
Atasco en el centro
Una de las singularidades de Xavi Hernández como entrenador es que, habitualmente, cuando opta por juntar a cuatro centrocampistas en un mismo once y dibujar un 1-3-4-3, su línea medular suele tener forma de cuadrado y no de rombo. Más que un reparto posicional que distinga un mediocentro, dos interiores y un mediapunta como por ejemplo hiciera en su día Johan Cruyff, el libro de recetas del egarense prioriza más una estructura con dos futbolistas en el primer escalón del mediocampo y otros dos por delante. Se trata de una fórmula que como futbolista conoció en primera persona, pues aunque el sistema base del Barça de Guardiola fuera un claro y reconocible 1-4-3-3, el gusto del propio Xavi por acercarse al círculo central y la tendencia de Iniesta y Messi a instalarse en tres cuartos de campo, muy a menudo terminaban dando forma a un cuadrado con el de Fuentealbilla y el argentino situados por delante de Xavi y Busquets. Un cuadrado histórico e imposible de repetir en el que sus piezas más adelantadas tenían la particularidad de sobresalir desbordando rivales por dentro. Sin extremos dribladores y priorizando en banda perfiles como los de Pedro o Villa, el Barça tenía a sus jugadores más desequilibrantes en el centro, lo cual le proporcionaba enormes beneficios a la hora de agrietar sistemas defensivos rivales basados en el repliegue.
Hoy Xavi no tiene perfiles como aquellos. Su desborde llega por fuera. Si en el equipo de Pep los futbolistas con más regates por partido eran elementos interiores como Messi, Iniesta o incluso Thiago, en el de Xavi la clasificación la encabezan perfiles como los de Abde, Adama Traoré o Dembélé. Para disimular este déficit de su plantilla, el técnico del Barça había encontrado tres soluciones: la conexión entre Araújo y Aubameyang, la posición de Pedri y el ritmo de juego. El vínculo desde el pase del central uruguayo y el delantero gabonés, habían supuesto en las últimas semanas una forma directa y más o menos sencilla para que el Barça introdujera el esférico a la espalda del mediocampo rival. Para que agrietara sus líneas defensivas. Aprovechando la libertad que los contrarios suelen concederle al uruguayo, y jugando con los recorridos de los interiores para abrir el carril central, los culés habían encontrado un avance fácil. El Galatasaray de Domènec Torrent, sin embargo, acertó a minimizarlo. Concedió igualmente la salida a Araújo liberándolo de cualquier marca, pero sabiendo el tipo de continuación que éste le daría a la jugada se preparó para que no tuviera consecuencias (Imagen abajo a la izquierda). Encimando con los centrales el apoyo del punta, limitando la separación de sus dos mediocentros cuando los interiores culés se abrieran, y aprovechándose de la poca ruptura por delante de Ferran que tuvieron los locales. Convirtió la salida del Barça a través de Araújo en una vía muerta.
La segunda decisión que tomó Torrent fue ordenar una vigilancia individual de Feghouli sobre De Jong cuando el Barça iniciara el juego desde atrás. Así cortó el Galatasaray la conexión entre los centrales y el mediocentro culé, y obligó a que fueran los interiores quienes tuvieran que retrasar su posición para recoger el balón. Nico, que no acertó a encontrar su lugar en la banda de Dest, Adama y Araújo, y un Pedri más desenganchado de lo habitual de la corona del área (Imagen arriba a la derecha). Como los de Xavi tampoco encontraron un ritmo de ataque elevado que les permitiera desbordar a la defensa por agitación o favorecer recuperaciones cerca del área, debido a los problemas de Nico en el perfil derecho y al excesivo gusto de Memphis por retener el balón en el izquierdo, a los locales prácticamente solo les quedaron los centros al área como solución para tratar de generar peligro. Una tendencia que se fue acentuando a medida que avanzaba el partido, que encontró en la superioridad de Adama una presentación fácil, pero que chocó contra el buen hacer de los centrales y de Iñaki Peña descolgando los balones aéreos. Aunque el desenlace de las jugadas no cambió, las decisiones que tomó Xavi al descanso sí lograron alterar las fases anteriores. Por ejemplo, la salida del campo de Araújo, aunque a punto estuvo de cobrársela Gomis, le sirvió al Barça para ganar riqueza en la salida obligando al Galatasaray a liberar a un central más dañino con la pelota.
Con Piqué sobre el campo este papel recayó en Eric García, que dinamizó el juego culé desde los primeros pases. Conduciendo hasta campo rival, siendo más creativo en su toma de decisiones y diversificando su paleta de golpeos, llevó al rival a un tipo de defensa más abierta (Imagen arriba a la izquierda). Si en el primer tiempo el conjunto turco había tenido que tapar un único camino cuando la defensa del Barça construía, en el segundo tuvo que atender más frentes. También la salida de Busquets, ya con los azulgranas más instalados en campo rival y favorecido por el juego de Eric (Imagen arriba a la derecha), incrementó el ritmo culé con balón y su empuje en la recuperación, al tiempo que reubicó a De Jong en uno de los interiores. Como novedad, en es esta ocasión el neerlandés se ubicó en el perfil derecho, posición en la que habitualmente jugó con Koeman pero que Xavi venía entregando a Pedri cuando el canario y el neerlandés coincidían en el campo por delante de un pivote. La tercera pata de la revolución del técnico catalán fue Dembélé, para que con su imprevisibilidad el equipo escapara de la tendencia a concentrar todo su ataque en el centro lateral. Eso no lo consiguió, y de hecho insistió más en ello durante el segundo tiempo que en el primero. Quizá echando de menos a un futbolista que pudiera recibir en la corona del área y desbordar por dentro.
– Foto: David Ramos/Getty Images