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Coutinho semiautomático

Philippe Coutinho of Barcelona shoots in the warm up prior to the La Liga match between FC Barcelona and Real Madrid CF at Camp Nou on October 28, 2018 in Barcelona, Spain. (Photo by Alex Caparros/Getty Images)

Coutinho semiautomático

A lo largo de la mayor parte de su carrera futbolística, Philippe Coutinho ha sido un jugador discontinuo. Un hombre de gestos brillantes, fases de intimidación desencadenada y enorme determinación, pero de puntualidad sinuosa y presencia irregular. Siempre capaz de resolver una situación desfavorable con un golpe de genio, un quiebro cortante o un disparo potente y colocado, su fusión definitiva con el juego y su lugar como pieza armónica de los mecanismos de los que ha formado parte fue hasta 2016 su gran asignatura pendiente. El reto de ser Coutinho cada día y durante los noventa minutos. Fue Jürgen Klopp quien le permitió lograrlo, con una receta en la que el alemán volcó su inteligencia a la hora de establecer una hoja de ruta para el brasileño con caminos marcados, afines a sus virtudes y sensibilidad futbolística, que lograra retener a Coutinho en el núcleo del juego. Que, de forma natural, no le dejara abandonarlo. Abriéndole la puerta para, siendo delantero, tocar el balón también cerca del mediocampo a través del cruce de posiciones con el interior de su mismo lado, y automatizando una serie de relaciones con la pelota después de recibirla, tales como la conexión con el acercamiento del punta, el apoyo en uno de los interiores o el cambio de orientación hacia la interpretación agresiva del espacio que hacían los dos futbolistas que el Liverpool situaba en el perfil opuesto al suyo.

Klopp convirtió a Coutinho en un punto de origen para el ataque red, que apenas necesitaba de la reflexión e interpretación de su protagonista para ponerse en marcha. Philippe, más que leer y decidir, debía ejecutar lo que ya le venía dado. Del mismo modo, en el Barça de esta temporada, el brasileño ha encontrado un equivalente a aquel libro de instrucciones que Jürgen le brindó en Anfield, en los trazos diseñados por Ernesto Valverde a la hora de moverse en la punta izquierda cuando no tiene el balón. Coutinho, sin la pelota, en el plan que salió de Wembley, transcurre siguiendo balizas, y habiéndose erigido gracia a ellas -y al enorme impacto que su bota derecha tiene sobre el marcador- en un elemento muy relevante para el funcionamiento colectivo de los suyos. Empezando escorado pero tendiendo al carril central, activándose a la espalda del mediocampo rival como solución para cortar la segunda barrera del adversario, proponiendo junto a su homónimo en la derecha un apoyo centrar para la combinación que compense la, sobre el papel, redundante presencia en el once culé de tres centrocampistas de base, apareciendo en el área incluso con desmarques poco habituales en él, y eliminando los obstáculos que puedan encontrar la fundamentales subidas de Jordi Alba por banda. Por lo general, y aunque el último fin de semana no ocurriera así, la presencia de Philippe beneficia al conjunto.

Sucede, sin embargo, que su impacto positivo tiene más que ver con lo que provoca que con lo que directamente hace, pues, más allá de su vertiente más resolutiva, su juego con balón está experimentando dificultades. Un jugador como es el brasileño, bendecido con un golpeo de elegido, paradójicamente, está sobresaliendo más por lo que ejecuta antes de recibir el cuero. Aunque no es el único, el problema más notorio que está sufriendo Coutinho con la pelota en los pies es la lentitud para descifrar la acción más interesante para continuar la jugada. Philippe recibe el esférico, lo protege y sabe amasarlo sin exponerse demasiado a perderlo, pero aunque sus toques sean certeros suelen llegar transcurrido más tiempo del que habría sido el ideal. Tarda en ver, descifrar y decidir sobre los siguientes pasos a dar. A falta de que el tiempo y su progresiva madurez futbolística le obsequien con más y mejores herramientas para hacerlo, seguramente, en el corto-medio plazo, al jugador podría serle de gran ayuda una suerte de libro de soluciones. Como el que tuvo con Klopp en Liverpool o el que Valverde le ha entregado acerca de su posicionamiento y recorridos sin balón. Uno que interpretar de memoria, respondiendo al qué y al cuándo. Que le hable de Messi, Suárez, Busquets, Rakitic, Arthur, Vidal, Sergi Roberto, Dembélé o Semedo. Uno que automatice y agilice buena parte de sus gestos. Un camino que recorrer sin pensar.

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– Foto: Alex Caparros/Getty Images

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