
De atrás hacia delante
El dato es sorprendente: En ninguno de los duelos europeos que ha disputado esta temporada, el Barça ha juntado en el once inicial a su defensa titular. A la que forman Koundé, Araújo, Christensen y Balde, y cuyo impacto en el equipo es parte fundamental del liderato de los de Xavi en Liga. Contra Bayern Múnich, Inter de Milán, Viktoria Plzen y Manchester United, al menos uno de los cuatro se ha quedado fuera de la alineación. Para el FC Barcelona, este curso, tal circunstancia no es cualquier cosa, pues el cuarteto representa una de las principales fortalezas competitivas de los azulgranas. A nivel individual, seguramente únicamente Ter Stegen está rindiendo por encima de ellos, pero, además, a nivel colectivo su influencia es sostén de alguna de las grandes armas del equipo.
Con balón, por ejemplo, pulen la salida desde atrás gracias a la mejoría de Araújo en el manejo de la pelota, al desborde de Balde, o a la lúcida interpretación que hacen Christensen y Koundé del pase y la posición. El francés, además, desde la derecha es clave para potenciar al extremo con el que comparte la banda, del mismo modo que lo es Balde en la orilla contraria gestionando como un delantero más el carril que el Barça desocupa para ganar, con Gavi, la presencia de un cuarto centrocampista. En la faceta defensiva, por su parte, el impacto de la zaga titular del Barça es simplemente colosal. El equipo de Xavi se expresa sin balón principalmente a través de la presión en campo rival, y gracias a las vigilancias defensivas, la efectividad en los duelos, la capacidad correctora y la suficiencia corriendo hacia atrás de Koundé, Araújo, Christensen y Balde puede volcarse en ello sin preocuparse de lo que ocurre a su espalda. Sin reservarse nada. Pudiendo asumir unos riesgos que su zaga desactiva. Tanto si el rival logra superar la presión blaugrana como si trata de esquivarla, lo normal es que sus intentos mueran en la cabeza o en los pies de uno de los cerrojos de Xavi. En su impacto se lee parte importante del liderato doméstico de los culers, y también de su tortuosa andadura en Europa esta temporada.
Por eso sorprendió que ayer el Barça cambiara por completo su línea defensiva para medirse al United. Aunque a nivel nominal las novedades fueran dos, en realidad ninguna de las cuatro plazas estuvo ocupada de inicio por su inquilino habitual. En el lateral derecho de Koundé partía Araújo, en el de Balde lo hacía Jordi Alba, y la pareja de centrales normalmente compuesta por Araújo y Christensen esta vez la formaban Koundé y Marcos Alonso. Ten Hag, por su parte, quizá previendo la alineación de Araújo en el lateral, planteó un ataque con Rashford como ariete y con el neerlandés Weghorst incrustado en mediocampo como interior, desde donde debía distinguirse como referente en el juego directo y la presión. Este último punto fue clave en el desarrollo del encuentro, pues el trabajo que realizaron Weghorst y Fred sobre Kessié y De Jong dificultó que los locales pudieran darle rimo y velocidad a la circulación. El Barça movió el balón más lento de lo habitual, por tramos nervioso, y con una mayor facilidad de caer en unos errores que Ter Stegen acertó a minimizar. La lentitud de la circulación culer, especialmente a la hora de llevar el balón de lado a lado, tuvo un segundo efecto, pues contribuyó decisivamente a que los de Xavi no pudieran explotar mejor una de las oportunidades que les ofrecía el planteamiento de su rival.
Uno de los ajustes que vienen empleando los rivales contra el Barça de los cuatro centrocampistas es el de pedir al lateral derecho que persiga a Gavi hacia el centro, con tal de contrarrestar la superioridad numérica que el canterano dibuja en la línea de medios cuando ejerce como falso extremo. De este modo, con la posesión en poder del Barça no fue extraño ver a Wan-Bissaka ubicarse sobre el campo como un tercer central o un segundo mediocentro dependiendo de la altura del juego, dirigiendo su influencia claramente hacia el carril central y dejando completamente abandonada la banda. Jordi Alba, que en el 1-3-2-2-3 en ataque es quien asumió la posición de extremo, quedaba permanentemente libre de marca. El Barça lo encontró, pero sin el peligro esperado. Resultó un puñal sin punta. En primer lugar por carecer de las posibilidades en el desborde de Alejandro Balde, y en segundo lugar por la forma que tuvo el Barça de activarle. Sin Busquets, con Pedri más caído a la derecha y De Jong tapado por Fred, al tándem Alonso-Kessié les faltó agresividad en el pase para lanzar a Alba sin que Casemiro, Varane o Wan-Bissaka llegaran a la cobertura. En especial el marfileño, prácticamente siempre prefirió un pase seguro hacia atrás que buscar el desmarque del lateral con un envío más vertical.
Lo que sí le proporcionó al Barça la libertad de Jordi Alba en banda fue una vía para ganar metros, acercarse al área y empezar a defender lejos de Ter Stegen. Presionando hombre a hombre, con Gavi, Pedri y Lewandowski por dentro, Alba muy arriba y Kessié, como en Villarreal, protegiendo la espalda del lateral y librando contra Weghorst la batalla del envío directo. El marfileño aguantó el pulso en la disputa aérea, pero su posición escorada facilitó que tras ganar la segunda jugada el United pudiera atacar por dentro a una pareja de centrales culer menos ajustada. Especialmente Rashford, protagonista de la reacción inglesa tras el gol de Marcos Alonso, y estandarte de un tramo inicial del segundo tiempo que cerca estuvo de mandar al Barça a la lona. El efecto anímico de algo tan normal en fútbol como recibir un gol en contra, el Barça, en Europa, lo encaja como un suceso demoledor. Como un golpe directo a su estabilidad emocional. El local, con 1-1, fue un equipo muy diferente que con 0-0, por mucho que ambos empates tuvieran la misma implicación en una eliminatoria que pudo escaparse en los minutos posteriores al 1-2.
Acertó, sin embargo, Xavi en los cambios, dando entrada a Balde, Christensen y Ansu, y cambiando las posiciones de Koundé y Araújo, para recuperar su defensa de gala. De paso, también, acercó a Gavi a la base de la jugada para auxiliar a Frenkie de Jong. Con Araújo y Christensen en el centro el Barça contuvo la herida, con Balde aprovechó mejor los espacios en la banda izquierda, y devolviendo a Koundé al lateral derecho le generó un contexto de juego más ventajoso a Raphinha. Con su defensa titular los locales presionaron mejor, recuperaron más arriba y ganaron claridad en los primeros pases. De atrás hacia delante.
– Foto: PAU BARRENA/AFP via Getty Images