
El City resolvió el acertijo
Uno de los discursos más celebrados de Pep Guardiola es aquel en el que el de Santpedor aseguró que, como entrenador, encontraba uno de los momentos más placenteros de su profesión cuando, analizando a su próximo adversario, creía detectar el factor que terminaría desnivelando el enfrentamiento a su favor. Aquella ventaja escondida como un preciado botín, y presentada como una recompensa a su descubrimiento. Como si se tratara de jugar a las adivinanzas, y vencer fuera resolver el acertijo. El pasado fin de semana, el equipo que entrena Guardiola levantó su primer título del curso al imponerse al Arsenal de Wenger en la Carabao Cup, en un duelo en el que, de nuevo, el catalán pareció afrontar con un as bajo la manga. La receta skyblue se cocinó en la línea de medios, donde su entrenador dispuso para la ocasión una evidente acumulación de futbolistas. Pep pobló el mediocampo y además lo hizo ocupando todas las alturas del mismo. Al lado del mediocentro Fernandinho se ubico Gündogan, igualmente en la base como solución para la salida y efectivo extra por detrás del balón a la hora de protegerse de las contras gunners, mientras por delante quedaron los otrora interiores citizen, esta vez convertidos en mediapuntas.
Más decantado De Bruyne a la derecha y aproximándose David Silva hacia la izquierda, los dos elementos más creativos de la medular quedaron, así, enfocados al espacio entre líneas abierto por detrás del mediocampo del Arsenal y justo por delante de su línea defensiva. El Manchester City edificó con ello una escalada de sucesivas ventajas tácticas hasta llegar al último tercio. Danilo, Otamendi y Kompany hacían superioridad en el primer peldaño, en mediocampo gozaba de más y mejor ordenados efectivos que su rival, al tiempo que Walker y Sané sujetaban fuera a los carrileros de Wenger para mantenerlos alejados de la batalla interior. Si el pase abierto hacia la cal recibía el apoyo defensivo de una de las piezas interiores, el cuero regresaba al centro con una superioridad skyblue todavía más acentuada, y si los gunners transigían con el uno contra uno exterior, la velocidad de ambas alas y la habilidad de Sané para vencer en el duelo individual contra Bellerín, sumaban buenas noticas al ataque. En esa mayor capacidad individual de las piezas de ataque sobre las de defensa pareció apoyarse Guardiola, no sólo para esquivar las concesiones que podía implicar su plan, sino para edificar sobre ellas los atributos finales de su victoria. El City prescindía de la presencia acompañante de un tercer delantero sumándose a Agüero, consciente de que, generada antes la ventaja, ni Koscielny, ni Chambers ni Mustafi podrían detener al Kun.
La producción exterior de los futbolistas más abiertos del City y, sobre todo, los desajustes que generaron al planteamiento defensivo del Arsenal las recepciones entre líneas de Silva y De Bruyne, terminó por desproteger a unos centrales gunners que, sin abrigo, se enfrentaron al punta argentino con menos credenciales para presentar batalla. Además, debido a la profundidad alcanzada por el juego de ataque skyblue y por la presencia de ese futbolista extra por detrás del balón que encarnó Gündogan, los de Wenger apenas tuvieron la oportunidad de empujar hacia atrás al conjunto citizen, alejarlo de donde más marcan las diferencias sus futbolistas y darle un respiro a los zagueros. El partido se jugó donde más podía sufrir el Arsenal, y en un contexto tanto colectivo como individual que incrementaba el sufrimiento. Ganando con un centrocampista más la batalla en mediocampo, para que el Kun pudiera imponerse, en solitario, a los tres centrales. En una final que el Manchester City no sólo ganó, sino que pareció no poder perderla. Pasó todo lo que él quiso. Como si horas antes hubiera descubierto su secreto.
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– Foto: Adrian Dennis/AFP/Getty Images