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Malcom en la banda

Malcom of FC Barcelona celebrates after scoring his team's first goal during the Copa del Semi Final first leg match between Barcelona and Real Madrid at Nou Camp on February 06, 2019 in Barcelona, Spain. (Photo by Angel Martinez/Getty Images)

Malcom en la banda

Que durante los últimos años los clásicos entre FC Barcelona y Real Madrid, salvo excepciones, hayan tendido a ser más gratos de disputar para el conjunto que ostentara la condición de visitante en cada momento, en buena medida está relacionado a la forma que han tenido los blancos de entender y ejecutar la defensa sobre Leo Messi. En resumidas cuentas, cuando ante el argentino han apostado por una presión agresiva que agrandara el espacio entre sus líneas, han sucumbido ante el 10, pues éste ha podido afrontar un tipo de encuentro sin falta de espacios para la recepción y con posibilidades de muchas situaciones de uno contra uno. Por contra, las veces que se han templado ante él y han optado por una defensa más cauta y precavida, priorizando la protección a la recuperación del cuero, la competitividad merengue ante su eterno rival, por norma, ha sido mayor. Esta temporada, sin embargo, los clásicos disputados hasta la fecha han tenido como protagonista la ausencia de Leo, y ambas ocasiones han recibido por parte madridista dos formas prácticamente opuestas de arrancar la disputa. Anoche, Solari, de partida, optó por la presión, esa que distingue a su Madrid desde el vínculo con la intensidad y el ritmo agitado, y a la que se le supone un riesgo asumido mucho más moderado si en frente no tiene a Messi. Así arrancó la ida de las semifinales de Copa, con un Madrid defendiendo arriba a costa de abrir el duelo a las transiciones, y un Barça con dificultades para detenerse.

A diferencia de lo ocurrido en Liga, esta vez Ernesto Valverde tensionó un poco más el sistema con la elección de Malcom para ocupar la punta derecha, quizá motivado porque el momento de forma con el que Luis Suárez y Coutinho llegaban al partido no era el mismo que en octubre, y sin la intermediación de un tercer atacante más o menos puro su impacto e intimidación hacia la zaga blanca podían resultar demasiado escasos. Sucedió que, de entrada, ninguno de los delanteros azulgranas asumió como propia la tarea de pausar el juego con tal de dar tiempo a que el equipo se juntara alrededor del balón, resultando de ello una circulación local especialmente discontinua. La salida desde atrás no era segura, el mediocampo apenas lograba aparecer y cuando el esférico alcanzaba a los hombres más adelantados se precipitaba hacia delante sin opción de mirar atrás. Únicamente Piqué y Arthur, auxiliados por fases en los laterales, eran capaces de entregar certezas con sus pases, pero tratándose de dos futbolistas implicados en los primeros compases de la jugada, a medida que ésta avanzaba su posibilidad de influir en el control del juego también se alejaba. Sin continuidad, orden ni cercanía en el fútbol de ataque, pues, la transición defensiva del Barça lució muy frágil a lo largo de la primera media hora de encuentro, impotente ante la excelencia técnica de los primeros pases del Madrid y agujereada en su núcleo por las apariciones de Karim Benzema, que estuvo acompañado a su izquierda por la energía de Vinicius y a su derecha por un Lucas Vázquez aplicado ocupando el área cuando quedaba vacía.

Como viene ocurriendo en el reciente tramo de mejoría del fútbol madridista, el francés ejerció de epicentro y director del juego a partir de sus movimientos apoyos desde la punta de ataque. Contra sus caídas a la espalda del mediocampo blaugrana había diseñado Valverde un trabajo específico de Gerard Piqué que permitió una de las batallas más estimulantes de la noche, pero a medida que las intervenciones del galo tendían hacia la banda fueron incrementando las dudas en el plan defensivo culé. Con Semedo enfrentado a Vinicius, el desdoblamiento de Karim proponía a la pareja compuesta por el lateral y el central una invitación al relevo que a menudo les generó problemas, en primer lugar por la propia complejidad de la acción, y en segundo porque pasando Piqué a la marca sobre el extremo el catalán quedaba fijado por una referencia diferente a la buscada inicialmente. Pese a lo permeable de su centro del campo, los locales fueron seguros atrás cuando Semedo se orientó a Vinicius y Piqué a Benzema, y en cambio se debilitaron cuando tuvieron que cruzar las vigilancias sin que desde la media o desde la delantera llegara un apoyo que las mantuviera invariables. Si bien la presencia de Malcom en el once fue uno de los factores que contribuyeron a la escasa capacidad de pausa con la que el ataque azulgrana arrancó el partido, la modificación que el Txingurri hizo de su posición mediado el primer período resultó clave para cambiar el guión del partido. El Barça se reenganchó al partido cuando el brasileño se enfocó a la banda.

Directamente porque frente a él aguardaba un Marcelo sangrantemente vulnerable tanto en el uno contra uno como a la espalda, pero más relevante todavía porque su ubicación escorada significó para los locales una solución a la hora de que los ataques pudieran mirar hacia el costado. Aguardando la pelota esquinado, pues, Malcom se erigió en un destino más cómodo y menos angustiado hacia el que dirigir los envíos, un anzuelo para cambiar la orientación de la zaga blanca atrayéndola hacia el banderín de córner, y un punto en el que dilatar el paso del balón para que el resto de líneas del equipo se aproximaran al ataque. Para que llegaran Jordi Alba y Semedo, para que Busquets, Rakitic, Piqué y Lenglet tomaran posiciones, y para que Arthur, después de treinta minutos sin su firma, se hiciera con el marco de juego. Dueño de la base de la jugada, escondite perfecto para la pelota en la zona ancha y opción de continuidad en campo contrario, el control y la serenidad que proyectó sobre el ritmo de juego del Barça no hizo que Busquets o Rakitic corrieran más rápido hacia atrás, ni que Luis Suárez fuera más veloz yendo hacia delante, pero sí hizo más lento al Madrid. Bajando revoluciones al juego, igualó el ritmo del rival al que necesitan algunas de las piezas troncales del Barça para no ser desbordadas. Cuando los de Solari quisieran revelarse a ello con el ingreso de Casemiro y Bale, también Messi entró al partido. Romperse ante él es más peligroso, y si además tiene a Gerard Piqué de su lado, es muy posible que lo sea a cambio de nada.

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– Foto: Angel Martinez/Getty Images

Comments:2
  • Marcus 7 febrero, 2019

    Me sorpendieron un poco las buenas valoraciones sobre Semedo, si que esta con mas confianza y que en defensa cumplio como siempre, pero en ataque ante un Vinicius q bajaba cuando le apetecia y un Marcelo desdibujado apenas genero peligro, realmente no veo una mejora en su juego, se ha ganado el titular por el bajon de SR pero no por que haya alcanzado um techo mayor. Aparte es mejor defensor y Pique rinde mejor con el al lado, Valverde tambien debe valorar ese aspecto mucho.

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  • Asier 7 febrero, 2019

    Yo creo que Semedo si que a mejorado algo en ataque en los últimos partidos, otra cosa es si a mejorado lo suficiente como para alcanzar el nivel que se exige a un lateral titular y mas teniendo en cuenta que Messi abandona ese espacio y esa banda necesita de alguna amenaza.

    A mi me ha decepcionado un poco el nivel de Malcom, no se si este nivel es por timidez, pero esperaba un jugador algo mas fino y ágil con el balón y de mayor velocidad punta y definición al espacio, tampoco parece muy hábil para leer cuando desmarcarse, alguna vez le he visto corriendo al espacio y el pasador no estaba en disposición de meter el pase, se nota que no es algo que acostumbrase a hacer. Y a pie natural en la otra banda le falta cambio de ritmo conduciendo el balón, le faltan recursos, y yendo al espacio pues igual que en la otra banda, falta de lectura.

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