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Ter Stegen contra la presión

Goalkeeper, Marc-Andre ter Stegen of Barcelona looks on during the Group B match of the UEFA Champions League between PSV and FC Barcelona at Philips Stadion on November 28, 2018 in Eindhoven, Netherlands. (Photo by Dean Mouhtaropoulos/Getty Images)

Ter Stegen contra la presión

Planteamos una presión alta, prácticamente en su campo, al hombre, sin dejarles tiempo para que llegara bien el balón… y fue Ter Stegen el que nos complicó todo. Empezó a jugar en largo. No balones largos, sino pases largos“. Como les confesaba Xabi Alonso a los compañeros de Ecos del balón, el Barça, con Ter Stegen en la portería, disfruta de una ventaja que los demás no tienen. La presión, el rasgo distintivo que ha invadido el fútbol tras el paso de Guardiola por el Camp Nou, contra ellos debe hacer frente a un elemento tan particular e único como consecuente con el tiempo que le ha tocado vivir. Marc-André ve, se mueve, golpea y, cada vez más, piensa, como un jugador de campo más. Los emparejamientos en igualdad numérica nunca lo son, pues los azulgranas se guardan en la recamara la bala de un futbolista camuflado de guardameta. Provisto del tiempo, la visión y la técnica para el pase, tanto en corto como en largo, su rango y precisión en el desplazamiento es la llave para hacer grande un campo que el rival pretende hacer pequeño. El Liverpool de Jürgen Klopp, particularmente, tiene en la agresividad para el robo y la unión en la presión una de sus señas de identidad más marcadas. Causa y a la vez consecuencia de una propuesta de juego vinculada a la verticalidad y el ritmo frenético, que moldea desde la intensidad y la precisión táctica las dimensiones del terreno de juego hábil para su adversario. El Liverpool es corto, porque busca acompañar la primera presión con el avance de su defensa con tal de juntar las líneas del equipo, y también estrecho, en tanto que se trata de uno de los pocos conjuntos del concurso continental que integran a hasta tres jugadores en la primera barrera. A diferencia de los que dejan dos hombres arriba y cierran con cuatro la medular (como es el caso del Barça de Valverde), o de los que sin balón hacen retroceder a ambos extremos dibujando una línea de cinco por detrás del punta (a menudo Ajax o Manchester City son ejemplo de ello), los de Klopp, una vez pierden el control del esférico, mantienen la posición de sus tres hombres más ofensivos. Salah, Mané y Roberto Firmino son delanteros cuando atacan y también cuando defienden.

Liverpool

Debido a esto, porque con sólo tres mediocampistas el ancho de su segunda línea de presión se ve reducido, el suyo es un ejercicio con tendencia a la compresión que niega el tiempo y el espacio con el que el adversario pueda detectar zonas vacías. Seguramente no sea casualidad que en las contadas derrotas que han sufrido los reds este curso -todas fuera de casa-, prácticamente siempre su rival planteara un primer nivel de la salida de balón formado por tres futbolistas. A veces con la presencia de un tercer central natural, otras con la reubicación del mediocentro a la hora de iniciar el juego, o incluso con la fijación del lateral a uno de los lados de la zaga, este modelo de formación acostumbra a plantearle al Liverpool dos tipos de inconveniente: en primer lugar, la igualdad frente a sus tres jugadores más adelantados impide que estos ocupen posiciones intermedias entre dos rivales (entre central y lateral derecho, entre centrales, y entre central y lateral izquierdo) y, por otra parte, facilita el acceso rival hacia los laterales. Y es que, con únicamente tres centrocampistas en la segunda oleada, llevar al esférico hacia fuera y, sobre todo, apoyarse en la diagonal o el cambio de orientación, suele ser el camino más despejado para esquivar las emboscadas diseñadas por Klopp. El del alemán es un equipo que pone a su adversario entre la espada de la seguridad del pase corto, y la pared de la eficacia, pero también mayor incertidumbre, de la entrega en largo. En este sentido, y toda vez el envío frontal hacia Luis Suárez que tan bien le resultó al Barça de Luis Enrique en aquella semifinal de 2015, ante el gigante Van Dijk corre el riesgo de convertirse en un frontón que, previa anticipación del central, devuelva el esférico a la mitad blaugrana con un reparto posicional más pensado para abrir el juego que para cerrar la segunda jugada, los pies de Ter Stegen y la relación que establezcan con las bandas esconden buena parte del aire que puede necesitar el equipo de Valverde para alejarse de la presión red y, con ello, de su agresivo guión de partido. Sobre unos laterales a los que la manta del mediocampo inglés no alcance a cubrir, o sobre la posición de los extremos en disposición de jugarse el uno contra uno y proteger la pérdida con la línea de banda.

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– Foto: Dean Mouhtaropoulos y Jan Kruger/Getty Images

Comments:2
  • Superpato 1 mayo, 2019

    Lástima que las lesiones hayan impedido que Dembele llegue bien a la eliminatoria porque hay un tipo de salida de ter Stegen que podría venir muy bien hoy. Un pase raso, tenso del portero directamente a los lados del círculo central, donde el extremo recibe con espacio para correr. Con Dembele en forma es devastador para una presión adelantada.

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  • Iniesta10 1 mayo, 2019

    Messi es el Rey de la noche

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