
El sitio de Munir con Abelardo
De los tres futbolistas que esta temporada el Barça tiene cedidos en otro equipo, a Munir El Haddadi es al que mejor le están yendo las cosas en el plano individual. Mientras Sergi Samper aguarda a las intenciones del recientemente incorporado Paco Jémez para descubrir su lugar en el proyecto de la UD Las Palmas, y Marlon Santos se alterna en el once del Niza con Dante y Malang Sarr, el hispano-marroquí ha sido fijo para los tres entrenadores que han pasado por el banquillo del Alavés. Contó para Zubeldía, formó parte destacada de alguno de los principales mecanismos de juego que trató de implantar De Biasi, y no se ha movido del once con la llegada de Abelardo a Mendizorroza. Tras vencer en Montilivi a modo de presentación, el arranque del ex-técnico del Sporting de Gijón en el banquillo babazorro ha venido muy definido por una apuesta en su línea de mediapuntas que recuerda a la que, durante algunas semanas, también al inicio, buscó en el Molinón. Entonces con Burgui, Moi Gómez y Víctor Rodríguez, y hoy con Ibai, Pedraza y Burgui como protagonista repetido, se trata de un trío que situados por detrás del punta está permitiendo a su equipo inyectarle más peligro y claridad a las ocasiones de gol. No necesariamente producen más, pero las que producen tienen más opciones de éxito. Una de las características de la línea de mediapuntas de Abelardo tiene que ver con el intercambio de carriles, pudiéndose ver a Ibai abandonar la banda para tocar en el centro, a Pedraza cruzar diagonales con Burgui o a éste asumir un rol de más presencia en la corona del área que el que reprodujo en Gijón, supliendo a Jony, con Abelardo. En cuanto a Munir, el buen funcionamiento de la mezcla de estos tres futbolistas le está llevando a readaptar su lugar en el engranaje, así como su relación de equilibrio entre la creación de ocasiones y la finalización.
Hasta ahora había tenido que ver mucho con lo primero, pues con Zubeldía por lo general estuvo desasistido y con De Biasi formó parte de la fórmula que debía permitir al equipo llevar el balón arriba. Que sus anteriores entrenadores siguieran apostando por él pese a haber firmado solamente un gol y promediar menos de dos disparos por partido, demuestra que lo necesitaban en otras tareas. Con Abelardo, sin embargo, sus cifras han aumentado sustancialmente. En los cuatro partidos de Liga que ha disputado desde la llegada del Pitu, ha marcado dos de los tres goles que lleva convertidos en la competición, y prueba suerte sobre la portería contraria más del doble de veces que antes. Suma más oportunidades en los últimos cuatro encuentros ligueros que en los seis anteriores. No se trata de una boya aislada del juego, ya que sigue ofreciendo apoyos y movimientos por delante del cuero, y tiene un papel importante estirando a la defensa rival para que quienes vienen por detrás encuentren espacios, pero en lo que se refiere a las ocasiones de gol, otros las escriben para que él les ponga el punto y final. A las puertas del mercado de invierno, no obstante, la nueva situación esconde un peligro para su titularidad, pues siendo menos necesario en el desarrollo del juego, sus registros anotadores tampoco lo distinguen como un especialista consumado alimentando cifras. Tiene desarrollados el tacto, el olfato y la técnica para el último gesto, pero no es todavía un anotador seguro. Si el Alavés encuentra uno, y con Burgui, Pedraza e Ibai como nuevos elementos troncales de la ofensiva vitoriana, será difícil que Abelardo tenga sitio para ambos. Más que nunca antes esta temporada, seguramente, los goles deberán responder por él.
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– Foto: Denis Doyle/Getty Images