Es especial

Es especial

Pau Cubarsí es un futbolista especial. Es especial porque no es común que un canterano debute con el primer equipo en Liga a los dieciséis años, y menos aún que lo haga en una demarcación como la de central, tan inclemente con quienes carecen de experiencia. Mientras varios de los mejores han tenido que esperar en la sala de espera del lateral o del mediocampo, Pau ha entrado directamente al puesto que más oficio, jerarquía y bagaje suele demandar. Menos habitual es todavía que después del debut Cubarsí haya sumado otras cinco titularidades, asentándose como alternativa en un once donde alguno de sus competidores está teniendo que adaptarse a jugar como lateral o mediocentro. No obstante, más allá de por su precocidad, si Pau Cubarsí es especial es debido a su fútbol. De él podría decirse que es un central formado en La Masia y que, por lo tanto, su juego lleva impresa la marca de quienes crecen en el fútbol base culer. Eso sería quedarse a medio camino, pues igualaría sus virtudes a las de tantos otros. Lo pondría bajo un paraguas común que, en su caso, se queda corto. Y es que Pau Cubarsí tiene aquello que se aprende, pero también aquello que no se puede enseñar. Que se tiene o que se desarrolla, pero, en todo caso, que le es propio al jugador. A su talento. Cubarsí no tiene todavía la mayoría de edad, pero sí la tranquilidad, la personalidad, la iniciativa, la lectura y la visión de juego para ser, desde el minuto uno, el mejor central del Barça a la hora de sacar el balón jugado desde atrás. Para dar con el compañero libre independientemente de en qué línea se encuentre, de forzar que éste aparezca si el rival no lo concede, o de reconocerse como tal y sacarle partido.

Ocurre que para poder ser especial a los diecisiete años primero hay que ser normal, y a Cubarsí la normalidad se la proporciona su desempeño defensivo. Su juventud no constituye una debilidad para la zaga barcelonista, a pesar de que, siendo un adolescente, a menudo parta con inferioridad en la disputa de los duelos. Sin embargo, a diferencia de otros que lo intentaron antes que él, Pau está mostrando talento sin balón para disimular sus carencias y agrandar sus virtudes. Este fin de semana, ante el Getafe, ganó todos los duelos de diputó, pero incluso cuando no ha sido así ha demostrado inteligencia para saber que, a veces, tan importante como ganar el duelo es que no lo gane el oponente. O que si lo gana no pueda aprovecharlo. Su actuación con y sin balón contra los de Bordalás fue una de las claves de la superioridad del Barça. El cuadro de Xavi se impuso en cada fase del juego, empezando por un inicio de la jugada que, en esta ocasión, tenía a Cubarsí como elemento central. Quizá para acercar el factor corrector de Araújo a la espalda de Joao Cancelo, o quizá porque con el uruguayo tapando ese sector es menos probable que el central diestro tenga que corregir hacia la izquierda, esta vez el canterano se situó entre Ronald y Koundé cuando los azulgranas formaban con tres centrales para sacar el balón. Con Christensen y De Jong por delante, Raphinha y los Joaos abriendo el campo, y Gündogan muy alto dibujando prácticamente una doble punta junto a Lewandowski.

El polaco y el alemán fueron la otra clave del planteamiento de Xavi, que consistió en castigar la presión getafense atacando en profundidad la espalda de los centrales. No obstante, el Barça no lo hizo tanto desde la punta de ataque como desde las bandas o la segunda línea, puesto que, precisamente, la tarea de Robert e Ilkay era la de fijar, arrastrar y sacar de zona a Alderete y Gastón Álvarez. Ambos arrancaban la jugada casi en paralelo, buscando el dos contra dos, pero al tiempo que Cubarsí generaba ventajas desde atrás ellos descendían, a menudo a la vez, para vaciar por completo el centro de la zaga visitante. Dos delanteros metidos a mediapuntas para convertir a dos centrales en dos mediocentros, habilitando un enorme espacio interior para las diagonales de Raphinha y Joao Félix, o para las llegadas de Cancelo, De Jong, Fermín o, insulso, Christensen y Koundé. Para girar, desde el pase y la carrera, al sistema defensivo de Bordalás, castigar el flojo desempeño de Djené y estirar al equipo hacia adelante a partir del desmarque. Asistiendo desde la banda para romper por dentro, o lanzando desde el centro hacia los desmarques desde la cal. Huyendo de envíos frontales que Alderete, Gastón o David Soria pudieran atacar de cara.Terminando en Raphinha o Joao Félix, apoyándose en Gündogan y Lewandowski, y empezando en Cubarsí. Terminando en la velocidad, apoyándose en la calidad y empezando en un central de diecisiete años tremendamente especial, y no sólo por su edad.

– Foto: David Ramos/Getty Images

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