Un fenómeno nada extraño en el fútbol es el de retrasar la demarcación de determinados jugadores. Sucede en la base, donde goleadores preadolescentes pueden terminar convertidos en defensores de leyenda o en uno de los mejores porteros de siempre, y también al más alto nivel. Recientemente, en Barcelona, tenemos los casos de Mascherano o Sergi Roberto, pero si se abre el foco a otros lugares y otras épocas la lista de ejemplos se agranda. Lothar Matthäus, Fernando Hierro, Andrea Pirlo o la emblemática reconversión de Franz Beckenbauer son algunos de los más recordados. Como entrenador, Johan Cruyff fue especialmente afín a esta práctica, hasta el punto de que el 29 de noviembre de 1992 su Barça enfrentó el derbi de Liga ante el Espanyol con una defensa titular formada por Eusebio Sacristán, Ronald Koeman y Jon Andoni Goikoetxea, es decir, un interior que hasta llegar a Barcelona incluso había visitado la mediapunta, un mediocentro y un extremo. Trasladándolo a nuestros días, sería algo parecido a como si hoy un equipo jugara atrás con Koke, Xabi Alonso y Kingsley Coman. Los motivos de cada reconversión cambian según el caso, pero acostumbran a tener como hilo conductor algo que recientemente subrayaba Luis Enrique -otro futbolista ofensivo que se vio jugando como lateral durante algún tiempo- al respecto de la adaptación de Sergi Roberto a la zaga: «Normalmente un jugador que retrasa su posición empieza a ver las situaciones de cara, y eso ya es una gran ventaja«.
Quizá por eso, porque muchas veces el viaje tenga que ver con la búsqueda de algo más de espacio para el futbolista, el trayecto inverso resulta mucho menos frecuente. Algún doble lateral, centrales metidos a mediocentro o como recurso desesperado para colgarle balones en el área rival… la lista es más corta y contiene más soluciones puntuales que traslados de larga duración. De vuelta a Cruyff, nuestra particular piedra de Rosetta en lo que a cambios de posición se refiere, también el holandés experimentó con ello siendo especialmente significativo el uso que en determinados escenarios le dio al correoso lateral Albert Ferrer en la posición de interior derecho. Marcador habitual de alguno de los hombres más peligrosos del contrario, bien cuando éstos habitaban la medular o bien si Cruyff entendía que la iniciativa con balón de los azulgrana haría iniciar a sus rivales desde muy atrás, el canterano ocupaba una posición a la derecha del mediocentro Pep Guardiola. Milinko Pantic en el 96 o el deportivista Fran en el 94 fueron objeto de uno de estos marcajes, una estratégia que deparaba escenarios tan llamativos como que quien ocupara el lateral del equipo fueran centrocampistas como Eusebio o Albert Celades, y quien actuara en el interior un defensor como Ferrer. Pero en la lógica de Cruyff todo encajaba: bajar a hombres ofensivos para empezar a atacar desde atrás, y subir a futbolistas defensivos para poder presionar más fuerte arriba.
A nivel defensivo, como sucedía con aquel Albert Ferrer de Cruyff, tener al lateral por dentro y arriba, acerca a uno de los hombres teóricamente más dotados para defender la transición ofensiva rival al punto desde donde ésta se origina, tal y como sucedió en la última Champions cuando el Arsenal visitó el Allianz y se topó con un David Alaba siempre cerca de Santi Cazorla, el lanzador de las contras gunners. De tener abierto a Sagna, cerrado a Sterling y peleando la segunda jugada a De Bruyne, el nuevo reparto a quien abre es al inglés, a quien cierra al belga y a quien dispone para la presión al lateral francés. La contrapartida, sin embargo, está a ambos lados de la defensa, pues con los laterales apartados de las bandas, el encargo de contener cualquier salida a la contra del rival por fuera, recae sobre los centrales, habitualmente más lentos o, al menos, menos ágiles y más vulnerables por ello cerca de la orilla. Quizá por eso, o porque la progresiva asimilación de conceptos le permite planes menos rupturistas en lo formal, tras los primeros encuentros la propuesta se ha ido matizando, y ahora en ocasiones ya no son los dos laterales los que acuden dentro sino sólo uno de ellos. Ni Zabaleta, ni Sagna, ni Clichy ni Kolarov son Dani Alves, Abidal, Lahm o Alaba, pero la demarcación, en su nuevo equipo, sigue dando muchísimo de qué hablar.
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– Foto: Stu Forster/Getty Images