueron los encargados de defender de cerca mientras el lateral lo hacía de lejos, en segunda instancia, protegiéndose de la velocidad del extremo y presto a saltar sobre él en caso de que logre superar el primer escollo. Llegado el caso, ahí los tres laterales mencionados en el artículo coinciden: cadera, piernas y brazos. Es decir, mucho contacto, muy poco aire y mucha incomodidad para el delantero en la carrera. Si no para borrarlo del mapa, sí para disminuir la continuidad de la amenaza. ¿De qué manera lo intentará Zidane? ¿En cuál de las opciones para el lateral derecho madridista recaerá el encargo?
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– Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images