Dile que es Pelé
La anécdota es de sobra conocida. En un partido de la liga escocesa, el delantero Colin McGlashan recibió un golpe, quedó aturdido sobre el césped y tuvo que ser atendido por el médico del equipo. Cuando el técnico John Lambie se interesó por el estado de su jugador, la respuesta del galeno fue clara: «No sabe ni quién es«. La contestación de Lambie ya forma parte del imaginario colectivo futbolístico: «Perfecto, pues dile que es Pelé y que vuelva al campo«. A Raphinha seguramente nadie le ha dicho que es Pelé. No ha hecho falta. Se lo ha dicho él mismo, y tan convencido está y tanto se ha metido en el papel, que no hay quien ose llevarle la contraria. Al revés, ha terminado por hacer creer al resto que su estatus resulta coherente. Que es la estrella y el líder del Barça de Flick por derecho propio, y que no hay nada de extraño en ello. Que su legítimo lugar es ese, y que no hay nada de anormal en que esta temporada pueda participar sin titubeos en cualquier debate individual.
Le ha marcado un hattrick al Bayern de Múnich, otros tres goles al Real Madrid repartidos en dos partidos, otro al Dortmund, y el martes coronó la épica remontada culé ante el Benfica. Varios años antes, en el Camp Nou, un tanto de Juan Antonio Pizzi sirvió para inmortalizar otra remontada histórica, en este caso en la Copa del Rey y ante el Atlético de Madrid. Tan pronto como el balón cruzó la línea de gol, el argentino estalló de júbilo. Tanto como sus compañeros o la afición que abarrotaba las gradas. En De Luz, sin embargo, cuando Raphinha marcó un gol loco, en un partido loco, cerrando una remontada loca con una jugada loca, el brasileño no se volvió loco. Celebró el gol como quien sabe que decidir un duelo de Champions en el último segundo va en consonancia con la categoría que le corresponde. Que entra dentro de su privilegiada realidad. ¿Por qué iba a resultar inesperado que Pelé hiciera eso?
El tanto de Raphinha -perdón, de Pelé- certificó la reacción de un Barça que hasta en dos ocasiones se vio con una desventaja de dos goles durante el partido. Además del brasileño, la respuesta azulgrana tuvo otros dos nombres destacados: los de Pedri y Hansi Flick. El canario dio un paso más en su brillante temporada, incorporando a su resplandor habitual la perseverancia que debe hacerle eterno. A diferencia de otras leyendas del mediocampo del Barça, su formación no fue desde el mediocentro sino desde la mediapunta, o lo que es lo mismo: Pedri no se educó desde la necesidad de tocar el balón varias veces en cada jugada. Xavi e Iniesta sí. Ellos nacieron al fútbol como mediocentros, como cerebros situados por delante de la zaga, encargados de iniciar la acción en un fútbol que no planteaba a los centrales escenarios de presión como los actuales. Ellos eran metrónomos, y como tal ejercieron más tarde cuando sus respectivas carreras los asentaron actuando como interiores, algunos metros por delante del puesto de pivote que les había servido de escuela.
Como se señala, el trayecto de Pedri fue distinto. Él partió de arriba, de las zonas donde el jugador se expresa más desde la calidad que desde la cantidad. Por eso, ejerciendo en la base de la jugada, no siempre ha sentido la necesidad de reclamar cada balón. De intervenir en cada ataque. De entender que si la cadena se lo salta, la cadena está incompleta. Que la suya es una parada que el balón debe hacer sí o sí cuando se pretende que la jugada sea lo más provechosa posible. Sí fue ese Pedri ante el Atlético de Madrid en Liga, y también durante la remontada del Barça ante el Benfica. Un centrocampista extraordinariamente lúcido, influyente sobre sus compañeros y sobre sus rivales, capaz de mejorar cada acción y a cada socio, y con la constancia suficiente como para que su impacto sea inasumible para el adversario. Un talento desbordante.
Tanto a Pedri como a Raphinha -perdón, a Pelé- los impulsó también la dirección de campo de Hansi Flick, quien con un doble cambio a falta de un cuarto de hora para el final giró definitivamente el partido. El alemán dio entrada a Ferran Torres y a Eric Garcia, en sustitución de un buen Alejandro Balde y un mal Jules Koundé, para cambiar el dibujo del Barça. Los culés pasaron a cerrar con tres defensas y a formar con hasta cinco atacantes por delante de Pedri y De Jong. Con Fermín en la izquierda, Lamine en la derecha y Ferran y Raphinha a medio camino entre la segunda punta y el enganche, justo por debajo de Lewandowski.
El ajuste le permitió al Barça ganar el pie limpio de Eric que no había tenido antes Araújo para conectar con el sector de Lamine, el efectivo extra por detrás del balón que no había sido Koundé en su nuevo rol de lateral-extremo, el intercambio de posiciones en banda entre Raphinha y un Lamine que también en su viaje hacia el carril central parece que avanzará más rápido de lo previsto, y una suerte de segunda referencia en punta personificada en Ferran que contribuyó a liberar a sus compañeros y a desorganizar a la zaga lisboeta. Flick dio en la tecla y allanó el camino de la reacción. Una rebeldía frente a la derrota que suma otra experiencia ganadora a la que podrá aferrarse el joven proyecto durante su andadura en la competición, y que le valió al Barça para convertir lo que podría haber sido un doloroso tropiezo que sumar a su mala racha en Liga, en un potencial punto de inflexión para revertir su trayectoria reciente. Todo en el último segundo con un gol de Raphinha. Perdón, de Pelé.
– Foto: Carlos Rodrigues/Getty Images
Ricard Boada 23 enero, 2025
Tenemos entrenador! Se nota en la preparación física, en el planteamiento de los partidos, en los automatismos que cada vez más aparecen en el juego y en la lectura de los partidos, donde el equipo acostumbra a mejorar su juego después de la media parte, donde el alemán toca las teclas que considera después de leer el partido de la primera parte. Ya tocaba! Da gusto ver como el equipo mejora a través del trabajo diario.
Y tenemos una gran duda! Araújo sí o Araújo no. La dupla Araújo-Cubarsí parecía una apuesta ganadora, un clon de la pareja eterna Puyol-Piqué (que no tenían que enfrentar el fútbol que se juega hoy en día). Pero Araújo es la cal y la arena.
En forma, es uno de los mejores correctores del mundo, imbatible por alto, insuperable en el uno contra uno, un jugador que te permite subir la línea de presión hasta el medio campo sin miedo a tener que correr hacia atrás. Un central que se come a quien se le ponga por delante.
Y, también en forma, tiene la peor salida de balón de toda la plantilla blaugrana y limita el desarrollo del juego de un modo demasiado significativo.
No tengo nada claro qué interesa más: nos quedamos con el uruguayo para aprovechar su talento defensivo y esperar que mejore su trato del balón con el paso del tiempo? Intentar una venta que sanearía de forma importante las finanzas del club, dándole el puesto a un central que garantice la salida del balón?
Veremos como termina el asunto…
David 14 febrero, 2025
Aprovecho estos días de ausencia de posts para expresar mi amor absoluto a este blog. Gracias Albert!
Javi 23 enero, 2025
El otro día vi en TikTok un comentario irónico sobre Raphinha, en el sentido de este de Pelé. «Un NPC en verano se hizo una camiseta con el 11 del Barça y el nombre de Nico Williams y Raphinha se lo tomó como algo personal».
Joan 2 febrero, 2025
Araújo es un defensa extraordinario, se le ha comparado a Puyol y en algunas cosas, como su férreo marcaje y la exuberancia física en los duelos sí que tiene parecidos.
Pero el equipo juega peor con él. Igual que Puyol se adaptó y el equipo acabó integrando sus debilidades, creo que hará lo mismo con Araújo.
Espero no equivocarme.