
Como un collar sin hilo
Con la clasificación certificada de antemano y un once inicial plagado de caras poco habituales, el relato del encuentro que anoche enfrentó al Barça con el Sporting de Portugal difícilmente puede estructurarse de una forma unitaria, como un todo que dé respuesta a las diferentes partes que lo componen. Como un espejo roto, o un collar sin hilo, así pues, la cita se saldó para los de Ernesto Valverde con un cúmulo de historias en paralelo que, para regocijo del técnico cacereño, en su gran mayoría concluyeron con el dibujo de un saldo positivo. El Txingurri sacó de una cita numéricamente intrascendente, todo lo bueno que de ella podía sacar. Alargó el rodaje de los teóricos titulares menos engrasados (Piqué, Semedo y Luis Suárez), dio la alternativa a varios de los futbolistas con menos minutos del primer equipo (Vermaelen, André Gomes y Aleix Vidal), constató la respuesta de Jasper Cillessen bajo palos y, quizá lo más relevante, insistió en aquellos recursos que actualmente le permiten -y le deberán permitir en el futuro- estirar las posibilidades de su plantilla.
Yendo de atrás hacia adelante, el primer foco en el paso que, en el Barça actual, une el banquillo con el once, estaba puesto en Vermaelen, llamado a próximas titularidades debido a las ausencias de Samuel Umtiti y Mascherano. El belga, como en Mestalla, respondió al reto, en este caso simple, que le propuso su rival, dando nuevas muestras que que su situación de incertidumbre competitiva tiene mucho más que ver con las variables físicas que con su rendimiento sobre el campo. Ausente Doumbia, primero Alan Ruíz y posteriormente el gigante Bas Dost reclamaron al central zurdo un escenario defensivo de exposición controlada, y la iniciativa sobre el juego que consiguieron los locales, le proporcionaron un panorama propicio para que a través de la pelota el jugador cuidara su seguridad. El partido, incluso, le permitió a Ernesto Valverde experimentar con una carta extra, cuando dispuso durante varios minutos a Sergio Busquets como central derecho con la intención de testar una de las posibles medidas de excepcionalidad a su alcance en caso de sumar una contingencia más en su actualmente maltrecho centro de la defensa.
Busi entró a la zaga desde el banquillo, pues de inicio el mediocentro culé fue para Rakitic. De antemano la elección del croata volvió a insistir en una opción que para el entrenador parece consolidada, pues es de todos los candidatos el que más frecuentemente ha ejercido como recambio del pivote a las órdenes del Txingurri. Protagonista en la salida, recibiendo a la altura de los centrales, sin la obligación de girarse y orientado para sacar a relucir golpeo, Ivan redondeó su actuación con una muy puntual capacidad de robo adelantado. Su desarrollo como último hombre del mediocampo volvió a traslucir una madurez superior a la ofrecida en cursos anteriores. Progresando por la escalera, por delante de Rakitic formaron André Gomes y Denis Suárez, siendo de los dos el gallego quien tomó un papel más protagonista en el juego. Por tramos en el interior derecho, y durante otros en el izquierdo, su actividad, intención y dinamismo dieron continuidad desde la titularidad a aquello que últimamente está arañando de él su entrenador utilizándolo desde el banquillo, con asistencia incluida sirviendo el saque de esquina con el que Paco Alcácer abriría el marcador.
Por su parte el punta valenciano alargó las buenas sensaciones de su 2017, y como viendo siendo habitual lo hizo sumando desde la banda. En esta ocasión alineado en la izquierda, se prodigó en el movimiento aún lejos del área para agilizar el frente del ataque, ofreciendo puntuales apoyos entre líneas, limpiando el carril para las subidas de Lucas Digne en paralelo a la línea de banda, y terminó en el área como descarga y compañía para Luis Suárez. Nunca ha parecido Paco un delantero para vivir alejado de los últimos metros, pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte, coincidiendo con un giro progresivo del Barça hacia una versión más pausada de sí mismo, su rendimiento en la distancia larga se ha multiplicado, así como su capacidad física para abarcar una gran cantidad de metros y para recorrerlos una y otra vez sin castigar con ello su productividad. En el año natural que en menos de un mes baja el telón, el delantero lleva generados más de un gol por cada titularidad que defiende.
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– Foto: Alex Caparros/Getty Images