Una de las formas en que se podría explicar la temporada del Barça es a través de su mediocentro. De la búsqueda de uno, mejor dicho, toda vez la apuesta por Oriol Romeu como relevo de Busquets se descubrió insuficiente desde muy pronto. La primera alternativa al de Ulldecona pasó por el tándem formado por De Jong y Gündogan en la base del cuadrado de Xavi, una pareja sin un pivote natural a la hora de asegurar la posición en defensa y que, además, obligaba a utilizar a Ilkay demasiado abajo, lejos de la mediapunta desde la que el alemán ha rendido a más nivel de una forma mucho más trascendente para el equipo en su primer curso como azulgrana. La suma de ambos factores (la endeblez defensiva y la renuncia a un Gündogan más determinante cerca del área) obligó a que Xavi tuviera que encontrar un mediocentro donde, a priori, no había ninguno, una contradicción resuelta finalmente con la irrupción de Pau Cubarsí en el centro de la zaga y el consiguiente paso de Andreas Christensen al mediocampo.
Ubicado por delante de la defensa, el danés no ha sido una opción perfecta, pues acostumbrado a jugar de cara le ha costado más orientarse para recibir y girar en situaciones donde la pelota debía llegarle desde atrás. En consecuencia, por momentos no ha resultado extraño ver al mediocentro culer desentenderse de la gestión con balón en el círculo central, desplazarse hacia arriba incluso con posibilidades de llegar al área y dejar su zona liberada para el descenso de un compañero. A partir de ahí, alrededor del Christensen mediocentro se han generado dos situaciones diferentes en función del futbolista que, con balón, asumía su espacio. Cuando el protagonista ha sido Gündogan, de nuevo habitando el lado más retrasado del cuadrado, el Barça se ha encontrado problemas similares a los descritos anteriormente, pues a cambio de acercar la pulcritud técnica del alemán a la base de la jugada renunciaba a ella cerca del área rival. Además, situado Ilkay como eventual mediocentro en ataque con Andreas ubicado por delante suyo, en caso de que la circulación azulgrana finalizara en pérdida y permitiera la transición defensa-ataque del adversario era el ex del City el futbolista de la medular ubicado como cierre, lo que nuevamente debilitaba la respuesta sin balón del conjunto de Xavi. Por eso, la fórmula ha resultado más equilibrada cuando junto a Christensen, en la base del cuadrado, se han situado futbolistas como De Jong o Sergi Roberto que permitieran mantener a Gündogan jugando en una altura superior.
Sea como fuere, a pesar de sus contraindicaciones, Christensen ha resultado ser un mediocentro funcional y competitivo. Una solución de emergencia sobre cuyo rendimiento el Barça puede tomar decisiones a propósito de la planificación de la próxima temporada. Como mínimo, que su necesidad en la demarcación ya no es la de incorporar a un mediocentro porque no tiene a ninguno, sino, en todo caso, la de incorporar a un mediocentro mejor que Christensen, liberando al danés como una alternativa tanto en la medular como en la zaga o, incluso, en caso de urgencia, como opción de traspaso para que completen la posición junto al nuevo fichaje canteranos como Casadó o Marc Bernal, o una opción de marcado como Eric Martel. De contemplarse el escenario de una incorporación, el relevo en el banquillo del Barça con la ya anunciada llegada de Hansi Flick puede provocar ajustes en la definición del perfil. En el Barça de Xavi, un conjunto que por momentos ha atacado y defendido con mucha separación entre sus líneas y al que le ha costado controlar los partidos para que no tendieran a escenarios de juego abiertos y de idas y venidas, la fragilidad estructural del tándem De Jong – Gündogan en comparación al rendimiento de Christensen parecían apuntar hacia un mejor encaje de un pivote más orientado a la faceta defensiva, casi como un especialista llamado a corregir y compensar fugas de agua. Un perfil como el del también danés Pierre-Emile Højbjerg, el portugués João Palhinha o el uruguayo Manuel Ugarte.
La incorporación de Flick, sin embargo, abre ahora la posibilidad de que las necesidades del Barça 2024-25 sean otras. De que el equipo de la próxima temporada sea uno que consiga juntarse más y mejor, que se exponga menos y, por lo tanto, pueda asimilar a un mediocentro menos orientado a la compensación defensiva y de mayor presencia en el juego de ataque. Un escenario en el que, si la economía lo permite, recuperar de nuevo nombres como los Kimmich o Zubimendi, en el que talentos como João Neves parecen seguir fuera de las posibilidades del club, y en el que podrían entrar en juego alternativas como las de los italianos Verratti y Locatelli, el sueco del Eintracht Hugo Larsson o un Nico González sobre quien el club mantiene una opción de recompra.
– Foto: PAU BARRENA/AFP via Getty Images

