
Volver a descubrir la banda
“Durante la pretemporada, en un entrenamiento Cruyff le dijo a Begiristain que tenía que jugar pegado a la banda. En el siguiente partido, Txiki le hizo caso. Jugó pegado a la banda. No marcó. Yo creo que no tocó ni el balón. Él pensaba que había sido el peor, pero al día siguiente Johan nos dijo: el mejor jugador ha sido él.” La anécdota la describía Andoni Zubizarreta a propósito de la pretemporada en Papendal que sirvió como primera piedra del Dream Team, en referencia a el rol que Cruyff tenía reservado en su sistema para los extremos, y en particular para un Txiki Begiristain a quien llegó a describir como uno de los integrantes más inteligentes de aquel histórico conjunto. Primero en banda y más tarde también por dentro, si algo supo interpretar el guipuzcoano en su etapa barcelonista fue la importancia que puede adquirir un futbolista en el juego de su equipo sin necesidad de entrar en contacto con el balón. Concretamente en banda, la suya era una función de posición-marco, es decir, una a partir de la cual, con la mera disposición sobre el rectángulo de juego, movía las fronteras y limites del terreno de juego. Sobre la cal, era un potencial punto de destino para la pelota, y por lo tanto una de las referencias que afectaban a la forma que tomaba la defensa rival. La ensanchaba, la expandía, alejaba piezas entre sí y contribuía a hacer más grande la superficie efectiva de juego. “¿Qué es defender bien y qué es defender mal? -se preguntaba El Flaco- Es relativo. Es distancia, nada más”.
A diferencia de la pasada temporada, en la que a la derecha de Leo Messi normalmente aguardaba otro atacante abierto, este curso el ataque del Barça no utiliza delanteros en la función de extremos. El carril diestro es el punto de partida del argentino, cuya influencia se traslada rápidamente al centro y libera la orilla para las llegadas desde atrás del lateral o, últimamente también, del interior derecho, de modo que como en la izquierda tampoco aguarda una figura escorada por delante de Jordi Alba con tal de no ponerle trabas a la imprescindible ascensión del catalán, suele suceder que, a la hora de construir juego desde abajo, la estructura táctica del Barça no dibuje esquinas por delante del balón. Es ésta de una de las innumerables posibilidades de índole táctico que tiene a su disposición el entrenador para dar forma a su planteamiento, y, como las demás, está lejos de resultar innegociable y de obligado cumplimiento, pero sí es cierto que en determinados contextos y bajo ciertos condicionantes se trata de un recurso en el que un equipo puede refugiarse si se enfrenta a dificultades como las que halló el FC Barcelona en su visita al Ramón Sánchez-Pizjuán. Contar con un futbolista abierto por delante del balón en uno de los costados es una llave para descompactar las piezas del rival cuando brega en la presión. Para desconectar a un adversario del plan de su equipo y abrir una grieta por la que escapar. Para dar aire al compañero (Imágenes a la derecha) o para sortear la emboscada si el adversario no atiende lo suficiente la presencia escorada del delantero. Para hacerse ancho ante un rival estrecho, obligándolo a cambiar o exponiéndolo a ser castigado. Es, además, una solución para alterarle el eje, girarlo hacia la esquina y que deje de defender orientado en todo momento hacia la portería contraria, y también la posibilidad de darle orden y cercanía al equipo activando el pase atrás. Es muchas de las cosas que, en ausencia de Arthur Melo, extrañaron los de Valverde y que valieron al Sevilla para hacer bueno el planteamiento de Pablo Machín.
Con el brasileño sobre el césped, en otros momentos del curso el ex Gremio ha sido el recambio del extremo desde la posición de interior izquierdo, provocando, desde una demarcación distinta y a partir de un proceder muy diferente, algunos de sus efectos más relevantes. Sosteniendo la salida, girando ante la presión y permitiendo avanzar metros al equipo, u ordenándolo en campo contrario al son de una circulación que terminara dandole cuerpo en el ataque y una disposición favorable encarando la transición defensiva cuando el balón cambiase de manos. Pero Arthur no estuvo en Sevilla, y en su lugar la medular azulgrana formó con Busquets en el ancla acompañado de Vidal y Rakitic, dos futbolistas con más dificultades que el brasileño a la hora de proteger la posesión de espaldas y de girarse ante el acoso de un oponente. De hecho Arturo, que inicialmente se distinguía como el interior más adelantado de los dos, reservando a Rakitic el tándem con Sergio y asumiendo él responsabilidades en la llegada, la amplitud y el ofrecimiento entre líneas, ante la incómoda perspectiva de recibir el cuero de espaldas a portería y los problemas para darse la vuelta, a menudo terminó retrasando su posición, incrementando indirectamente la presión en campo rival del Sevilla y reduciendo las opciones de pase a la espalda del mediocampo hispalense que podían contribuir a salvarla (Imagen de la izquierda).
La idea de Machín se enfocó más en las recepciones que en el origen del pase (Imágenes en la parte superior), apretando las recepciones de espaldas de los interiores o los delanteros del Barça, con una zaga de cuatro especialmente estrecha para la ocasión que cediese los carriles a Navas y a Quincy Promes del mismo modo que el ataque del Barça los cedía a Jordi Alba y Semedo. Sin que su rival pudiera estirar desde arriba por fuera, y con el centro abarrotado, la ventaja defensiva local consistió en poder defender siempre de cara, anticipándose a la recepción y perfilando el contraataque automáticamente tras cortar el pase. Sin cambiar de dirección, la interceptación seguía con una carrera en línea recta ante la que los jugadores del Barça sí tenían que darse la vuelta y ante la que, por lo tanto, partían en inferioridad estratégica. Con Sarabia a la espalda de Busquets, Navas de Jordi Alba y Promes alternando la retaguardia de Semedo con acercamientos hacia el interior que sujetaran a Piqué junto a Umtiti como Terrier hizo en Lyon para que los centrales no escoltaran al mediocentro, empezó mandando el Sevilla. Tanto que antes de reanudarse el segundo tiempo Ernesto Valverde introdujo dos modificaciones en su once. Dos cambios de jugadores y otras dos intervenciones tácticas que cristalizaron en un guión radicalmente distinto en la segunda parte. Las sustituciones del Txingurri estuvieron emparentadas, pues al tiempo que activó la banda derecha con un extremo como Dembélé a costa de perder un centrocampista, recurrió en el lateral a un Sergi Roberto que si bien también transcurrió por fuera asumió un mayor volumen asociativo.
– Con la entrada de Dembélé al descanso, el ataque del Barça giró con más continuidad a un Sevilla que en la primera parte podía defender de cara. –
Junto al paso al 1-4-2-3-1 con tal de disponer de una banda derecha abierta que separara la atención del lateral, estirara en vertical y facilitara recepciones en el carril menos exigidas para sus compañeros, la segunda actuación del técnico azulgrana consistió en ubicar a Rakitic por delante de la defensa en salida, una altura por detrás de Sergio Busquets. La medida acercó la técnica en el golpeo del croata a una parcela del campo con más posibilidades para jugar de cara (Imagen de la derecha), y dejó al canterano como un receptor más seguro con el balón en caso de ser encimado. No le sentaron igual de bien sus cambios al Sevilla, que de vuelta a la defensa de cinco comprometió tanto la altura de sus principales amenazas en transición como la frontal del área. Empezó a sufrir más en defensa porque, ahora, el ataque culé sí se llevaba su atención hacia una esquina moviéndole el eje hacia el costado y poniendo a sus zagueros de espaldas a la segunda línea visitante, y porque después de ir fuera, el Barça generaba espacios dentro para que la pelota llegara limpia a Leo Messi. También pasó a ser mucho menos constante en la amenaza porque, corriendo hacia atrás y hacia los lados, ni el contexto tras la recuperación del balón era el mismo que en el primer tiempo ni las piezas distribuidas por delante ocupaban espacios potencialmente tan dañinos para la respuesta del Barça. La segunda mitad llevó el encuentro a las inmediaciones del área de Vaclík, a Messi cerca del área y al Barça a juntarse a su alrededor tanto a partir del servicio desde las bandas como de la presión de su doble pivote. Leo, el balón y la portería contraria. Pocos equipos conocen mejor que el Sevilla el desenlace de esta combinación.
– Foto: Jorge Guerrero/AFP/Getty Images
Marcus 25 febrero, 2019
Estirar la lona que decian en el Blog de Perarnau en referencia a Pedro y Villa, Dembele en la derecha es un gran recurso, faltaria de alguien mas que estirara en profundidad, y parece que el recurso de adelantar a Alba solo fue algo puntual en Wembley, en Sevilla no uso esa opcion y no recuerdo ningun partido mas donde la probara.
Eric Tomas Gallardo 25 febrero, 2019
Para ser que el barça venia de una mala racha en cara a porteria, Messi y Suarez definieron bien. Creo que Coutinho hizo un buen partido y Umtiti tambien jugó muy bien, se ha recuperado muy bien y ahora estara la duda entre la vuelta de Umtiti o la continuadidad de Lenglet.
vi23 25 febrero, 2019
No sé si has hablado alguna vez de las alturas de rakitic y Busquets de manera más específica que en este post. Decirte que suscribo lo que sugieres. En mi opinión rakitic por detrás es mejor opción porque tiene mejor desplazamiento en largo (e incluso mejor defensa en repliegue) y Sergio más adelantado es mejor para proteger el balón y dar continuidad (y encontrar a leo) y para presionar en campo contrario la salida rival.