«Cuando un muñeco supera a un muñeco… ¡listo!», Pep Guardiola.
De entre los muchos problemas que ha tenido el Barça esta temporada, uno de los que más destacan es su escasa capacidad en el uno contra uno. Lo ha notado por ejemplo su ataque, muchas veces abonado al centro lateral para disfrute de Luuk de Jong, debido a que después de hacer llegar el balón a la banda los extremos azulgranas no han sido capaces de desbordar a su par. Así se explica el enorme primer impacto de un futbolista tan lineal como Adama Traoré, o la casi dependencia de un Ousmane Dembélé convertido en principal amenaza individual a pesar de su poca sintonía con el colectivo. Decía Johan Cruyff que en el Dream Team era fundamental que los delanteros ganaran el uno contra uno. Que se impusieran en su batalla particular para justificar los riesgos que tomaba el equipo para generarles situaciones en las regatear a su par. Así describía Jon Andoni Goikoetxea sus funciones como extremo a las órdenes de Cruyff: «Estar bien abierto, no perder balones fáciles y tratar de encarar al lateral cuando tuvieras la oportunidad«.
En el caso del Barça de Guardiola, más que en las bandas el desborde fue por dentro. A través de Messi o Andrés Iniesta. Superar contrarios en el carril central para obligar al rival a cerrarse obre si mismo como un papel arrugado, liberando así espacios para que jugadores como Eto’o, Henry, Pedro o Villa quedaran delante del portero tirando la diagonal: «En el baloncesto atacas a canasta y cuando el rival se cierra sacas el balón fuera y tiras el triple. En fútbol es lo mismo: tienes que atacar al punta, tienes que atacar a los pivotes y tienes que atacar a los centrales (…) El central o el mediocentro tiene que atacar a los pivotes rivales. Tiene que hacerlos salir, porque si no se quedan ahí y el espacio a su espalda no existe. Y luego los que reciben el balón a esa espalda tienen que atacar a los centrales. Ahí se genera la ocasión«. La actual plantilla del Barça, sin embargo, tampoco tiene en sus hombres de carril central a futbolistas especialmente desequilibrantes. En un fútbol en el que incluso antiguos extremos terminan acomodados en el interior para acercar su regate a los centrales rivales, los perfiles más presentes en el conjunto culé son otros.
La debilidad barcelonista en los duelos individuales, no obstante, no solo se muestra en la parcela ofensiva, sino que seguramente adquiere su cara más dañina en la parte defensiva. Entre los ocupantes habituales de las posiciones más retrasadas del equipo, solo Araújo es capaz de ganar con continuidad el uno contra uno defensivo. De imponerse en el reto directo que le plantean los delanteros rivales. «Hay que ganar siempre el uno contra uno, tanto en ataque como en defensa«, afirmaba Johan Cruyff, quien, de hecho, sin balón solía organizar a la zaga del Dream Team a partir de marcajes hombre a hombre. Con el equipo volcado al ataque, la defensa tendría mucho espacio que gestionar y pocas ayudas del resto de compañeros, de modo que parte importante de su trabajo se resolvería en igualdad numérica frente a los atacantes. Ferrer, Nando, Juan Carlos o Sergi Barjuan, como después Puyol, Alves, Abidal, Mascherano, Rafa Márquez o Piqué a las órdenes de Guardiola, debían ser capaces de ganar el duelo.
«Puyol me ha pedido que el nuevo central sea un jugador rápido«, reconocía Zubizarreta preguntado por el relevo del histórico capitán. En la línea de aquel Víctor Valdés que cuestionado sobre su sustituto le dio más valor a su solvencia en el uno contra uno delante del delantero que al juego con los pies: «El juego con los pies se puede entrenar, pero un portero tiene cerca de 30 unos contra uno en la temporada que deciden partidos, ahí es donde no puedes fallar«. Ahí es donde sí ha fallado esta temporada el Barça.
– Foto: CRISTINA QUICLER/AFP via Getty Images

