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La puerta detrás del espejo

Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi (R) celebrates a goal with Barcelona's Brazilian forward Neymar during the Spanish league football match FC Barcelona vs Athletic Club Bilbao at the Camp Nou stadium in Barcelona on February 4, 2017. / AFP / LLUIS GENE (Photo credit should read LLUIS GENE/AFP/Getty Images)

Neymar es, de largo, el futbolista que más regates completa por partido en la liga española. Promedia más de cinco, y en las últimas jornadas, coincidiendo con un estado de forma que remite al nivel que demostró en 2015, la cifra se ha disparado. Ante el Athletic Club de Bilbao firmó hasta ocho, un registro palpable de lo incontenible que resultó el brasileño para su par Óscar de Marcos y, en general, para el sistema defensivo de los rojiblancos en campo propio, erigiéndose en principal vía de escape de un Barça que, durante buena parte del encuentro, no estuvo cómodo sobre el césped del Camp Nou. ¿Cuál es la mejor manera de enfrentarse al Barça de Luis Enrique? Se trata de la complicada y seguramente irresoluble pregunta que se ven obligados a responder los rivales de los culés cada vez que tienen que medirse a ellos. La presión, indudablemente, es un aspecto del juego al que, ejercido eficazmente, los azulgranas tienen enormes dificultades para sobreponerse. El circuito que guía los primeros pases barcelonistas tiene lagunas y zonas oscuras, y esta es una realidad que por recurrente también tiene una afectación en el equipo a nivel emocional. Lo confronta con algo que no sabe hacer, o que no sabe hacer lo bien que su categoría dictaría. Es un espejo que no le muestra todo cuanto querría ver reflejado en él.

Así pues, la presión fue la apuesta de Ernesto Valverde, consciente de que este es el escenario en el que más se reconocen sus pupilos y, a su vez, en el que menos se reconocería su adversario. Además, sin Busquets ni Andrés Iniesta en el once y con una línea de medios en su lugar de escasa influencia en el juego y que apenas ofreció soluciones tácticas o técnicas a Ter Stegen, Umtiti o Gerard Piqué, durante parte del encuentro el juego transcurrió con dominio visitante, al menos, en lo referente al guión y al decorado. El Barça progresaba con dificultades, hilaba poco en la medular y cuando el Athletic se hacía con el cuero podía encontrar a Muniain para el temple o atacar la banda de Aleix Vidal para desequilibrar a la defensa del Barça. En estas, el lateral catalán normalmente afrontó la embestida fuera de posición, facilitando que, por turnos, los rivales le ganaran la espalda y obligaran con ello a un sobreesfuerzo posicional de los azulgranas más próximos a su zona. Además de a exponerlos a ellos, el desajuste tensionaba el resto de la estructura defensiva del equipo y allanaba el camino para un Iñaki Williams muy entonado. Los problemas para sacar el balón y para cerrar el perfil derecho, pues, dieron paso a un desarrollo que resultó molesto para los locales hasta bien avanzado el partido.

En este tipo de escenario, más afín al que suelen desear los de Valverde, sin embargo, Luis Enrique se guarda siempre un, dos o tres ases en la manga para imponerse pese a la inferioridad discursiva, impactar sobre el marcador y afectar con ellos al estado anímico del duelo. Es un riesgo que el rival siempre tiene presente, pero que se extrema cuando, por pretender una presión adelantada, asume dejar una puerta abierta por la que pueda filtrarse la diferencial calidad de los delanteros del Barça. En esta ocasión, quien más veces la cruzó fue el mencionado Neymar, pletórico de físico, imaginación y confianza, cuya actuación sólo tuvo que lamentar la mácula del desacierto en la definición. Lo compensó con una hiperactividad en su sector que ayudó a que Paco Alcácer firmara su tarde más positiva como azulgrana, proponiendo buenos movimientos lejos del área y reencontrándose consigo mismo en ella con la acción del primer tanto del encuentro. Su presencia y amenaza, así como la de un Leo Messi reclamado para ejercer de socio en la delantera y de auxiliador en la medular, fue la que hizo sentir cercana la victoria incluso cuando más a mano le pareció tenerla al rival. Detrás del espejo, siempre hay una puerta por la que el Barça de Luis Enrique puede hacerse con ella.

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– Foto: Lluis Gene/AFP/Getty Images

 

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