
Big Sam
Tito Vilanova fue claro: “Sin Piqué, se nos caía el invento“. La relevancia estructural que a lo largo de las últimas temporadas ha tenido el central catalán en el sistema de juego del Barça, ha resultado capital. Sobre todo desde que la continuidad de Carles Puyol empezó a menguar y el capitán dejó paso a acompañantes menos conocedores del puesto, la sabiduría, talento y recursos de Piqué han dado forma a la base, al sustento sobre el que descansaba la zaga barcelonista. Era el otro Messi, el futbolista cuya influencia iluminaba en la propia área el camino para los demás. Un seguro, un guía. Gerard Piqué no ha empezado bien la temporada, y aunque a nivel individual se le extraña, el edificio culé se ha mantenido en pie. La culpa la tiene Samuel Umtiti, quien llegó a Barcelona hace un año para romper la pareja que durante cuatro cursos formaron Gerard y Mascherano, y quien después de meses de continua ascensión ha completado de un modo perfecto el proceso de relevar al argentino, hasta el punto de estar supliendo en el arranque de campaña, también, la parte correspondiente a Piqué que el catalán no está pudiendo poner sobre la mesa. Umtiti ya no es media naranja, sino el postre entero. Un firme candidato a central más en forma del continente en lo que llevamos de temporada.
Comenzar un artículo sobre el buen momento de forma del zaguero francés hablando de la figura de Gerard Piqué y de sus irregulares meses iniciales, no es un recurso narrativo sino la exposición de uno de los primeros factores que envuelven el salto hacia adelante de Big Sam. Los problemas del otrora capataz han dejado una vacante, una llamada a la responsabilidad, un liderazgo pendiente a disposición de quien se viera capaz. Umtiti lo ha reclamado, aumentando su ascendencia tanto en ataque como en defensa, y erigiéndose en punto de apoyo atrás para los compañeros que lo circundan, así como en ventajoso y aventajado primer escalón del equipo con el esférico en su poder.
Si la defensa de Luis Enrique lucía el rostro de Piqué, la de Valverde tiene el del francés. Menos abonado al ir y venir y, por lo tanto, a terminar en área propia, con la presión sobre el rival como principio y la anticipación como actitud, el Barça quiere dibujar escenarios defensivos que miren hacia el guardameta contrario, en cuya retaguardia los centrales limpien por detrás de la medular los rechaces, y administren una gran cantidad de metros a su espalda. Umtiti, veloz, atento y puntual, convive desde la tranquilidad y la firmeza con este tipo de escenarios de teórica exposición, sabiéndose protegido por sus credenciales técnicas, tácticas y físicas. En este último punto, sus meses recientes muestran a un central más maduro a la hora de utilizar su cuerpo en el choque y la confrontación, interponiéndose en ventaja y controlando los potenciales riesgos de su acción. No se vende ni a él ni a su posición, habiendo trasladado esta evolución, también, a los momentos en los que le toca responder ante el delantero en área propia. Umtiti, cerrando, está siendo autoridad y confianza, valores que, por contagio, han multiplicado unos efectos del central con la pelota que siempre resultaron de gran valor.
Así pues, también a la hora de atacar ha tenido traducción el paso hacia el frente que ha dado el francés, señalándole como una de las claves de la mejorada salida de balón culé y situándolo en el centro del tablero de varios de los mecanismos de ataque barcelonistas. En cuanto a lo primero, Umtiti viene exhibiendo una paleta de gestos técnicos extraordinaria, en la que a sus conocidos pases tensos ha incorporado una sutileza para el envío picado que completa unas posibilidades iniciando el juego muy difíciles de ahogar. Además, el libreto de Ernesto Valverde ha subrayado la importancia de los centrales en los primeros pases, desligando, a menudo, de ellos a los laterales. Así pues, Samuel, esta temporada, realiza de media seis pases más por partido en Champions League y once más en Liga, y en relación a su acompañante en el centro de la zaga, la presencia del galo en esta fase del juego se ha disparado. Con Messi habiendo abandonado su posición de partida en la derecha y asentado, de nuevo, en el carril central, la banda derecha ha perdido su condición de lado fuerte pasando ésta a la orilla en la que se encuentra Umtiti. No es el único aspecto que ha visto cambiar a su alrededor el central izquierdo del Barça, pues la posición y función de sus socios más cercanos también se ha modificado creando para él un encaje diferente.
Por lo que hace referencia a la relación de Big Sam con el lateral izquierdo, lo primero que cabe apuntar es el protagonismo que ha adquirido Jordi Alba en la banda izquierda del Barça como principal elemento de amplitud y profundidad en ataque. Si el Barça se da el tiempo necesario en ataque, a menudo el internacional español es la figura más reconocible como extremo izquierdo del equipo. Esto para Umtiti supone el encargo inicial de la cobertura, suerte en la que el galo asienta una de sus grandes fortalezas. Con la pelota, por otro lado, le ofrece un nuevo espacio y una puerta de acceso sin barrera a la medular. Cada vez es más frecuente ver a Samuel cruzar la divisoria en conducción con el esférico en su poder, introduciéndose en zonas más propias del interior para dividir atenciones y liberar líneas de pase, bien hacia el costado -si quien sale a su encuentro es el extremo- o bien en vertical -si extrae a un rival del mediocampo-. Tener permanentemente a Jordi Alba, Andrés Iniesta y Luis Suárez en frente está multiplicando las opciones a su disposición, y gracias a la pulida visión de lo que tiene por delante, las está eligiendo con acierto e intención.
Por momentos, con posesión para el Barça y sirviéndose del hecho que, con Valverde, Iniesta concentra su juego más arriba que los dos últimos años, Umtiti es un futbolista de peso en la base a la izquierda de Sergio Busquets. Una eficaz superioridad para la línea de medios que corta, orienta y distribuye. Que vive cerca para extinguir el intento de salida del rival, y que es piedra angular en la suerte de la propia. Una influencia más allá del puesto de central. Una carta ganadora. Un futbolista clave para la imbatibilidad de los culés. Para que, sin el mejor Piqué, se mantenga sólido el invento.
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– Foto: Gabriel Bouys/AFP/Getty Images