
Jürgen, Pep y la primera barrera
Pep Guardiola y Jürgen Klopp son dos caras de la misma moneda. Un binomio enfrentado primero en Alemania y ahora en el fútbol inglés, emparentado desde antes que ambos técnicos coincidieran frente a frente. Ex-futbolistas los dos, dieron el salto a la primera fila mediática de los banquillos en 2008, estrenándose uno a los mandos del Borussia Dortmund y el otro a los del primer equipo del Barça. Al tiempo que el alemán emprendía en la Bundesliga la reconstrucción de un ex campeón de Europa apartado de los primeros puestos de la clasificación durante un lustro, Pep empezaba a poner en Barcelona la primera piedra de una revolución que se haría global. A raíz del Barça de Guardiola, el fútbol europeo cambió varias de sus coordenadas. La suya fue una transformación rendida a la idea primigenia de concentrar el juego lo más cerca posible del área rival, con el control del balón y del dominio posicional como vehículos para lograr el objetivo. Que todas las fases del juego sucedieran más cerca del portero contrario que del propio: “Soy un fan absoluto del fútbol de ataque. Por una cuestión muy primitiva: cuando yo la pelota la veo en la mitad de campo contraria estoy más tranquilo. Cuando la veo cerca de la nuestra sufro más“. Fruto de este propósito, el Pep Team desarrolló hasta cotas no exploradas antes las posibilidades de la salida de balón, como un primer paso en ventaja para garantizar que el avance llegara a su destino; y una presión tras pérdida (a veces más física y otras más posicional y resultado de una circulación de balón prácticamente impecable) que permitiera que el equipo no tuviera que abandonar la zona del campo en la que quería pasar los partidos, a pesar de que el balón ya no estuviera en sus manos.
Nunca quedó del todo claro si contra el fútbol por momentos perfecto de aquel conjunto la mejor solución fue salir a taparle el inicio de la acción o resguardarse de los efectos de su desenlace, pero una vez Guardiola, Xavi, Iniesta y Messi separaron sus caminos es notorio que los nuevos paradigmas se despliegan a través de la presión. Casi más que el deseo de sacar limpio el balón, la recuperación adelantada es el nuevo signo del fútbol. Pep Guardiola y Jürgen Klopp son dos de sus máximos exponentes, pero en este lance del juego sus conjuntos, pese a compartir mucho del escenario previo, difieren de manera notable. Manchester City y Liverpool son feroces dificultando el avance de su adversario, y ambos conjuntos normalmente lo enfrentan compartiendo un esquema 1-4-3-3, pero mientras los citizens componen la primera línea de presión con el nueve, los dos interiores y retrasando por banda la altura de los extremos, los reds dan forma a su escudo inicial con los tres delanteros. ¿Por qué si los dos persiguen el mismo objetivo y parten de un ordenamiento similar sobre el campo actúan de forma diferente en esta cuestión? Para hallar la respuesta, en la previa del duelo que hoy los enfrentará en Etihad Stadium, recurrimos a la visión de Matías Manna (ahora técnico asistente de la selección de Arabia Saudita y anteriormente parte del equipo de Bielsa en Chile, de la selección de El Salvador sub20, ayudante de campo de Jorge Sampaoli en el Sevilla y analista de la selección argentina) y Enric Soriano (entrenador en el Levante UD, en la red internacional de clubes de fútbol base DV7 y en el Valencia CF).
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Las particularidades propias…
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Si algo ha dejado en claro la evolución de las presiones que vive el fútbol actualmente, es que éstas, lejos de ser un lance del juego sujeto únicamente a la predisposición de sus protagonistas, se origina en el entrenamiento con un importante grado de estrategia y pizarra. “De lo que se trata -afirma Matías- es de llevar al rival donde más te convenga“. En este sentido, Enric señala uno de los puntos a valorar cuando se escoge la forma de presionar: “si tu primera línea de presión es muy agresiva, lo normal es que recuperen el balón los segundos defensores. La segunda línea. La primera provoca situaciones para que la segunda robe en ventaja“. De este modo, continúa “si la que va a robar es la segunda línea, necesitas que se desplace a gran intensidad. Tres jugadores deben ser capaces de defender todo el ancho del campo“. “Una de las claves es que tus jugadores puedan quedar entre la posición de dos futbolistas rivales“, completa Manna. En el equipo de Guardiola, por lo tanto, Sané, Sterling o Mahrez tendrían esa capacidad de desplazamiento sin balón a gran intensidad en la segunda línea de presión, un aspecto en el que los centrocampistas del Liverpool sobresalen más que los del City. Asimismo, indica Soriano, también debe valorarse “de qué forma vas a organizarte si el contrario lograr superar tu primera barrera. A la hora de configurar la presión, debes tener en cuenta cómo vas a recogerte si no tiene éxito“.
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Las particularidades del rival…
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De la misma manera que la parte ofensiva de la estrategia localiza y explota tanto las características del rival que lo hacen más peligroso, como aquellas que descubren sus zonas vulnerables, también el trabajo sin balón se organiza a partir de la confrontación de las propias virtudes y de las singularidades del adversario. El uso e importancia que de un tiempo a esta parte están asumiendo los laterales de los equipos en labores ofensivas, por ejemplo, los distingue como dos elementos sobre los que volcar buena parte de las atenciones, generando la necesidad de alcanzar una anchura defensiva importante aun cuando el balón está lejos del área. Así explica Matías Manna que retrasar a los extremos contra laterales ofensivos permitiría al City que “estando los hombres de banda más pendiente de los laterales, se evite que se pierda presencia en mediocampo. Dejas de estar obligado a que tus interiores se abran en algún momento abandonando el centro“. En la misma línea, Enric hace hincapié en que “actualmente lo normal es que en el inicio de la jugada los laterales ganen una o incluso dos alturas, y el mediocentro o uno de los interiores bajen a primera línea de construcción. En este caso, ajustar con los extremos abajo y los interiores arriba te permite mantener un ordenamiento por pares: los delanteros de banda defienden a los laterales y los interiores a los medios rivales“.
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La continuación con el balón…
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Tanto para el Manchester City como para el Liverpool, la presión sin balón es un elemento tanto de defensa como de ataque. La primera piedra para hacer daño al adversario, recuperando en superioridad y afrontando la transición ofensiva con espacios y el contrario desordenado. El trabajo de recuperación, por lo tanto, se planifica previendo de antemano el salto entre fases, disponiendo a las piezas, también, de la mejor manera para potenciarlas una vez la posesión cambie de manos. En el caso del City, para Matías “la clave es no perder gente en el mediocampo haciendo que vayan a zonas externas cuando no tienen el balón. Con esta solución, te aseguras que los interiores se mantengan por dentro, uno tapando al central y el otro a uno de los centrocampistas“. Además, completa Enric, “como con balón el City usa a los laterales por dentro, ocupa el carril sólo con los extremos, y eso hace que participen un poco más abajo. Puesto que, a su vez, los interiores están apareciendo muy arriba, manteniendo la profundidad cuando el punta viene al apoyo, la transición entre las posiciones defensivas y las ofensivas es más fácil“. “Se logra que el centro del campo no sea un espacio de transición sino de concentración de jugadores. -añade Manna- La idea es controlar el partido desde la superioridad en mediocampo“. Desde el punto de vista de Soriano, “aunque los interiores del City no sean jugadores de mucha velocidad, sí tienen mucha capacidad para separarse y ser los primeros receptores del pase. A partir de encontrarlos a ellos en el apoyo, puedes dar tiempo a la llegada desde atrás de los extremos“. Mientras que en el caso del Liverpool “está claro que van a buscar a los tres de arriba par que resuelvan la situación en pocos pases, con Firmino como primer apoyo“. Dos formas de actuar sin balón, para dos formas de responder cuando lo recuperan.
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– Foto: Stu Forster/Getty Images
Asier 3 enero, 2019
Gran trabajo! Gracias.