
Un Barça irrompible
Luis Suárez gana títulos. En un fútbol en el que la estabilidad competitiva se mide en el centro del campo, y en el que nada se le niega a la línea medular, el uruguayo es el tipo de delantero capaz de pesar tanto o más que el resto sin favores, ayudas y, a veces, incluso sin compañía. Es de esos atacantes que dan la opción a sus equipos de concentrar las fuerzas allá donde deseen, tranquilos de que si su decisión pasa por desnudar el ataque, aún así éste nunca pasará frío. Luis Suárez vale por dos. Cuando su juego es capaz de alcanzar el nivel que está ofreciendo en este tramo de la temporada, su hambre animal mantiene la amenaza de un ejercito entero en el cuerpo de un solo hombre, liberando al resto del pelotón para llevar a cabo ejercicios más prudentes. Es la clase de futbolista que estira las posibilidades de un plan. Que hace compatible la seguridad con el peligro, permitiendo al Barça tomar aspecto de irrompible sin que por ello las porterías rivales puedan vivir aliviadas. El jugador que ha extrañado el Valencia durante toda la semifinal.

– El posicionamiento defensivo del Valencia, con tres hombres descolgados, tres centrocampistas y el lateral muy adelantado. –
Marcelino arriesgó. No tenía más opción. Después de comprobar en la ida la imposibilidad de un plan redondo en el que a una defensa completa la acompañara un ataque eficaz, y obligado a remontar en la vuelta, saltó a Mestalla dando prioridad a lo segundo. Teniendo que marcar, no podía permitirse un encuentro de su equipo tan inofensivo sobre la portería de Cillessen como el protagonizado en el Camp Nou, aunque eso fuera en detrimento de la buena contención que puso en práctica el Valencia en el estadio barcelonista. Para ello optaron los ches por un replanteamiento profundo que afectó tanto a la disposición como a la actitud sin balón de sus piezas. El sempiterno 1-4-4-2 del asturiano, así pues, dejó pasó a un 1-4-3-1-2 que restaba un hombre con respecto al habitual bloque defensivo, a cambio de descolgar a un efectivo extra en ataque. El Valencia haría frente a Messi, Suárez, Iniesta, Alba y compañía con un escudo algo más pequeño, pero con Rodrigo por detrás de Zaza y Vietto añadiría una espada más a su arsenal. Para compensarlo, todo el equipo de manera general adoptaría una actitud más agresiva en la posición y el robo cuando el Barça moviera el balón, con Coquelin y Kondogbia especialmente activos a ambos costados de Parejo. Junto a ellos, Montoya y algo menos Gayà ganarían altura a la hora de encimar sobre los peligros del Barça en las bandas, lo que por momentos los caracterizó de centrocampistas dejando tras de sí a una defensa de tres.
La estrategia asumía el daño que podía infligir el rival, metía la pierna con decisión en pos de una recuperación inesperada, y aguardaba con tres jugadores por delante encargados de comandar la contra. Rodrigo en el centro, ágil en la recepción entre líneas y venenoso domando los tiempos de la transición, y los dos puntas emparejados con los centrales del Barça y buscando el arrastre hacia las bandas, tenían la responsabilidad de pesar más que lo entregado. Por momentos, durante el primer tiempo, parecieron hacerlo. Aunque Iniesta moviera los hilos con atino, Rakitic apareciera en la frontal con más frecuencia de lo habitual y Messi dejara sensaciones de terremoto cada vez que era capaz de recibir a la espalda de uno de los interiores locales y arrancar la carrera, la buena defensa che en las orillas, el hecho de poder lidiar con una dificultad menos por la errática actuación de Andrés Gomes, y el sentir general de un Barça sereno que no quiso pecar de goloso a la hora de aprovechar los espacios que encontraban sus medios para recibir entre líneas, tiñó de efectivo un planteamiento del Valencia que en realidad estaba en la cuerda floja.
Bastó la entrada de Coutinho, con el consecuente contraste de peligrosidad del brasileño en comparación a André Gomes, para que el extra de agresividad e intención en los últimos metros del nuevo fichaje, se aliara con la versión más amplia de Luis Suárez para dar al ataque culé toda la mordiente que hasta ese momento le había faltado. Redobló entonces Marcelino esfuerzos en pos de resquebrajar al Barça y asomarse a Cillessen, con la entrada al campo de Soler y Guedes y buscando en el portugués efectos equiparables a los de las armas azulgranas en cuanto a autosuficiencia y amenaza. La respuesta de Valverde fue Paulinho, no tanto para incidir con él directamente sobre el cañón valencianista, sino para propiciar un reordenamiento a partir del cual Coutinho pasó a banda izquierda, Paulinho cerró dentro junto a Busquets y Rakitic asumió su tercer papel de la noche como centrocampista más escorado a la derecha. Si Luis Suárez es clave para que este Barça de roca siga igual de afilado arriba, Ivan lo es para que no se rompa. Para que el rival no encuentre una rendija.
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– Foto: Jose Jordan/AFP/Getty Images
vi23 9 febrero, 2018
Muy buen análisis.
Yo sigo en mis trece de que Suárez agradece ser un ejército (como dices tú) yendo a por el enemigo mucho más que ser un soldado encerrado entre centrales. Darle espacio, dejarle caer a los lados, es darle la pócima de Panoramix. (será que Messi con barba me recuerda a Asterix?)
La verdad es que lo de André Gomes fue muy fuerte ayer. Se le veía completamente fuera de dinámica. De sus peores partidos. Y tengo que decir que a mi siempre me pareció un muy buen jugador …
Iniesta10 9 febrero, 2018
Yo nunca he criticado a André Gómes, siempre me ha parecido un jugador con mucho potencial, de esos que piensas que tarde o temprano la romperá, después ya empecé a conformarme con que le fuera útil al equipo, pero ayer no hizo nada, absolutamente nada, ofensivamente nunca buscaba la espalda del valencianista, siempre que le llegaba el balón detenía la jugada, y en defensa, con alguna pérdida muy comprometida. Es cierto, está fuera de la dinámica del equipo, y no es porque EV no le ha dado oportunidades, ni porque EV sea un entrenador que no intenta comprender al futbolista. Ahí tenemos los casos de futbolistas que han subido de nivel con EV: Vermaelen, Alba, Umtití, Iniesta, Rakitic, etc,
Creo que Gómes es ya una causa perdida y este verano lo veremos salir.
vi23 9 febrero, 2018
Sí, es probable. Y me da algo de pena porque, como dices, la sensación es que algún día la puede romper por el potencial que se le adivina. Yo creo que Albert esta vez estará de acuerdo en que una cesión es la mejor opción 😉
Iniesta10 9 febrero, 2018
El trabajo de EV es de sobresaliente. Cuando empezó la temporada, con aquellas derrotas en la supercopa contra el R.Madrid … parecía que al equipo le faltaban muchas cosas para poder estar a la altura del plantillon que tenía el eterno rival, pero meses después ya estamos viendo el resultado. EV ha sabido compensar la (enorme) pérdida de Neymar, ha sabido hacer un equipo rocoso y ganador. El trabajo realizado es extraordinario, y la situación del equipo es envidiable para enfocar el final de la temporada, con mucha ventaja en la liga, y ya en el final de la copa, toca ir paso a paso en champions, pero en estos momentos el Barça es uno de los candidatos.
Javier 11 febrero, 2018
Coincido con el análisis del partido, artículo muy bueno, así como con la impresión generalizada del rendimiento ofrecido por André Gomes. En mi opinión, no es un jugador para este equipo, me parece inocuo en ataque, transparente en defensa y se le ve bastante perdido tanto a nivel táctico como en la dinámica de juego. Creo que tiene muchas más posibilidades en un equipo en el que se sienta protagonista, en el que pueda tener más iniciativa. No soy partidario de cesión, al volver al equipo seguiría teniendo los mismos problemas, apenas ha evolucionado en año y medio. Es un jugador que, por edad y potencial, habría que intentar venderlo en el próximo mercado. En cuanto a Ernesto Valverde, me parece brillante la labor desarrollada, pero tengo mis dudas sobre qué variantes manejará cuando disponga en plena forma de Coutinho y Dembelé. Sumados a Messi, Suárez e Iniesta, más el extraordinario estado de forma de Rakitic y la enorme trascendencia de Busquets en el juego del equipo, le obligará a rotar con mucha frecuencia por un lado y al uso de nuevas variantes al disponer de tantos jugadores en el plano ofensivo, con el fin de no perder el equilibrio defensivo, que hasta ahora ha sido la base se su éxito.