Huevos con espinacas
Se ve que a Manuel Pellegrini le gusta la pintura. Por eso esta semana previa a su enfrentamiento con el Barça, en una entrevista concedida al periódico El País, le preguntaron qué pintor inmortalizaría a su Manchester City si éste fuera un cuadro. El técnico chileno contestó que uno impresionista, aunque apenas se explayó en la respuesta. Alumbrado en el estudio del fotógrafo Nadar en el Boulevard des Capucines de París, el movimiento impresionista a menudo fue blanco de la crueldad de una crítica que lo bautizaría de forma burlesca y que llegaría a comparar alguna de sus pinturas más emblemáticas con la visión de un plato de huevos con espinacas. También fue tildado en su momento de superficial a nivel artístico, aunque hace ya tiempo que el peso de la teoría que esconde ha sido reivindicado. Avanzadilla de la fenomenología de Edmund Husserl, hoy sabemos que el impresionismo es la pintura de la mirada, y si se permite la maldad, fue justamente con la mirada con lo que anoche el Manchester City salió a defender al Barça. Al menos durante la primera parte.
El once del entrenador chileno sorprendió por la abundancia de hombres de mucho ataque y poco retorno defensivo, en comparación a lo que planteó en esta misma eliminatoria hace justo un año, coincidiendo esta vez en el once skyblue Nasri, Silva, Milner, Agüero y Dzeko. Los dos primeros se ocuparían de las bandas, el inglés de hacer pareja con Fernando en el centro y los dos delanteros de formar como hombres más adelantados en un equipo, a priori, poco preparado para sufrir sin balón. Antes de que el cuero empezara a rodar por el irregular césped del Etihad, se esperaba, pues, que tal como había anunciado su entrenador en la previa, los locales salieran a conquistar el balón y la mitad de campo que defendería el Barça, tratando de hacer valer su superioridad individual en esta batalla para compensar los espacios que dejaría tras de sí a la tripleta atacante culé.
No fue el caso, y sorprendentemente el conjunto citizen apenas buscó arriba al Barça durante el primer tiempo. Por el contrario, replegó sin demasiada evidencia de intención en el robo, de forma poco organizada y con futbolistas que disfrutan muy poco cuando tienen que sufrir. Para el Barça, superado un primer cuarto de hora con varios errores peligrosos en el envío no forzados, todo fueron facilidades. El primer pase respiraba en la técnica de los azulgranas, por delante el rival apenas trabajaba para cerrarle líneas e incluso la conducción del central quedaba perfectamente habilitada sin pretensión de convertir la invitación en emboscada. Ganar la espalda a cada una de las líneas dibujadas por el Manchester City, apenas exigía desgaste intelectual para los jugadores culés, y encontrar un compañero libre al que mandar el pase era cuestión, únicamente, de levantar la cabeza. El sistema defensivo local flotaba. Ni apretaba ni se organizaba.
Más sorprendente resultó incluso la defensa sobre Leo Messi. Justo venimos de la serie de partidos que más problemas le ha planteado al argentino y al sistema de juego que lo tiene como figura clave jugando en banda, después de que Marcelino y Gracia hayan apuntado interesantes soluciones para minimizar su incidencia. Nada de eso hubo anoche. Messi recibió fácil, escogió dónde y enfrentó una y otra vez vigilancias meramente individuales. Fuera cual fuera la zona en que recibía el balón el 10 del Barça, lo más que tenía que regatear para dinamitar la jugada era un jugador, que la mayoría de las veces era el flojo Gaël Clichy. Y esto, al mejor regateador del planeta, es ponérselo demasiado fácil. Su primer tiempo transcurrió, en consecuencia, con una potentísima actuación que le hizo dominar los primeros 45 minutos desde una libertad posicional poco en consonancia a la línea de este 2015. Leo, que en esta edición de la Champions promediaba 6 regates por partido, ayer completó 10, más que en cualquiera de los dos partidos ante el APOEL de Nicosia.
Messi no necesitó la banda para prender la ventaja, y su omnipresencia catapultó hacia el costado a un Ivan Rakitic que brilló abarcando ancho del campo y ocupando un carril vetado para Alves. Con el croata por delante, el lateral guardó la posición, y como vine sucediendo su sujeción resultó un apoyo de gran ayuda en transición defensiva por sumar un futbolista como barrera por detrás de la pelota y por el echo de que éste, moderadamente centrado, puede acudir a la cobertura de Sergio Busquets cuando el mediocentro salta a la presión tras pérdida. Junto a Leo, el otro nombre propio del primer tiempo por el bando visitante fue el del goleador Luis Suárez, que más allá de firmar los dos tantos que inclinan la eliminatoria del lado de los catalanes, se encontró muy cómodo en un escenario que conoce de maravilla y vencedor en la batalla con los centrales del City tanto dentro como fuera del área. Neymar, por su parte, fino y espoleado a nivel individual por el horizonte que regalaba el rival, tácticamente fue de los once culés el que más extrañó al Barça de Messi en banda derecha, ya que se quedó sin el vaciado que sobre su zona provoca el argentino cuando atrae rivales hacia el otro extremo del campo.
Con el partido encauzado y tras ofrecer los visitantes una imagen de superioridad muy notable, el segundo tiempo empezó con cambio de guión. La sensación de que el City tenía clara superioridad en determinados duelos individuales en ataque, se tornó en realidad cuando los de Pellegrini optaron por apretar arriba y llevar el juego cerca de Ter Stegen. Del minuto 1 de la reanudación hasta la expulsión de Clichy, el cuadro citizen protagonizó varias acciones de peligro surgidas de la evidente superioridad del Kun ante un no-central como Mascherano, de la insistencia en la zona de Jordi Alba y de la participación de David Silva en el mediapunta. Un inconmensurable Gerard Piqué, Ter Stegen y el impactante dominio de Luis Suárez en el juego de estrategia defensivo, impidieron males mayores. Ambos técnicos, desde el banquillo, tomaron medidas para reforzar a sus equipos, y mientras Pellegrini dio entrada a Fernandinho para formar junto a Fernando el doble pivote que se esperaba de inicio, Luis Enrique hizo lo propio con Mathieu y Adriano que entraron en el lugar de Rakitic y Dani Alves. Mención a que con la entrada del central francés el Barça formara con Busquets en el interior derecho, así como a la entrada de Sagna para cubrir la posición de un Clichy que no podrá estar en la vuelta.