Atlético y Real Madrid disputaron el sábado un derbi marcado por la cautela de unos y otros, en el que apenas Thomas Partey se decidió a romper del guión. Teórico último hombre del mediocampo colchonero, tanto peso adquirió el ghanés en el juego de su equipo y tanto acierto demostró en sus gestos y decisiones, que finalmente se repartió con Toni Kroos las llaves del encuentro. Más inesperado que el alemán, no tanto por el nivel de sus prestaciones sino por la naturaleza y altura de las mismas, puesto que la posición e influencia de Thomas, en las fases más dilatadas de posesión rojiblanca, llegaron a ocupar los espacios de hombres como Koke o Saúl, conectando directamente con los delanteros sin que el balón descansase antes en una escala previa.
Partey empezaba las jugadas por detrás de los demás mediocampistas del Atlético pero, a poco que la jugada se lo permitiera, las terminaba como si a su espalda otro Thomas le guardara el puesto, algo que a pesar de la positiva ascendencia del ghanés en el ritmo de ataque de los suyos le abrió alguna puerta al Real Madrid en transición defensiva. El excelente encuentro de Thomas, de todos modos, no le valió a los de Simeone para dar con una fórmula continua para generarle peligro a Courtois, en parte porque Diego Costa sacó poco provecho de su disputa con los centrales madridistas, y en parte también debido a que con Koke muy libre y a la espera de la internada de Trippier, la posición pendulante de Joao Felix entre el centro y la banda derecha tendió a aislar al delantero brasileño más de lo que 2019 recomienda.
A ello contribuyeron dos factores, por un lado la ausencia de Marcelo en el lateral izquierdo y por el otro la defensa que preparó Simeone de aquello que pudiera nacer en el perfil zurdo de la ofensiva del Madrid. A propósito de lo primero, más allá de que posicionalmente Nacho en algunos tramos le tapara a Hazard recorridos cómodos, la distancia que separa al canterano de Marcelo en términos de asociación reclamó en la orilla a un socio alternativo para el belga, una situación que arrastró a Benzema hacia fuera con más insistencia de lo habitual. Así pues, como la presencia exterior de Karim para oxigenar el ataque junto a Kroos y Hazard normalmente no tuvo como respuesta la llegada de un compañero al espacio desocupado en el centro del ataque, y puesto que el Madrid atacó sobre todo por la izquierda, a menudo sus ataques de desarrollaron sin referencias para el remate.
En cuanto a los ajustes defensivos sobre la producción que pudiera tener el perfil zurdo de su rival, Simeone puso en práctica dos soluciones. La primera tuvo que ver con la colocación de Thomas, como mediocentro derecho, en el camino de la diagonal con balón de Hazard, negándole al belga tanto la salida hacia el interior como el pase hacia la zona de la mediapunta. El ghanés fue el recurso de El Cholo para cortar la conexión entre el lado del ataque merengue que más genera, y una de las parcelas hacia las que puede dirigir su fruto: la frontal del área. Para las otras dos -el centro del área y la banda derecha- actuó el entrenador colchonero a partir de la posición defensiva de Vitolo Machín, que cuando el juego del Madrid se desarrollaba por la izquierda, siendo el centrocampista más alejado de la acción, no tenía el cometido de cerrar en la media hacia el interior del terreno de juego acompañando la basculación, sino el encargo de hacerlo hacia fuera tomando apariencia de carrilero izquierdo.
– Foto: JAVIER SORIANO/AFP/Getty Images

