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Dos extremos en el mano a mano

Dos extremos en el mano a mano

Antes de dar el salto a los banquillos, García Pimienta fue un futbolista de banda. Un extremo en el libreto que durante las últimas décadas ha definido el estilo del FC Barcelona, que incluso llegó a debutar con el primer equipo haciendo las veces de 7 arquetípico en la penúltima jornada del curso 95-96. Que el técnico conoce la posición, sus ventajas y potencialidades ha quedado patente en las dos primeras jornadas de liga del Barça B, en las cuales, tanto Ballou como Carles Pérez han recibido a través de la pizarra del entrenador barcelonés una más que notable relevancia en el juego del filial.

Protagonistas ambos del único gol que el cuadro culé consiguió anotar en Alcoy, el pasado fin de semana, esta vez en el Mini y ante el Ejea, de nuevo fueron las piezas señaladas por el plan azulgrana para desequilibrar en las inmediaciones del área. Así pues, si en el estreno liguero los focos se orientaron hacia el extremo canterano, cayendo Collado hacia la izquierda desde el interior derecho para vaciar de atenciones el carril diestro, y sobrecargando con ello un lado izquierdo del campo desde donde saldrían los envíos de Cuenca, Miranda o Riqui Puig al encuentro de un Carles Pérez clavado sobre la diagonal, en esta ocasión el filial miró hacia la otra esquina del terreno de juego para encontrar al canadiense Ballou. Posicionado durante la mayor parte del choque en el extremo izquierdo, en este caso el camino para hacerle llegar el balón en condiciones para encarar en el uno contra uno no consistió en alejarle las vigilancias mediante el desplazamiento de sus compañeros, sino a través de la atracción que su interior más próximo fue capaz de generar con el balón en los pies. Riqui Puig, desde el perfil izquierdo del mediocampo, jugó con la pelota como señuelo, enseñándola pero protegiéndola, sorteando uno tras otros los intentos de robo de los medios rivales y sucumbiendo, únicamente, cuando la desesperación llevaba a la falta.

De este modo, el joven y menudo futbolista, progresivamente, fue apilando a su alrededor las ansias de los rivales por arrebatarle el cuero, con Sarsanedas y Monchu como socios y aliados, y el slalom como refugio. Fue el capote que ondear para que, cerca de la línea lateral, Ballou quedara mano a mano contra su lateral. Así se convirtió el canadiense en el factor más desequilibrante del primer tiempo barcelonista, mostrando una destacada evolución en su conocimiento de los conceptos tácticos que maneja el equipo de García Pimienta y una palpable superioridad física ante su par. Además, con respecto a la estrategia de la primera jornada, la variante tuvo la ventaja de que, sin haber necesitado vaciar el costado para generar el aclarado, tras pérdida el Ejea encontraba más obstáculos para salir de los que la semana anterior encontró el Alcoyano, aunque esto no evitara que los de Guillermo Fernández pusieran varias veces en aprietos a un Miranda que si bien fue importante alimentando a su compañero de carril sufrió cerca del área de Ezkieta. A pesar del buen tono del filial culé en la primera mitad, controlando el juego, desenvolviéndose cerca del área rival y sólo extrañando un punto de unión entre sus compañeros y Abel Ruiz que añadiera remate a la propuesta de ataque, el balón parado volvió a poner por debajo al Barça B y a demandar que su entrenador tomara cartas en el asunto.

Después de reemplazar al nueve con la entrada de Mujica para coronar el ataque, el segundo movimiento de García Pimienta desde el banquillo consistió en un cambio de dibujo que distribuyó al filial según un 1-3-4-3. Con Collado sumándose a una media en la que los minutos hicieron mella, en una posición de enganche que no se resintiera de su protagonista hiperactividad, y pasando Mingueza al lado derecha de la defensa, la medida fue acompañada del intercambio de bandas de los extremos para que tanto Ballou como Carles Pérez se orientaran a pierna natural con tal de dar amplitud a un dibujo sin más elementos externos. Aunque, de nuevo, la acumulación de hombres por dentro y la suficiencia sacando el balón desde atrás les procuró el esférico cerca de las esquinas y en disposición de encarar, desde entonces y hasta el final su victoria en los duelos individuales no menguó en eficacia pero sí en traducción. Saliendo hacia fuera y ganando la línea de fondo en lugar del pico del área, a la zaga de un Ejea ya muy aculado le resultó más o menos cómodo custodiar el interior del área sin verse forzado a salir para tapar la frontal. Defender girándose hacia su propia portería les dejó sin apenas contraataque, pero no les hizo separarse entre sí.

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– Foto: fcbarcelona.cat

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