
Dos mitades que no se encontraron
Perdió en Vallecas el Barça B, firmando con ello una racha negativa de una única victoria en las últimas once jornadas. Cayó, además, de la forma en que viene siendo costumbre, esto es, encajando gol después de que su adversario alimentara la ventaja en una de las bandas. El dato es más que revelador: de los once tantos que ha encajado el filial blaugrana de jugada, sólo uno no ha nacido en los costados. Huesca, Osasuna, Tenerife… hast en seis ocasiones el gol del contrario se ha empezado a escribir en el perfil derecho de la zaga catalana, por cuatro en que la grieta ha aparecido en la izquierda.
A propósito de esta cuestión, cabe apuntar causas tanto individuales como a nivel táctico, estando ambas relacionadas. En primer lugar, la pizarra no está proveyendo a los laterales de ayudas lo suficientemente constantes llegadas desde los interiores o los extremos, dibujando de este modo multitud de emparejamientos en situación de uno contra uno ante los que laterales del Barça B no logran imponer su ley y evitar que el contrario progrese. En segundo lugar, el desajuste exterior y la falta de apoyos por fuera tienden a extraer del punto de penalti al central más próximo, debilitando la posterior zona de remate habilitada. Y finalmente, ni el central restante ni Adrián Ortolá, protagonistas que en otras acciones del juego están siendo de valor para el conjunto de Gerard López, en estas lides no están dominando la zona. Más allá de subrayar esta sangrienta debilidad del filial que viene hiriendo al equipo con demasiada asiduidad, y de constatar los problemas que desde hace semanas se está encontrando el equipo para sumar los tres puntos, de la visita azulgrana al campo del Rayo quedará el novedoso planteamiento orquestado por su entrenador, el cual no tuvo una muy buena adaptación al encuentro. Como si la estrategia se hubiera diseñado en dos partes, y cada una de sus mitades resultara incoherente con lo propuesto en la otra.
Venía el Barça B mostrando algunas dificultades para activar la banda derecha cuando, partiendo desde ella, Carles Aleñá se movía con libertad por la zona de tres cuartos. El vacío, normalmente, por proximidad y teniendo en cuenta que el recorrido vertical no es uno de los fuertes a sacar de Galarreta, solía llamar a la caía a banda del punta, restando remate al área y debilitando, de este modo, la contundencia del filial a la hora de finalizar las jugadas de ataque. Sobre el papel, Gerard tomó el pasado domingo dos medidas para actuar sobre este déficit. Primeramente redobló la presencia en la definición, juntando a los dos acompañantes de Aleñá dándoles aspecto de doble punta. Pero quizá lo más significativo resultó que, de los dos, fue el otrora extremo izquierdo quien se perfiló como el delantero más inclinado a la derecha. Así pues, los movimientos de compensación, cabía imaginar, correrían a cuenta del atacante más móvil y afín a los desmarques -Jose Arnaiz-, dejando para el nueve puro -Abel Ruiz- la posibilidad de cortar desde la izquierda para ocupar el punto de penalti del que tantas veces tiene que apartarse. La solución habría tenido una contraindicación evidente, pues obstaculizaría la conexión que se ha establecido entre Aleñá y Arnaiz a través del pase cruzado del canterano, pero con Cucurella como receptor alternativo entrando por la orilla, probar si pesaba más el botín que la renuncia podía tener sentido. No obstante, la otra mitad del plan avanzaba en una dirección que aparentemente invalidaba lo ahora descrito.
En una apuesta por la solidez, el técnico catalán acompañaba la decisión de devolver a Martínez al once, con la apuesta por un mediocampo especialmente seguro en cuanto a la posición y a la protección del cuero. Oriol Busquets, Ferran Sarsanedas e Iñigo Ruiz de Galarreta, tres futbolistas que de manera más habitual tienen más influencia en la base de la jugada que cerca de la mediapunta, le permitirían a Gerard un menor riesgo de pérdida ante la presión vallecana y la opción de mantener, en todo momento, a un futbolista extra por detrás del balón. Imaginando un esquema de tres alturas en el centro del campo, los medios del Barça B, en esta ocasión, ocuparían sólo las dos más retrasados. Con tal de que la medida no eliminara toda posibilidad de escalonar los ataques por el carril central, el contrapeso seleccionado iba a ser Carles Aleñá, liberado de la cal y ubicado en la mediapunta como posición de partida coronando un rombo. No obstante, la nueva demarcación de la estrella del filial matizó su forma de relacionarse con el juego y con sus compañeros y, en general, modificó el reparto de las fuerzas que mueven a los equipos hacia unas zonas del campo u otras. Los requerimientos de la delantera no fueron los mismos con Carles por detrás que cuando tienen al de Mataró a su derecha. Por eso la fórmula no pareció ensamblarse hasta que, en la segunda mitad, Aleñá recuperó momentáneamente su vínculo de partida con la cal, a la espera de que la entrada de Lozano por Oriol Busquets volviera a desordenar el tablero.
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– Foto: http://www.laliga.es