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La temporada que empezó muerta

LA CORUNA, SPAIN - APRIL 29: Lionel Messi of FC Barcelona celebrates with his team mates winning La Liga title after the La Liga match between Deportivo La Coruna and Barcelona at Estadio Riazor on April 29, 2018 in La Coruna, Spain . (Photo by David Ramos/Getty Images)

La temporada que empezó muerta

Antes de convertirse en el director ejecutivo del Manchester City, siendo parte de la junta directiva encargada de reflotar a un FC Barcelona malherido, a Ferran Soriano le gustaba repetir que los títulos se levantan en mayo, pero que se ganan en junio, julio y agosto, pues ese es el momento en el que tomar las decisiones que marcarán la posterior trayectoria del equipo. Cuando analizar las necesidades, detectar las intervenciones potencialmente más provechosas y acertar en las elecciones para llevarlas a cabo. El período del año en el que comprar el máximo número de boletos de cara al siempre azaroso reparto final de los éxitos futbolísticos. El verano con el que el Barça 2017-18 echó a andar, puede decirse que no compró demasiados. Después de un curso que sentenció el final del ciclo de Luis Enrique en el Camp Nou y sacó a la luz una realidad del equipo cargada de problemas, en el mercado de fichajes culé el mayor impacto corrió a cuenta de una salida, la de Neymar Jr., que más allá del enorme valor individual del futbolista guardaba implicaciones más profundas en la propia definición del conjunto. A lo largo de tres temporadas, el Barça había sido el equipo de la MSN, una delantera a favor de la cual, a priori, se había orientado tanto el juego como la plantilla. Una suerte de núcleo alrededor del cual crecía lo demás. Separada la tripleta, sin embargo, aquello que el equipo había sido ya no podría volver a ser, desapareciendo así la receta conocida en la que resguardarse en momentos de necesidad. Además, de cara a la construcción de una alternativa, el período estival no fue especialmente generoso a la hora de suplir con garantías vacantes tan destacadas como las dejadas por el brasileño, Xavi Hernández o Dani Alves en los veranos sucesivos, escenario que el propio vestuario expuso con manifestaciones poco comunes en las que algunos de sus pesos más pesados ahondarían en la propia insuficiencia y en el reclamo de refuerzo. Estos fueron Semedo, Paulinho y un Dembélé lesionado de importancia a las primeras de cambio. El Barça, obligado a proponer una alternativa a lo que recientemente había sido, afrontaría el reto con su plantilla menos fastuosa de la última década y con un clima enrarecido a propósito de sus propias posibilidades de éxito. La temporada culé empezó muerta.

Afortunadamente para los azulgranas, el verano también puso a los mandos de la nave a Ernesto Valverde, un técnico especialmente destacado a la hora de encontrar soluciones concretas a las dificultades de sus equipos, y acreditado templando escenarios enrarecidos. No en vano, ha sabido dar apariencia de serenidad a una trayectoria en los banquillos que ha transcurrido por plazas siempre complejas como el Olympiacos o Mestalla, por el Athletic post-Bielsa o por un Espanyol que venía de mantenerse en Primera División gracias a un agónico gol de Ferran Corominas. Domador de aguas bravas, así pues, las intervenciones iniciales del Txingurri giraron alrededor de dos factores encontrados: por un lado lo delicado del momento anímico y la particular realidad de una plantilla con lagunas notables, y por el otro la constatación de que, aún así, en ella habitaban elementos de enorme valor tanto individual como competitivo. De la toma de consciencia de ambas cuestiones es que nació el primer Barça de Valverde, un conjunto diseñado, en parte, para disimular desde lo estructural determinadas carencias, y que a la vez definiera contextos de juego localizados orientados a exprimir las virtudes más determinantes de sus piezas de mayor relevancia. El Barça ha sido, al mismo tiempo, un equipo inclinado a la supervivencia, y uno en el que Ter Stegen, Umtiti, Sergi Roberto, Jordi Alba, Rakitic o Sergio Busquets se han acercado mucho -cuando no rebasado- a su máximo nivel como azulgranas. Recuperando el orden y el equilibrio en la pizarra para potenciar desde la táctica las mejores virtudes de sus futbolistas. Las más determinantes. En este sentido, no cabe duda de que uno de los ejes del curso culé tiene que ver con cómo ha pensado Valverde el lugar de Leo Messi en el equipo, en tanto que jugador más concluyente de un equipo, presumiblemente, trastabillado. Con el Txingurri, el argentino ha vuelto a ser más delantero que centrocampista, establecido definitivamente en el carril central, incluso si esto implicaba desplazar ligeramente a Luis Suárez hacia el lado izquierdo. Una medida para acercar a Leo al gol, compensada con la presencia de un futbolista más específico de banda derecha de lo que recientemente había sido costumbre, y que ha dispuesto para el centro del campo una serie de encargos distintos con respecto a las últimas temporadas.

Una de las grandes diferencias del Barça de Valverde en comparación al de su predecesor, ha sido que el objetivo no ha sido tanto hacer llegar el balón a Messi lo antes posible sino hacérselo llegar tan arriba como se fuera capaz. Que Leo no tuviera que intervenir continuamente abajo como solución para el avance, sino que el equipo encontrara la manera de alimentar a su estrella cerca de las zona del campo donde su calidad pudiera golpear más directamente sobre el marcador. A propósito de esta ambición, en primer lugar el mediocampo ha incrementado su peso como escala intermedia, traducido a nivel numérico en el incremento que tanto Iniesta, Busquets y Rakitic han experimentado en cuanto a su promedio de pases por partido, y que tácticamente ha venido acompañado del diseño de tres entornos de juego amables para cada uno de sus protagonistas. Invertidas las alturas de ambos interiores, Rakitic ha permanecido más próximo al círculo central que a la mediapunta, viendo la jugada de cara y relacionado desde el golpeo con los estadios iniciales de la acción. La posición anclada del croata, además, ha significado la presencia de un contrafuerte próximo a Busquets que ha impulsado al mediocentro en sus labores ofensivas, con más libertad para ganar metros y explotar una relación en vertical como Leo Messi que ha sido una de las vías más fructíferas para alimentar al diez. Finalmente Iniesta, devuelto a la parte más alta del mediocampo, invitado a compartir la zona de tres cuartos con Leo Messi, y a quien se la ha brindado en todo momento la salida hacia una banda izquierda solamente ocupada por Jordi Alba. Disfrazado de extremo zurdo, cubierto por un Umtiti que ante el avance de Iniesta ha podido adentrarse en la parcela del interior izquierdo e íntimamente ligado a Messi, el lateral izquierdo del Barça ha sido, en la práctica, el extremo zurdo que el Barça no ha reemplazado de forma directa. Su entendimiento con al astro argentino, su lectura de la asistencia  y su combinación con Andrés Iniesta en el pico del área han abierto puertas al ataque culé con una eficacia que, por momentos, sólo la presión adelantada igualó.

Durante tramos importantes del curso, la capacidad del equipo de defender arriba, acostar el inicio de la jugada rival y recuperar el balón cerca del área contraria  cuando el adversario empezaba a desplegar sus piezas sobre el césped con tal de dibujar los caminos de su avance, han significado una de las señas de identidad más claras del campeón. Un pressing que, combinado con el repliegue estructurado a partir de un cartesiano 1-4-4-2, le ha permitido a los blaugranas la consistencia defensiva necesarias para no sucumbir a la derrota en ninguno de los retos que hasta el momento le ha planteado la Liga. Como el Real Madrid que se hiciera con el título la temporada pasada, el Barça ha sido un campeón que ha juntado la capacidad estable de no perder, con el aprovechamiento de sus principales recursos ofensivos con tal de lograr la victoria a partir de esa base segura. A diferencia de Zidane, sin embargo, el abanico del Txingurri tenía limitaciones, condición subrayada, además, por la lesión de Dembélé, la tardía incorporación de Coutinho y el oscilante rendimiento de un Luis Suárez en punta, a quien la pizarra del entrenador no ha podido abrigar de la misma forma que a otros. Así pues, y pese al rendimiento y los puntos que en determinados tramos de la competición han podido dar piezas de acompañamiento como Paulinho, Denis Suárez o Paco Alcácer, el avance de la temporada ha llevado a que el juego de equilibrios entre la compostura estructural y el desarrollo de virtudes individuales progresivamente se haya inclinado en favor de la primera, factor que se ha evidenciado cuando Coutinho y Dembélé han estado disponibles y el equipo ha forcejeado entre el abrazo a las dos nuevas piezas ofensivas y el mantenimiento de su reforzado esqueleto. El primer Barça de Valverde apenas los tuvo, y buscó el camino para ganar sin ellos. Para hacerlo sin Neymar, Xavi Hernández ni Dani Alves. Para sobrevivir a la temporada que empezó muerta, a la espera de que el próximo verano defina un nuevo punto de arranque a partir del cual descubrir cuánto de lo que ha definido al campeón de Liga sigue presente. Cuánto ha habido en él de primera piedra y cuánto de circunstancial.

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– Foto: David Ramos/Getty Images

Comments:2
  • Michel 30 abril, 2018

    Albert, a que crees que se debe la perdida de la presión tras perdida, durante el tramo final de la liga?
    El equipo se estiró mucho como se comprobó ayer en Coruña.

    Reply
  • Iniesta10 30 abril, 2018

    Para mi ha sido la temporada de Valverde, dentro de la era Messi.

    Albert, lo has dejado muy claro, la temporada empezó muerta, y sin embargo han habido jugadores que se han aproximado a su maximo potencial, al que incluiria entre los citados, a Vermaelen, que ha sido una grata sorpresa cuando nadie lo esperaba.

    El doblete es historico, asi como las 7 ligas de 10. No puedo olvidar la espina de Roma,, pero es un mal partido. Lo mismo le pasó al City. No puede un partido emborronar toda una temporada. Para mi elvtrabajo de Valverde ha sido excelente.

    El equipo ha ganado la liga sin perder ningun partido. Es muy meritorio. Yo me quedo con eso

    Reply

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