
El reloj de Míchel en Girona
Fue el maravilloso Ruud Gullit quien dijo aquello de que un equipo de fútbol es como un buen reloj, y que por eso si pierde una pieza ya no funciona igual aunque todavía se vea bonito. Esto lo entendió a la perfección el Sevilla Fútbol Club desde 2003 hasta hace algunos años. Dirigido primero por Joaquín Caparrós, después por Juande Ramos y capitaneado por Monchi desde los despachos, durante este período el club hispalense se caracterizó por su capacidad de descubrir talento y revalorizarlo en poco tiempo. Gracias a ese olfato, pasaron el Sánchez Pizjuán futbolistas como Dani Alves, Julio Baptista, Adriano Correia, Federico Fazio, Ivan Rakitic, Geoffrey Kondogbia, Steven Nzonzi, Clément Lenglet o Grzegorz Krychowiak. Futbolistas que además de ofrecer un gran rendimiento con la camiseta sevillista dejaron en Nervión unas importantes plusvalías en sus traspasos. En la mayoría de casos, sin embargo, el dinero de sus ventas no se utilizó tanto para encontrarles un remplazo, sino para acometer nuevas inversiones. Después de Dani Alves no buscó otro Dani Alves, sino otros futbolistas a los que hacer crecer. No pretendió seguir jugando de la misma forma, sino seguir jugando igual de bien.
Al Girona este verano se le ha presentado un problema. El fichaje de Oriol Romeu por el Barça le quitó a los de Míchel a un jugador troncal. A un pilar fundamental en el funcionamiento del equipo. Una de esas piezas estructurales que cuando se cambian el reloj sigue pareciendo bonito, pero ya no funciona igual. En estos casos los equipos suelen tener dos opciones. La primera pasa por priorizar el encaje, buscando un futbolista tan parecido como sea posible aunque no sea equivalente a nivel de calidad. Alguien que rellene el molde de forma exacta a pesar de no brillar en él con la misma potencia. La segunda opción opera en el sentido contrario, poniendo por delante la voluntad de igualar la calidad aunque eso signifique no reproducir el mismo encaje. Mirando incluso a otras demarcaciones. Es lo que ha hecho este curso el conjunto catalán, sustituyendo, en la práctica, a un mediocentro como Romeu por un extremo como Savinho. La trascendencia en el juego que el curso anterior tenía el de Ulldecona hoy recae sobre el brasileño. Es el nuevo Oriol Romeu de una forma y desde un lugar muy distintos. A esta reconfiguración del Girona la ha ayudado, paradójicamente, una segunda pérdida. El regreso de Rodrigo Riquelme al Atlético de Madrid no sólo dejó la vacante en el sector izquierdo que ha ocupado Savinho, sino que también ha abierto la puerta a un cambio más profundo en la banda que ha terminado influyendo en la zona y las atribuciones del mediocentro.
– A la izquierda, el mapa de Miguel Gutiérrez la temporada pasada. A la derecha, su mapa esta temporada. (vía sofascore.com) –
Y es que dónde Riquelme representaba la figura de un centrocampista de banda con preferencia a ocupar pasillos interiores y que, por lo tanto, agradecía la compañía de un lateral que pudiera proyectarse por fuera y abrir el campo pisando zonas de extremo, hoy Savinho ejerce como un atacante mucho más dado a recorrer la orilla y a batirse en el uno contra uno ante su marcador. El lateral izquierdo perfecto para el brasileño no es uno que se incorpore pisando un espacio que ya es suyo y arrastrando hacia su parcela a más jugadores contrarios, sino uno que se sujete más a la hora de subir la banda y que pueda influir por dentro para llevarse contrarios lejos de la cal. Un lateral que en ocasiones parezca un mediocentro, como por momentos lo está pareciendo Miguel Gutiérrez esta temporada. Aclarando la banda para Savinho y apareciendo como una suerte de segundo pivote al lado de Aleix García, en el lugar que el curso pasado era de Oriol Romeu, para que David López inicie el juego entre centrales. Michel no ha sustituido a Oriol Romeu. Seguramente porque no podía. En su lugar ha construido un equipo donde el mediocentro a veces ejerce de central y el lateral izquierdo a veces ejerce de mediocentro. Un equipo con nuevas piezas, que luce igual de bonito pero que funciona distinto. Quizá incluso mejor.
– Foto: JORGE GUERRERO/AFP via Getty Images