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El Camp Nou tuvo razón

El Camp Nou tuvo razón

Foto: Pau Barrena/AFP/Getty Images

Foto: Pau Barrena/AFP/Getty Images

El Camp Nou está convencido de que este Barça es capaz de hacer lo que nadie ha podido: ser el primero que repite título desde que la Champions League es Champions League. De un tiempo a esta parte ha visto a los suyos cosechar gestas en otro tiempo inconcebibles, en juego y resultados, y no se le olvida que es en su equipo donde militan cinco de los ocho jugadores que a lo largo de la historia han atesorado dos tripletes. Si un conjunto puede -cree el Camp Nou- es este. El de la MSN, Iniesta, Busquets, Piqué o Dani Alves. El de la M por separado y reborde dorado. Y confía en ello aun cuando su equipo le transmite sensaciones tan encontradas como las que le transmitió anoche durante los primeros 45 minutos contra el Atlético de Madrid. Al césped saltó un Barça tan aparentemente seguro de que su último tropiezo liguero no iba a ser más que eso, tan ansioso por demostrar y demostrarse que el clásico terminó el sábado, que pretendió hacerlo demasiado pronto. O, mejor dicho, demasiado rápido.

De inicio, por lo tanto, de nuevo pecó de precipitación y aturullamiento, tanto a la hora de mover el balón como de ocupar las posiciones sobre el terreno de juego. El Atlético de Madrid, presionante por tramos, reculante en otros y anticipante siempre, ofrecía la posibilidad de que cuando un colchonero salía en persecución, siendo paciente y cerebral el Barça pudiera encontrar un pasillo más o menos despejado por el que acercarse a Jan Oblak, pero afortunadamente para los visitantes no fue ese Barça el que inicialmente compareció. Lo hizo uno expuesto a la pérdida, de nuevo, en una noche en la que parecía que su entrenador se había preparado para lo contrario. Ya sucedió la pasada temporada que llegados al momento de la verdad, a la pelea a vida o muerte, Luis Enrique desaceleró la máquina entonces templando el ritmo y acercándolo a un Andrés Iniesta que durante los primeros meses del asturiano en el banquillo no había resultado tan protagonista. El foco a Andrés, sin embargo, ya no le fue retirado, y desde el inicio de curso este ha sido un F.C.Barcelona que ha gravitado más a su alrededor en cuanto a idea y tiempo. Es por eso que, otra vez con la aparente intención de bajarle una marcha al motor, la fórmula de Luis Enrique no ha podido ser la misma y por ahora parece haberse decantado por la de bajar a Leo Messi al mediocampo de forma más o menos fija.

La medida, dejando de lado su idoneidad o necesidad, parece encaminarse a una posesión más reposada en la medular, de modo que si el equipo busca llegar arriba demasiado rápido como fue el caso, termina por partirse ante la imposibilidad de juntarse en torno a su delantera. Frente al Atlético de Madrid, la consecuencia de todo esto fue que mientras los colchoneros jugaron con once encontraron opciones para recuperar y salir a la contra, y que cuando lo hicieron con diez, hasta que enfiló el descanso el Barça no supo meterle mano a los largos minutos de ataque posicional. La disposición de sus tres teóricos delanteros no estaba permitiendo un circuito fluido con el que hilar el talento, la precipitación en el gesto y la lectura impedían un posicionamiento ventajoso y, sin ninguna de las dos cosas, el juego en campo rival se encalló. Suárez no estaba pudiendo con el extraordinario trabajo de Godín y Lucas, y aunque Neymar otra vez hizo sangre de Juanfran Torres, sus ventajas no cristalizaron hasta el segundo tiempo. No hallaron aquí los culés los recursos salvadores que en otros compases habían brotado -también contra el Atlético- de la posición en banda de Leo Messi, que a partir del regate escorado o el pase diagonal desde la orilla, hace unos meses ejerció de principal desatascador en el Barça del segundo triplete.

No le hizo falta tras el entreacto, pues recolocadas las ideas y con el público encendido, la reanudación dio paso, ahora sí, al Barça que lo puede todo. Perfectamente situado sobre el rectángulo de juego y dándole al esférico y a su circulación el temple indicado, encerró a su rival al tiempo que lo importunaba con un ataque posicional firme al tiempo que agresivo. Movió el balón de lado a lado, verticalizó cuando debía y usó las esquinas para mezclar centros, pases hacia atrás y combinaciones entre lateral, interior y extremo. Jordi Alba y Dani Alves, fundamentales, se dieron el tiempo necesario para que un rival en inferioridad y parapetado en el área tuviese que acudir sobre ellos y sobre lo que con sus socios insinuaban poder desencadenar, de tal modo que tras remover las hojas y tensionar la defensa, servían el balón a zona de remate donde, abierto el agujero, aguardaban varios compañeros en disposición de finalizar o de hacerse con el rechace. Messi, Sergio e Iniesta, apostados en la frontal, dibujaban la frontera, Neymar emergía aún más protagonista explotando su batalla ganada y Suárez se valía del acoso para dar lustre a su irregular actuación con los dos goles de la remontada. La que vino a dar la razón al Camp Nou.

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Comments:1
  • Antonio 6 abril, 2016

    Hola Albert!
    Para mi, los minutos del Barça entre el descanso y el 1-0 fueron bestiales. Comparto contigo totalmente que jugando así se le gana a cualquiera. Es más, creo que otro equipo que no fuera el Atlético (aún jugando con 11) no hubiera aguantado así tanto tiempo como aguantaron los de Simeone.
    Eso sí, a ver cómo juegan próximamente, porque eso parece que algunos días les da pereza hacerlo! ^^

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