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Un Erasmus para centrales

Un Erasmus para centrales

Durante los últimos treinta años, el FC Barcelona no ha conseguido asentar en el primer equipo a ningún central que, formado como tal, no haya completado su maduración con ‘un Erasmus’ en otro equipo. Lo intentaron Quique Álvarez (un partido con el primer equipo en 1995), Rodri (cinco partidos entre 2004 y 2006), Andreu Fontàs (ocho partidos entre 2009 y 2012) o Marc Bartra (cincuenta y nueve partidos entre 2010 y 2016). Carles Puyol, por su parte, cimentó una carrera de leyenda en del centro de la zaga después de llegar a la primera plantilla como lateral derecho, recorriendo en sentido contrario el trayecto que parece estar siguiendo Óscar Mingueza, que después de ejercer como central en el filial ha encontrado su mejor rendimiento como lateral en el primer equipo.

No quiere decir esto que el conjunto culé no cuente con centrales formados en alguna de sus categorías inferiores. De hecho, su actual plantilla tiene tres: Gerard Piqué, Eric García y Ronald Araujo. Tres jugadores que además de su paso por alguno de los escalones del fútbol base barcelonista comparten experiencias fuera del abrigo de La Masia. Piqué puso rumbo hacia Inglaterra a los 16 años de edad para vestir la camiseta del Manchester United durante cuatro temporadas, tiempo durante el cual sumaría también un año como cedido en Zaragoza. Eric, también con 16 años, firmó en 2017 por el Manchester City para volver al Camp Nou cuatro cursos más tarde. Y el uruguayo Araújo, con 19 años, fue uno de los fichajes del filial para el curso 2018-19 después de haberse desarrollado como futbolista en su país. Incluso Arnau Comas, líder de la defensa del Barça B la temporada pasada y, sobre el papel, el zaguero mejor posicionado del filial para ayudar al primer equipo en caso de necesidad, después de su etapa juvenil jugó como cedido en el Olot la campaña 2019-20, donde se convirtió en una pieza importante en los planes de Raúl Garrido.

Nunca había aprendido tanto como esta temporada rescataba entonces Arnau durante su cesión- ha sido un cambio radical dejar atrás Barcelona y venir a Olot jugando con futbolistas contrastados y veteranos (…) Descubrir la 2ªB me ha abierto un mundo nuevo“. Algo parecido le ocurrió a Piqué cuando aterrizó en Manchester, tal como relató en el programa Universo Valdano: “Llegué siendo exquisito con el balón, pero diría que era blando. Allí aprendí a ser duro“. Gerard ya se había expresado así más de una década atrás, en otra entrevista concedida, en este caso, a el periódico El País: “¿Qué aprendí en Manchester? A defender sin la pelota. Me hicieron espabilar el primer día que un tipo así [señala a su cintura] se me llevó dos balones de cabeza. Entendí que no bastaba con ser el más alto. Tenías que saber usar el cuerpo, chocar…“. Su aprendizaje como central en el fútbol formativo del Barça había sido otro.

Lo recuerda Roger Riera, actualmente central del Andorra, y quien estuvo en la cantera azulgrana desde categoría alevín hasta el Barça B: “En categorías inferiores la superioridad es muy grande y jugando en el Barça eres muy dominador. Mandas en los partidos y tu juego como central se desarrolla casi en mediocampo, con muchos metros a tu espalda, atendiendo a las vigilancias defensivas y, sobre todo, teniendo mucho protagonismo con el balón“. Sergio Ayala, dos años mayor que él y hoy en las filas del San Fernando CD apunta en la misma dirección cuando evoca su experiencia como central en el fútbol base barcelonista: “Sobre todo cuando eres más pequeño, el dominio del Barça es muy grande. Los centrales prácticamente jugábamos en campo contrario y nuestras exigencias durante el partido eran principalmente con balón. Sin balón no teníamos las mismas obligaciones que los centrales de otros equipos“.

Se trata de una realidad que no sólo se evidencia en los partidos, sino también durante el día a día en unas sesiones de entrenamiento en las que a los zagueros se les instruye especialmente en el tipo de acción que deberán hacer frente durante los encuentros, y en las que el juego con balón dando inicio a la jugada ocupa un lugar principal: “En las categorías inferiores del Barça el entrenamiento de un defensa no es diferente al de un centrocampista o al de un delantero -señala sobre esto Ayala – el rondo o el juego de posición son ejercicios que engloban todas las posiciones. Por eso los centrales tenemos esas virtudes con el balón, porque nos entrenan como a cualquier otro jugador. Es a partir de juveniles que se empieza a trabajar de una forma distinta y específica según tu posición“. Lo subraya Riera: “En mi época recuerdo que en categorías inferiores se trabajaban muchas más situaciones con balón que sin balón, y muy pocas acciones de área. En la parte defensiva, se le daba más importancia a trabajar las vigilancias cuando estás con la línea adelantada o a la presión tras pérdida para recuperar rápido el balón“.

Como para Piqué o Arnau Comas, también para Roger Riera y Sergio Ayala abandonar el abrigo de La Masia resultó un impacto a nivel futbolístico. Roger recaló en Inglaterra, en el equipo sub-21 del Nottingham Forest, donde su trabajo como central sería muy diferente al que había conocido hasta entonces: “Con balón, vienes de un estilo en el que salir jugando desde atrás es fundamental, y te encuentras con un fútbol más directo que no quiere que corras riesgos atrás. Y en defensa tienes que trabajar mucho más las situaciones de área, de centros laterales, de marcaje… Era un fútbol mucho más directo, más físico y con más duelos“. A diferencia de Riera, Sergio Ayala no salió el fútbol español, pero en su desembarco como cedido en el Deportivo Alavés encontró un choque estilístico igual de contundente: “Lo noté muchísimo, fue un cambio brutal. Pasé del juvenil del Barça al grupo vasco de 2ªB, y el recuerdo que tengo es que se me comieron. Ese año no jugué mucho porque me costó adaptarme. Yo era un central muy estilo Barça: delgadito, zurdo, con salida de balón… Pero a la hora de competir y disputar era inferior a mis compañeros más veteranos. Era un central blando. En el Barça estábamos acostumbrados a defender con el balón, desde la posesión, y ahora tenía que saber defender también el área, los duelos aéreos o las disputas. Los primeros años fueron difíciles, pero aprendí mucho. Y lo que aprendí me sirvió para crecer como central“.

Asegura Roger Riera que “cuando llegas al Barça B o al primer equipo todo se iguala y es más complicado. Ya no puedes estar el 90% del tiempo en campo contrario y hay equipos que te pueden quitar el balón en algunos momentos. Tienes que aprender a hacer frente a otro tipo de acción defensiva“. Es entonces cuando, a su juicio, el aprendizaje adquirido por los centrales lejos de La Masia puede jugar a su favor: “Yo me siento más cómodo en un estilo como el del Barça, porque es en el que he crecido, pero conociendo otros estilos puedes ser un jugador más completo (…) Si has estado muchos años en la cantera y te has formado en el estilo de juego del Barça, salir fuera te puede dar otra perspectiva. Pero el paso más importante es conocer el estilo del Barça. Haberlo vivido. Haberlo mamado. Porque es el que te forma para que puedas jugar como el primer equipo. El error sería que el primer equipo hiciera un fútbol diferente al de la cantera“. Para Ayala, ‘salir de Erasmus’ es especialmente interesante en el caso de los centrales: “Ser atacante o centrocampista es diferente, pero como central estar fuera del Barça te ayuda mucho. Aunque habrá centrales que no lo necesitarán para ser grandes centrales del Barça, creo que salir uno o dos años te puede hacer mejor (…) A mí me ayuda mucho haber sido canterano del Barça, porque tengo interiorizado ese estilo y puedo ser importante en mis equipos dando salida al juego desde atrás, pero haber jugado en otros equipos de 2ªB también me ha hecho crecer en otros aspectos que no dominaba tanto“.

La del Barça y las cesiones de sus canteranos es una historia peculiar. El argumentario sobre el que se sustenta la refundación del fútbol formativo culé las contraviene. Ese argumento con el que a partir de la llegada de Johan Cruyff al Camp Nou el club optó por dejar de producir jugadores de fútbol en general para especializarse en producir jugadores del Barça, de acuerdo a una nueva idea de juego que se pretendía fuera duradera e inamovible. ¿Dónde aprender mejor a ser jugador del Barça que en el propio Barça, más cuando el modelo de juego en el que tendrán que desenvolverse tus jugadores no es el de los demás? La receta es lógica: captar a los mejores jóvenes talentos y educarlos en la manera de jugar que, más delante, se encontrarán en el primer equipo. Aun así, el arquitecto de la idea, el propio Cruyff, durante sus años como entrenador del FC Barcelona no fue contrario a las cesiones. Las aplicó en casos como los de Sebastián Herrera, Sánchez Jara, Delfí Geli, Sergi López, Antoni Pinilla, Thomas Christiansen, Óscar García o Lluís Carreras, y las defendió como una forma para que los jugadores sumaran minutos, ganaran oficio y regresaran ‘más hechos’.

Sin embargo, históricamente el saldo de este tipo de operaciones en can Barça es claramente negativo. Salvo el cacareado precedente de Albert Ferrer en Tenerife y la experiencia de Óscar García Junyent, que después de un año como cedido en el Albacete de Benito Floro fue jugador del Barça de 1995 a 1999, ningún otro canterano ha conseguido asentarse en el primer equipo después de una cesión. Tampoco aquellos cuyo paréntesis fuera del club resultó positivo, como el de Rafinha en Vigo o el de Gerard Deulofeu en la Premier League. No es fácil. Influyen mucho las circunstancias de cada uno, estar en el lugar adecuado en el momento oportuno, que tu posición no esté muy ocupada… y lo más importante de todo: que el entrenador del primer equipo confíe en ti“.

– Foto: Imago Images

Comments:1
  • Tano-Urayoáb 26 agosto, 2021

    Emtomces Don Albert,
    Conclusión
    ¿cesión
    de acuerdo a posición?

    Mi mejor intento para poeta…

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