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Y entonces Neymar les dio la mano

Barcelona's Brazilian forward Neymar celebrates at the end of the UEFA Champions League round of 16 second leg football match FC Barcelona vs Paris Saint-Germain FC at the Camp Nou stadium in Barcelona on March 8, 2017. / AFP PHOTO / PAU BARRENA (Photo credit should read PAU BARRENA/AFP/Getty Images)

Y entonces Neymar les dio la mano

Neymar está loco. Hay que estarlo. No para la esperanza sino para tal convencimiento. Lo suyo no fue fe, sino certeza, y por eso cuando la de los demás se evaporó, la suya quedó indemne. Empezó la noche con la alegría de quien conoce el final feliz y la concentración de quien sabe que de él depende. Reaccionó a cada capítulo de la gesta como si se supiera el truco. Como si hubiera tenido acceso a un destino prefijado. Como quien sabe dónde y cómo sientes una narración que él ya conoce. El Barça de la última década, el de Messi, siempre acompañó su fútbol de una grandeza sin parangón. De una competitividad abnegada, de la convicción del campeón. Anoche, el Camp Nou asistió a la confirmación de que su próximo rey se habrá forjado en la misma leyenda. Era el minuto ochenta y ocho, y una  portería que es de oro. La que vio el gol de Juan Antonio Pizzi en otra remontada imposible, la que despidió a Jose Mari Bakero, el héroe de Kaiserslautern, la que enloqueció Manchester y derrumbó Múnich, la que hizo eternos a Jeffren o a Iván Iglesias. La que durante todo 2016 ha visto a Neymar fallar y volver a intentarlo, y ayer, noche de noches, fundirse para siempre jamás con la historia.

La remontada del Barça, como todas, se inició en el preciso momento en que se tocó fondo. En París, un día de los enamorados. Un 4-0 incontestable y la ausencia de soluciones clavada en el corazón y el ánimo del equipo, como punto de partida desde el cual construir un Barça nuevo. Un equipo desvinculado de aquella derrota, de sus impotencias y malas sensaciones, que a lo largo de tres semanas lo único que acumulara fueran motivos. Un segundo comienzo sin mochilas incómodas. El 1-3-4-3 cumplió con esa misión ante Atlético de Madrid, Sporting y Celta de Vigo, dibujando una línea ascendente de juego, confianza y resultados a modo de rampa de salida. Una previa de veintidós días que volviera a poner en valor y de relieve la calidad que atesora la plantilla azulgrana, el peso de su historia y su legitimidad para ver accesible algo que para nadie más lo sería. Era imposible. En la Champions League y ante el campeón de Francia, ante el conjunto de Marco Verratti, Blaise Matuidi, Edinson Cavani, Thiago Silva o Julian Draxler, no se pueden remontar cuatro goles.

Salvo que te llames Barça y tengas a Leo Messi, debieron pensar ambos técnicos antes del pitido inicial vistos los planteamientos de uno y otro. Por parte de Luis Enrique la principal noticia sería la suplencia de Sergi Roberto, es decir, de la pieza que estas últimas semanas le ha permitido mezclar el 1-3-4-3 en ataque con el 1-4-4-2 en defensa. La decisión del asturiano dejaba claro que su intención era que lo segundo no existiera, que el campo tuviera una sola dirección y que cuando el PSG amagara con discutirla la respuesta no fuera la aceptación sino una presión desatada más allá de la divisoria. Los parisinos debían tener muy poco tiempo la pelota, incluso cuando esto supusiera arriesgarse a abrirles caminos hacia Ter Stegen. El Barça en cualquier escenario que deparara el juego, defendería únicamente con tres hombres atrás. Seguramente producto de esto, y al consecuente tres contra tres permanente que se dibujaría en la retaguardia culé, Luis Enrique reformuló su cierre con Piqué de vuelta al centro escoltado por Umtiti y Mascherano. Sus tres mejores defensores, los principales avales de la plantilla en el uno contra uno defensivo, para imponerse a Cavani, Draxler y Lucas Moura en contextos de absoluta exposición.

Al arriesgado plan barcelonista, sin embargo, Unai Emery le concedió un respiro. Lejos de salir a buscar el gol que rompiera el hechizo, escudado en la renta de cuatro goles que atesoraba de la ida, el de Hondarribia orientó su equipo a defender el botín, con un repliegue inicial extremo, concentrado en el área de Suárez y la mediapunta de Messi, pero que a cambio le concedería a su rival todo lo demás. La construcción desde atrás del Barça fue plácida, con los tres centrales absolutamente libres no sólo para dar el pase sino también para avanzar con la pelota y asentar sus posiciones casi en la frontal parisina. Sin amenaza que poder lamentar a su espalda, Mascherano, Piqué y Umtiti marcaron los limites espaciales en los que se desarrollaría el juego. Fueron el primer escalón, uno desde el que progresar por dentro no era sencillo pese al intento de los centrocampistas por ganar la espalda del mediocampo rival, pero que sí hallaba el camino despejado para conectar con las dos piezas más exteriores del dibujo. Rafinha y Neymar, de nuevo abiertos, eran fácilmente habilitados, en posición adelantada y con un adversario volcado sobre el carril central. El primero desde el cruce con Rakitic o Luis Suárez, y el segundo desde la insistencia en el desborde, pues, podían darle profundidad al ataque.

No había ocasiones ni un fútbol brillante, pero sí un paisaje de remontada. El ritmo era culé y sin interrupciones, el juego se localizaba en las inmediaciones del área del PSG sin que nadie lo discutiera, y con los tres futbolistas del Barça menos adelantados gobernando los rechaces para que ninguno de sus compañeros tuviera que girarse hacia Ter Stegen durante demasiado tiempo. Todo sucedía en el área de Trapp, donde los de Unai fueron muy débiles y donde los locales, aún cuando no despliegan un ataque inabordable, activan a futbolistas con el olfato de Suárez, con la calidad de Iniesta, con la autoridad de Messi o con el desequilibrio de Neymar. Así pues, tras el descanso y ya con 2-0, Emery volvió sobre sus pasos y su equipo salió del vestuario con la intención de agredir. De presionar desde el inicio y poder inquietar a Marc André ter Stegen. Arriesgándose, ya con menos renta, a una presión en igualdad numérica sabiendo que su gol, teóricamente, terminaba con la eliminatoria. Tardó poco en conseguirlo y, ya con Di María sobre el campo, como imaginaba Unai el gol de Edinson Cavani truncó la esperanza culé. La remontada se alejaba, y fruto del abatimiento pudieron los visitantes infringir mayor castigo.

Pero quedaban Ter Stegen y Neymar. Los dos cuerdos más locos. Los dos locos más cuerdos. Uno para impedir que el desaliento se colara en su portería, y el otro para tomar de la mano a la historia y acompañarla a un lugar que todavía no conocía. Él lo había visto. No se sabe ni dónde ni cuándo. Pero ayer, noche de noches, nos lo reveló.

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– Foto: Pau Barrena/AFP/Getty Images

Comments:3
  • Michel 9 marzo, 2017

    Albert se puede considerar más erróneo el planteamiento inicial de Unai o el de LE tras adquirir una ventaja de tener que lograr sólo ese gol durante 40 minutos?
    Si bien Unai tenía claro que su repliegue bajo era peligroso al darle excesiva altura al equipo azulgrana, sin embargo lograba que Messi no obtuviera espacios para girarse, creo que eso fue acertado, pero renunció en exceso a hacer daño. Si bien le quitó el fútbol al Barsa y su principal arma de remontada, o eso creíamos antes de la mano de Ney.
    Debió seguir arriesgando tanto LE tras el 3-0 ? Pienso que en ese momento y viendo que con Di María les generarían peligro debió hacer un cambio, bien Sergi Roberto por Rakitic o la inclusión de Alba para las correcciones de las contras que estaban previstas y dispuestas como así comprobamos con la salida del argentino.

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  • Jesús PC 9 marzo, 2017

    Aplaudo de pie! Qué bien lo describes Albert! Felicidades por tu trabajo.
    Sobre el partido. Lo remontaron a base de fe de Neymar y la que él mismo contagió, pero también a base de falta de fe del otro lado. Les temblaban las piernas. Unos tipos tan buenos estaban completamente superados moralmente, con 4 goles de ventaja! Es increíble

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  • Iniesta10 9 marzo, 2017

    Si, fue increíble. No lo esperaba, pero lo deseaba.

    Neymar estelar, y, aunque no se hiciera un gran partido, lo cierto es que ahora optamos a TODO. Nos sentimos capaces de TODO.

    No hay que poner presión sobre el equipo, porque hace tres semanas teníamos prácticamente perdida la champions y estábamos muy lejos en liga, pero ahora … optamos a todo, y son otros los favoritos, los que tienen mucho que perder.

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