
Ganó tanto, que le ganó a sus sueños
Ser el primer hombre en pisar la luna, componer Like a Rolling Stone, escribir Las flores del mal. Heredar el lugar de un ídolo en el club de tu vida y superarlo sin soltarle la mano, ser protagonista destacado de la época más feliz de tu equipo y tu selección, jugar con tus colores más partidos de los que nadie ha jugado jamás y decir adiós como el futbolista español con más títulos de la historia. Hay vidas que solo pueden imaginarse desde la ingenua osadía de un niño, echado sobre la cama, mirando al techo y descubriéndolo cubierto de estrellas. Como aquella vez que al Diego le preguntaron un deseo y él pidió dos: jugar un Mundial y ganarlo. Mario Rosas hoy cumple 35 años y milita en el Club Deportivo Roda, equipo con el que acaba de ascender a Primera Regional y al que llegó tras desvincularse del Eldense en 2ªB. Cuenta que en sus últimos equipos los más jóvenes de entre sus compañeros bromean con él porque un día fue la perla de la cantera del Barça, el bueno de la generación de Xavi, Gabri, Puyol y Luis García, y que mira donde está ahora. Cuando solo tenían 17 años, a él y a Xavi Hernández los llamó Louis Van Gaal para entrenarse con la primera plantilla, con los Guardiola, Figo, Rivaldo, Luis Enrique, Amor, Stoichkov y compañía. El equipo tenía bajas y el entrenador holandés muy buen ojo.
Cuando se les comunicó la convocatoria, Mario y Xavi acordaron encontrarse a primera hora para ir juntos al entreno por la mañana. Para compartir los nervios y los sueños que la noche anterior ambos habían masticado echados en sus camas, a la vera de algún póster que inmortalizara a sus compañeros del día siguiente. A los pocos días los dos se sentaron en el banquillo del Camp Nou en un partido de Champions League contra el Newcastle, pero el esperado debut llegó algo más tarde. Mario se estrenó en el último partido de aquella temporada 97-98 y Xavi en el primero de la siguiente porque Guardiola alargaba el calvario de lesiones del curso anterior y Albert Celades, exitoso relevo del 4 entonces que incluso se había ganado en su lugar la convocatoria para el Mundial de Francia, también arrastraba problemas físicos. El Barça campeón de Liga disputaba en Mallorca la ida de la Supercopa y Van Gaal le dio a Xavi la titularidad. Aunque el único gol que anotaría su equipo entre la ida y la vuelta llevaría su firma, el cuadro catalán perdió ambos partidos y el joven de Terrassa volvió a su ocupación habitual como comandante del Barça B, pero mientras el filial vivía un inicio de temporada difícil, presagio de un posterior descenso, al primer equipo las cosas no le iban demasiado mejor, y las cuatro primeras jornadas saldadas con una única victoria inquietaban al entorno antes de viajar a Valencia en la quinta fecha.
En el césped de Mestalla, Van Gaal volvió a recurrir a Xavi como titular en el mediocentro, y el Barça recuperó la senda de la victoria con un 1-3 y goles de Kluivert, Rivaldo y Sonny Anderson. Quedaría satisfecho el técnico con el canterano, porque desde entonces le entregó la manija durante quince partidos seguidos de Liga y Champions League. Lo despacio que suelen arrancar los conjuntos del holandés y una debilidad defensiva que resultó endémica durante su estancia en Barcelona, sin embargo, situaron al equipo y a su entrenador en un punto crítico. Eliminado de Europa en la fase de grupos y tras encadenar cuatro derrotas consecutivas en Liga, el Barça visitaba el José Zorrilla con la espada de Damocles sobre la cabeza de su técnico y del proyecto. Aquel 20 de diciembre a Van Gaal le salvó un cabezazo de Xavi, que firmaría su segundo y último tanto aquella temporada en el mismo minuto 16 que el primero, dando así comienzo a una racha de ocho victorias con las que el Barça se engancharía a la lucha por un título que finalmente lograría levantar.
Con la vuelta de Guardiola para la segunda mitad de la temporada, el protagonismo de Xavi disminuyo, e incluso regresó al filial para intentar evitar, sin suerte, el descenso de categoría, pero ya nadie tenía dudas de que el futuro suplente y posterior relevo del 4 iba a ser aquel menudo futbolista de Terrassa. Su primera etapa como miembro de pleno derecho de la primera plantilla vino marcada por esa pesada etiqueta. Pep todavía no alcanzaba la treintena, era un símbolo en el equipo y la semilla más visible de Cruyff en el proyecto de su entonces enemigo Van Gaal. Para Xavi, apenas mayor de edad, no fue fácil sobrellevar una disputa que en realidad era más palpable en el entorno que de puertas para dentro del vestuario, ni lo fue rellenar el vacío después de la salida de Guardiola. Con Rexach primero y con Van Gaal, de nuevo, después, le tocó dirigir a un Barça agonizante como último hombre del mediocampo, en la posición donde había crecido y le habían formado, y de la que pocos pensaban que debiera salir. Tuvo que ser un “intruso” como Radomir Antic el primero en adelantarlo unos metros, más por dar entrada en su espalda a un elemento de refuerzo en la medular -Cocu o Motta- y amoldar el equipo a su 4-4-2 que para darle lustre al seis.
De hecho, en un primer momento aquello no le hizo bien a la reputación del egarense, que desplazado del lugar al que siempre había estado predestinado, parecía haber fracasado en la misión de convertirse en el cerebro del juego azulgrana, algo que por entonces se entendía que solo podía hacerse desde la demarcación del 4. Por suerte para él, a la mitad de la siguiente campaña llegaría cedido a Barcelona el holandés Edgar Davids, y el pitbull, a su manera, le cambió la vida. Por ese entonces en el banquillo culé se sentaba Frank Rijkaard, y con aquel celebrado refuerzo al técnico le encajaron todas las piezas. En un 4-3-3 que tenía a Ronaldinho en la izquierda, Xavi visitó de nuevo el interior derecho pero con un rango distinto: ahora sí de director. No con el mando que demostraría años más tarde, pero con un rol eminentemente relacionado con el balón en el perfil que se limpiaba con la atracción de Ronaldinho. Como asistente de los profundos delanteros que acompañaban al brasileño o gestor de la posesión en campo rival junto a Deco, fue importante en los títulos de aquella etapa pese a perderse por lesión buena parte de la temporada 2005-06, incluida la final de Champions en París. Quizá porque el Barça pudo ganar aquella Copa de Europa sin él, o porque ciertamente su rendimiento se desplomó de la mano del fin del proyecto Rijkaard, su posición en el fin del ciclo había quedado tan debilitada que su nombre se entremezclaba con el de todos los candidatos para abandonar el equipo, pero el verano que parecía ser el del fin fue el de la resurrección. Y vaya qué resurrección. En junio Luis Aragonés le daba galones en una selección española que ganaría la segunda Eurocopa de su historia con un sello futbolística que tenía a Xavi de estandarte, y en Barcelona, a su regreso, esperaba nada más y nada menos que Pep Guardiola.
Con quien fuera su espejo y referente, la mano que con más encantamiento estrechó aquel primer día a las órdenes de Van Gaal, conquistó todos los altares del fútbol. Se convirtió en el centrocampista más dominante de su era, en el jugador capaz de controlarlo todo y de controlarlo siempre. El cerebro del Barça más perfecto, la otra mitad de Leo Messi. El salto definitivo a lo más alto del escalafón, curiosamente, se produjo en una temporada de dificultades para el equipo. Después de un año en el que Xavi había sido actor principal en el perfil derecho del Barça del triplete, los problemas de la temporada posterior derivados de la mala adaptación de Ibrahimovic, la caída de Henry y las lesiones de Iniesta, hicieron que Pep le entregara las llaves. El juego de ataque no fluía y por lo tanto no generaba las mismas ventajas que antes para afrontar desde la iniciativa la transición sin el esférico. Emergió entonces el Xavi de la posesión como arma defensiva, el que era imposible que perdiera un balón. “Si tu tienes el balón, el otro no lo tiene” que decía Cruyff, y si además del balón tienes a Messi, también tienes gol. Juntos hicieron posible que aun descartando el riesgo su equipo siempre tuviera cerca la opción de marcar, algo que ya al año siguiente, con Villa donde Ibra e Iniesta al 100%, sublimaron hasta cotas impensables, como en la visita del Madrid al Camp Nou o, de un modo distinto, en la ida de las semifinales de Champions en el Bernabéu. El día del 5-0 fue quien abrió el marcador, y es que Xavi no ha marcado mucho pero sus registros contra el eterno rival demuestran que la puntualidad de aquel primer gol en Liga para salvar la cabeza de su entrenador no fue un hecho casual. Cinco veces ha visto portería Xavi contra los blancos.
Los problemas en el sóleo de su pierna izquierda y lo inexorable del tiempo, no obstante, empezaron a marcar su progresivo declive. Para mandar igual tenía que hacerlo más atrás, porque el ritmo unos metros más arriba ahora hacía de la pérdida una opción real, pero desde ahí el ritmo bajo que el seis ya demandaba no se traducía en ocasiones de gol para el equipo de forma tan automática como antes. Guardiola con el 3-4-3 y Vilanova otorgándole el timón a Cesc trataron que el Barça dejara de ser el de Xavi aun con él en el equipo, y aunque los intentos por momentos parecieron avistar el éxito, nadie pudo negarle la batuta al egarense. Hasta la presente temporada, la última en que habrá vestido de azulgrana, en la que la ruptura de Luis Enrique siempre reservó para él un práctico papel de secundario. En el interior izquierdo para que la humildad con la que Xavi ha encarado su última campaña culé no se convirtiera en tentación por recuperar un control que el equipo ya no pretendía, el capitán se despedirá como una pieza que suma y suma mucho. Adaptado al viento nuevo que sopla en Barcelona y resignado a cruzarse las miradas con Iniesta solo cuando uno sustituye al otro, Xavi se ha convertido en uno de los recursos más valiosos para Luis Enrique desde el banquillo en el tramo decisivo de la temporada. Tanto es así que de los tres partidos que restan para echar el cierre, va a jugarlos los tres. Uno para recibir del Camp Nou el homenaje que se merece, y los otros para ayudar a su equipo a ganar dos títulos. Y así ponerle el broche perfecto a una trayectoria en el Barça que como él mismo reconoció en una ocasión, ha superado incluso a sus sueños.
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Iniesta10 22 mayo, 2015
“Hay vidas que solo pueden imaginarse desde la ingenua osadía de un niño”
Que grande que eres, Albert. Un gran post, Xavi se lo merece. Hay jugadores que sencillamente son irrepetibles.
Iniesta10 22 mayo, 2015
Se nos va uno de los grandes. Si ya Guardiola, Puyol y Valdés fueron importantes, Xavi es medio escudo … en realidad Xavi Hernández ha sido EL BARÇA, ha encarnado como nadie ese concepto futbolístico por encima de TODOS.
Se nos va una LEYENDA.
Jorge 22 mayo, 2015
Tremendo post Albert, enhorabuena.
Sobre Xavi, solo decir 6racies.