
Como ya hemos visto, una de las señas de identidad de este Madrid es la verticalidad y profundidad en el juego pese a tener en la delantera a tres delanteros como Robinho, Van Nistelrooij y Raúl. El primero, aunque posee una buena velocidad es un delantero que prefiere siempre el desborde a partir de una situación de uno contra uno y difícilmente busca un desmarque largo a la espalda de la zaga rival, mientras que los otros dos atacantes, pese a alternar la recepción al pie con el desmarque al espacio, a causa de su edad han perdido velocidad y capacidad para recuperar esfuerzos, lo que les limita en el número de desmarques en profundidad que pueden lanzar en un partido. Por este motivo, unido a la falta de un jugador que desde la defensa pueda lanzar una diagonal precisa a la espalda de la zaga, prevemos que a lo largo de la siguiente temporada los rivales plantearán defensas adelantadas ya que asumirían pocos riesgos de que algún delantero blanco les coja la espalda.
Así pues, una de las principales novedades que el cuerpo técnico deberá introducir en el equipo para mantener esta profundidad y verticalidad que esta temporada les ha permitido alcanzar el éxito, será la presencia de algún atacante con velocidad y buen desmarque en profundidad. Con la incursión de este tipo de jugador en el once, los rivales ya no podrían tirar la defensa adelante, por lo que la presión sobre la salida del balón del Madrid resultaría menos efectiva, de manera que con un único cambio, el técnico lograría potenciar uno de los fuertes del grupo como es la verticalidad en ataque, a la vez que minimizaría el ataque de los rivales sobre una de sus debilidades, la salida desde atrás.
Esta alternativa al juago, Schuster la puede encontrar dentro de la plantilla en dos hombres que responden a la perfección al perfil que se necesita: Gonzalo Higuaín y Arjen Robben. Aparentemente la mejor opción sería la del holandés, no sólo porque hoy por hoy se encuentra bastante por delante del argentino, sino porque éste, saliendo desde el banquillo puede cumplir a la perfección el papel de revulsivo. No obstante, también debe remarcarse que Higuaín posee una mejor relación con el gol que su compañero, por lo que la elección final puede estar sujeta a otras variables, dependiendo en gran parte de la configuración final de la plantilla. Así, con la plantilla actual, que la entrada de Robben en el once se produjese en lugar de Raúl parece complicado, no sólo por el peso específco del capitán, sino tanto por una cuestión de volumen realizador- seguramente estaríamos hablando de alrededor de 15 goles de diferencia- como táctica, ya que una de las principales armas del Madrid campeón para generar desequilibrio ofensivo se encuentra en la igualdad con los centrales que generan los movimientos del 7 hacia la punta de ataque. Por este motivo, con la actual plantilla, la entrada de un futbolista más profundo en el equipo pasa por dos escenarios posibles. El primero, con Van Nistelrooij como fijo en la posición de nueve al tratarse del único punta específico de la plantilla, mantendría a Raúl a la derecha perdiendo constantemente la posición, mientras que en la izquierda se situaría Robben, siendo en este caso Robinho el damnificado. El segundo escenario posible para sumar profundidad al ataque blanco sin alterar el funcionamiento interno del equipo, implicaría que el cambio fuese el de Higuaín por Raúl, lo que permitiría contar con un jugador profundo y hábil en el desmarque, y que a la vez puede jugar de falso segundo punta y alcanzar unos registros goleadores más cercanos al capitán blanco.
Quedaría por definir la situación de cada jugador sobre el campo, y aunque la lógica coloque a Ronaldo por la derecha y a Robben por la izquierda, personalmente optaría por la solución contraria. Por un lado, con el luso en el perfil zurdo, el funcionamiento sería el mismo que con Robinho, ya que el juego de Ronaldo no necesita de un lateral que le doble por fuera para resultar más peligrosos, por lo que Marcelo podría seguir participando activamente en la construcción de la jugada en línea de medios. En cambio, el juego de Robben, pese a que el extremo holandés es capaz de generar peligro por banda sin la intervención de un compañero, sí se optimizaría con la participación ofensiva del lateral, función que en banda derecha puede cumplir a la perfección Ramos y que por la izquierda obligaría a Marcelo a desatender su importancia en la elaboración. Aún en el aspecto ofensivo existe un segundo motivo para preferir a Ronaldo en el perfil zurdo, ya que como comentamos en la primera entrega de la serie, uno de los recursos más utilizados por el Madrid campeón fue la atracción que Robinho generaba sobre los rivales, que permitía a Sneijder disponer de una mayor libertad y de más espacios por los que llegar a posiciones de remate. Finalmente, a nivel defensivo también encontraríamos ventajas ya que Robben presumiblemente ayudará más a Ramos en defensa que Cristiano Ronaldo, por lo que el equipo cerraría mejor la banda y lograría minimizar las posibilidades del rival de buscar el centro al segundo palo, donde ya indicamos que la inferioridad en el juego aéreo de Cannavaro y Marcelo es una de las debilidades blancas. Así, en esta ocasión, ante la importancia de Marcelo en el funcionamiento del equipo y la falta de un recambio de garantías para Cannavaro con mejor juego aéreo defensivo, el objetivo es el de anular el inicio del peligro, es decir, los centros desde el perfil diestro de la defensa. En la izquierda, por su parte, el despliegue y sacrificio de Sneijder permitiría a Schuster la posibilidad del dos contra uno defensivo junto a Marcelo, sin la necesidad de desgastar a Ronaldo.
Otro de los aspectos en que vimos que los rivales pueden incidir la próxima temporada es en presentar un marcaje individual al organizador del juego merengue, función que la pasada temporada recayó en Guti o Gago, ya que con Diarra y Sneijder completando el triangulo de mediocampo, el Madrid sólo dispone de un futbolista capaz de gestionar el juego. Con esta marca individual, el técnico rival lograría primero anular al cerebro blanco, pero a la vez intervendría sobre sus compañeros de línea. Así, con el organizador vigilado, el encargado de iniciar jugada sería Diarra, un jugador con evidentes lagunas técnicas que si bien no rifaría el balón puesto que es un hombre de gran inteligencia, buscaría el pase sencillo y de poco riesgo, restando velocidad y eficacia a la construcción de la jugada. Con estas dificultades en la creación, Sneijder se vería obligado a apoyar en la elaboración, centrándose en una labor en la que no destaca especialmente y alejándose mucho de la portería rival, zona en la que realmente el holandés resulta determinante.
Es hora de buscar soluciones para este escenario. De entrada, la primera idea que se nos pasa por la cabeza es la de introducir en el once a un segundo jugador que junto al organizador actual pueda gestionar el juego ofensivo del equipo, pero rápidamente caeremos en la cuenta de que esto es más complejo de lo que aparenta ya que tanto Diarra como Sneijder son dos jugadores fundamentales en el esquema del Madrid.
En el caso del holandés trataríamos de construir un automatismo que partiese de una situación dinámica ya que otra cosa sería anclar al jugador a una posición lejos de su zona de peligro. Por eso, la jugada debe responder a las características del juego de Sneijder, es decir, dinamismo, velocidad y verticalidad, para que al llevarla a cabo no se resientan otros aspectos de su fútbol. Bajo estas premisas vemos que una buena solución es convertir al centrocampista blanco en el origen de una diagonal hacia el extremo especialista en el desmarque al espacio. El funcionamiento sería el siguiente: Partiendo de una situación dinámica desde el interior izquierdo, Wesley dibuja un movimiento hacia zona de creación quedando prácticamente de costado encarado hacia la banda derecha merengue, recibe el balón y a uno o dos toques busca la diagonal a banda derecha en profundidad para la carrera de Robben -o Higuaín- a la espalda de la defensa. Con la velocidad y habilidad en el desmarque del extremo y un entrenamiento con repeticiones de esta jugada para que se ejecute con precisión y rapidez, éste automatismo podría ser una arma muy a tener en cuenta, y los rivales ya no podrán descuidar la vigilancia sobre Sneijder cuando éste baje a recibir lejos del área.
El segundo automatismo a introducir debe tener a Diarra como protagonista. Otra vez es importante tener en cuenta las características del jugador para que esta nueva variante suponga una suma al jugo del malí y no una substitución en detrimento de otras cualidades. Tenemos, pues, a un jugador superdotado físicamente, correcto en el envío corto y sencillo pero con más dificultades a medida que aumenta la distancia y el riesgo del pase, muy inteligente en la lectura del juego y con una ocupación excelente de los espacios libres. Así pues, entendemos que una buena solución para involucrar al mediocentro merengue en la fase de construcción del juego, es la de utilizar a Diarra para aumentar la velocidad de circulación del balón, jugando de espaldas a portería. La situación es parecida a la que en su día utilizó el Dream Team de Cruyff con Bakero y se trata de una alternativa que permitiría aprovechar a un futbolista aparentemente no muy dotado en la creación y convertirlo en una arma fundamental en ataque.
En caso de error en el pase, el riesgo de la jugada es poco importante ya que el pasador, al tratarse de un desplazamiento vertical del balón, siempre quedará por detrás del balón, en disposición de realizar la presión sobre el esferico o una falta táctica, dando tiempo a un Diarra superdotado a nivel físico de recuperar la posición. Vemos, eso si, que será importante el trabajo de permuta de posiciones entre el mediocentro y los organizadores, razón por la cual desde EUMD apostaríamos por la presencia en el once del recuperado De la Red en lugar de Gago o Guti, ya que si bien ofensivamente puede ofrecer un nivel bastante parejo, el canterano también puede alternar la posición de mediocentro con el africano.
Así pues, con la entrada de un jugador que aporte una mayor profundidad al ataque blanco y al trabajo de nuevos automatismos en la zona de creación, el Madrid solventaría dos de los principales problemas con que puede encontrarse en el nuevo curso. El tercero, la salida desde atrás, a la espera de la incorporación de Garay de cara a la temporada 2009-10, también se beneficiaría de estas novedades ya que la «solución Diarra» puede ser una herramienta interesante en esta fase del juego, y la presencia de un futbolista veloz y peligroso en el desmarque en ataque, obligaría a las defensas rivales a retrasar más las líneas y, por lo tanto, desahogar la presión sobre la salida de la defensa blanca. En la próxima y última entraga de la serie, con las nuevas incorporaciones ya concretadas, daremos una última vuelta de tuerca al Madrid 2008-09 y a cuál puede ser su aspecto en el segundo año del proyecto de Bernd Schuster.
Primera entrega: Real Madrid: camino hacia la excelencia. (I)
Segunda entrega: Real Madrid: camino hacia la excelencia. (II)
