
Lo que faltó alrededor de Messi
En cuatro de los últimos seis tropiezos del Barça, los azulgranas saltaron al campo sin Jordi Alba ni Ivan Rakitic. Desde que dio comienzo 2018, solamente Getafe y Chelsea han logrado privar de la victoria a los de Valverde con el croata y el catalán formando en el equipo de gala. Pese al gran rendimiento acumulado a lo largo del curso, no son ellos los dos mejores futbolistas del equipo, tampoco los dos más importante, pero dado el proceso a través del cual se ha formado esta temporada el conjunto del Txingurri, sí se trata de dos de las piezas que más complicado tiene el técnico reemplazar. El Barça 2017-18 ha basado su evolución en la virtud de su entrenador para dar lugar a escenarios tácticos particularmente favorables a las virtudes de sus futbolistas. Parcelas de comodidad que a través de su unión con el resto han terminado por levantar el funcionamiento del colectivo. Espacios a medida que, sin embargo, dado su encaje en el sistema que rige el rumbo de la nave, requieren ser ocupados de una forma similar. Cuando no sucede así, los cimientos sufren, pues el equipo no solo pierde eficiencia en una de sus posiciones, sino que como consecuencia se le dificulta la ejecución de alguna de sus rutinas más habituales y necesarias. Valverde necesita a Ivan y a Jordi no sólo por ofrecerle las mejores versiones de sí mismos, sino porque sin ellos los demás, habitualmente, suelen verse obligados a adentrarse en caminos alternativos o a recorrer el que ya conocen de un modo bastante menos feliz. Anoche, en Las Palmas, ante la necesidad de repartir descansos, volvió a comprobarlo, y de eso se aprovechó Paco Jémez en un partido en el que el entreacto significó algo más que una pausa en el minutero.
El primer tiempo enfrentó a la UD Las Palmas que cabía imaginar y al Barça que podía suponerse. Los locales, fieles a la trayectoria de su entrenador en este tipo de duelos, hicieron bandera de la misma arma que su adversario: la presión. Con la zaga adelantada, muchos futbolistas tomando posiciones defensivas en campo rival y una actitud agresiva en primera línea que incluso llegó a lanzar a los pies de Ter Stegen a más de un futbolista, pretendieron los canarios incomodarle el inicio a los culés. Quizá movidos por un planteamiento que buscara la vía rápida, o quizá por las ausencias de Piqué, Jordi Alba y Rakitic en los primeros escalones de la salida, fue recurrente en este tipo de escenario el ascenso directo y en largo desde los pies del guardameta hasta la zona de uno de los azulgranas más adelantados. Con Suárez yendo del centro a la banda izquierda, Aleix desde la derecha al centro y Messi aguardando en la mediapunta bien para recoger el rechace o bien para ofrecerse a la espalda de la presión. La otra solución culé pasó por recurrir a Leo como conector, toda vez Paulinho en la base no puede ofrecer seguridad para dar continuidad a la circulación, reculando el argentino para recoger abajo y transportar el cuero más allá de la divisoria. Es algo que durante el primer tiempo el 10 consiguió con brillante persistencia, forzando faltas, tarjetas y obligando a transitar a los locales de una forma en que su técnico no quiso.
Sucedió, sin embargo, que con Leo más abajo, arriba se extrañó su presencia. Paulinho, ejerciendo de Rakitic, no pudo hacer de Ivan y se quedó demasiado lejos de la zona donde ser él mismo, su lejanía con respecto a la frontal dejó a Aleix sin la descarga hacia la frontal con la que vestir el carril derecho, Suárez estuvo muy comedido y el perfil izquierdo extrañó de forma muy evidente lo que le aporta a nivel de mecanismo la presencia de Jordi Alba. El catalán, lateral disfrazado de extremo, suele tener dos efectos principales en el juego de ataque del Barça. Por un lado, es la otra mitad del mecanismo más productivo del equipo: el pase cruzado de Messi, suerte desde la cual nace una gran porcentaje de jugadas en el último tercio del campo. Por el otro, su amenaza en profundidad es el imán que fija al lateral derecho contrario lejos de Iniesta, forzando a que sean hombres más adelantados los que se encarguen de contener al manchego. Anoche, sin la sujeción de Jordi Alba, el impactante Aguirregaray pudo ajustar su posición defensiva para trabajar específicamente sobre el interior izquierdo visitante de forma que sus compañeros de mediocampo y delantera se liberaran para atender otros frentes. De hecho, fue nuevamente el resultado de su presión adelantada lo que le brindó a los barcelonistas sus oportunidades más claras, robando el balón o sirviéndose del fallo cuando su adversario estaba expuesto y la acción de ataque repartía cerca del área a varios culés.
La falta de socios para el 10 en el último tercio del campo se hizo especialmente notoria en el segundo tiempo, cuando con el empate en su poder la UD Las Palmas tiñó su presión de esforzado repliegue. A Leo le faltaron manos tendidas tanto por delante como a los lados. No se las ofrecieron las entradas de Dembélé y Coutinho pese a escorar estos su posición de partida, pues el primero desde el pase y el segundo desde la conducción, tendieron a seguir llevando el balón al mismo punto central. El equipo de Jémez no se vio forzado a abrirse, debido a que ni hubo ventajas exteriores ni, en caso de haberlas, desencadenaron algo distinto que un nuevo retorno hacia la corona. Y sin ser agitada y sin necesidad de darle la espalda a la segunda línea del Barça, la zaga local se mantuvo firme. Capitaneada por Gálvez, empleando a Etebo como incansable interruptor para hacer correr a los culés en la dirección equivocada, y arañando Calleri segundos de continuidad, el golpe de timón canario impidió a los de Valverde subirse a bordo.
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– Foto: Desiree Martin/AFP/Getty Images
Javier 2 marzo, 2018
Quizá con diferencia la peor lectura de partido en lo que va de temporada por parte de Valverde Suárez hizo lo posible para cumplir su ciclo de tarjetas en el partido anterior, sin embargo fue titular, jugando muy por debajo de sus posibilidades por el condicionante de no recibir ninguna tarjeta. Creo que podría haber jugado Alcácer que, por cierto, no jugó ni un solo minuto. Aunque pueda resultar ventajista opinar después de lo sucedido, tampoco entiendo la suplencia de Coutinho, no juega Champions y por tanto no necesita tanto descanso, en beneficio de Paulinho, que entorpeció la circulación de balón una vez más. Me resultó igualmente sorprendente la ausencia inicial de Dembelé, ya que Aleix Vidal no ofreció desborde y limitó el campo de acción de Sergi Roberto. Teniendo en cuenta la previsible escasa aportación en ataque de Digne, creo que se debería haber buscado de inicio más factores que pudieran desestabilizar la buena defensa y el buen trabajo colectivo de la UD Las Palmas. En lugar de ello el equipo se redujo en ataque, sin la acostumbrada suma de los dos laterales, a los chispazos de calidad de Iniesta y a un Messi que, además, tuvo que retrasar su posición, como sucedió ante el Chelsea, al no encontrar socios ni por detrás, para hacerle llegar el balón con ventaja, ni por delante. En conclusión opino que las rotaciones fueron erróneas, salvo Vermaelen a un gran nivel, y el ataque sin bandas (Dembelé salió tarde y sin engranarse en el juego colectivo) y sin orden favoreció el trabajo defensivo de la Unión Deportiva Las Palmas.
Manolo 3 marzo, 2018
Lo de los pasos largos de Ter Stegen tendría que ser entendido como parte de la táctica de Valverde, pues lo hizo desde del comienzo y frequentemente. Tal vez Valverde quiso potenciar a Paulinho de cierta forma, tal vez como un tipo de experimento pensando en el partido contra Chelsea que se viene, pero obviamente no resulto.