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Muniain

La temporada, a nivel de clubs, termina. Y lo hace con una Final de Copa tremendamente atractiva. Finaliza el Barça de Pep Guardiola ante un Athletic de Bilbao que busca rubricar con un título una temporada histórica. Ambos conjuntos dejan atrás un período de éxitos, con la esperanza de reescribirlos la próxima temporada, pero ante el enigma del futuro. Además, el último partido de Guardiola será ante el maestro Bielsa. El escenario emocional, pues, será complejo. En este aspecto, para ambos equipos el título significa mucho. No obstante, ambos vienen de sendos golpes anímicos en Europa. La eliminación ante el Chelsea para el Barça, y la final de la Europa League para el Athletic. Antes del pitido inicial la ilusión será la gasolina tanto para culés como para los leones, sin embargo el equilibrio emocional del choque parece frágil. Veremos como responden los equipos al primer golpe. Por eso, seguramente los dos técnicos desaten a sus equipos. Sólo habrá un objetivo, atacar, y el camino será no reservarse nada. Vaciarse de fútbol, exponerlo todo, concéderselo todo al juego. De Bielsa lo sabemos, de Pep lo suponemos. El Athletic saldrá a atacar con todo y el Barça responderá con la misma moneda. Puede ser la final y el final soñados.

Caparrós puso las bases, hizo crecer a jugadores como San José, Javi Martínez o Llorente, como en su día hizo con Alves, Navas o Baptista, pero al igual que el Sevilla en su día con Juande Ramos, el Athletic de Bilbao ha decidido entregar el equipo a un nuevo técnico para que conduzca al proyecto un paso más allá. Ernesto Valverde seguramente era la opción más lógica, pero la nueva junta directiva encabezada por Josu Urrutia apostó por un técnico más especial, Marcelo Bielsa. Un loco, un genio...un técnico complejo y difícil, pero sin duda apasionante. Su última aventura fue la selección chilena de Alexis Sánchez, Isla o Arturo Vidal, que en el pasado Mundial pasó como segunda en el grupo de España y tuvo la mala suerte de encontrarse a Brasil a las primeras de cambio. Era una de las selecciones llamadas a animar la cita mundialista. El combinado de Bielsa solía alternar entre el 1-3-3-1-3 y el 1-2-3-2-3 que ante situaciones de mayor exigencia terminaba por convertirse en 1-4-3-3 o 1-4-1-4-1. Ese precisamente es el sistema que viene adoptando el Athletic en el que la línea de 4 en defensa se ha asentado para tratar de dar una mayor seguridad defensiva respecto a las situaciones en que los dos laterales/volantes se sumaban a la vez a la línea de medios. Esa fragilidad defensiva está siendo la principal nota negativa del equipo en lo que llevamos de temporada. En ese 1-4-3-3 que termina siendo 1-4-1-4-1, junto al mediocentro -Javi Martínez- no se sitúan dos interiores, sino que los dos hombres que completan el triángulo actúan como mediapuntas. En el momento de la pérdida, pues, el equipo queda partido en dos y si el rival logra superar la primera presión, hasta 5 jugadores del Athletic quedan desactivados por delante de la línea del balón. Queda un latifundio para Javi Martínez y la posible anticipación de los laterales, eliminando así la posibilidad de plantear una presión sobre el conductor que permita adelantar la defensa. La defensa recula, y sin presión sobre el jugador que conduce, el rival llega muy fácil a las inmediaciones del área de Gorka.