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“No se puede hacer más lento”

“No se puede hacer más lento”

Neymar_AthleticTruco estrella del argentino René Lavand, “No se puede hacer más lento” es un juego de magia con seis cartas (tres rojas y tres negras) en que la mano del ilusionista se desnuda ante los ojos inquisitoriales de su audiencia. Realizado normalmente a muy poca distancia del público, el mago lo repite cada vez más despacio y descubriendo oportunamente alguna de las cartas, para que parezca imposible que el truco vuelva a salir. Aún así siempre sale, o al menos lo hacía si lo ordenaba la mano izquierda de Lavand. Algo así le sucedió a la salida de balón del Barça, anoche en San Mamés, durante el arranque del partido. Ernesto Valverde preparó a su Athletic para defender arriba, poniendo especial cuidado en la conexión Dani Alves-Messi por la que preferentemente inicia juego el cuadro catalán. Balenziaga persiguiendo a Leo allá donde fuera el argentino, Muniain cerca del lateral culé, y tanto Unai López como Mikel Rico, que en esta fase estuvo perfecto, muy vencidos hacia ese sector del campo. La presión bilbaína incomodaba y no lo ponía fácil, menos para un Barça que no ha mostrado hasta ahora un circuito de salida demasiado elaborado, pero a poco que los visitantes alargaran la cadena -y por técnica pueden hacerlo prácticamente siempre- terminaba apareciendo un hueco que permitía avanzar. Parecía imposible salir, pero aún así siempre se salía.

La primera vía de escape fue Neymar, que si normalmente en campo contrario saca partido de la atracción que genera en el rival el perfil derecho del Barça, anoche se aprovechó de esta situación unos cuantos metros más atrás, asistido por Bravo, Jordi Alba o Piqué en largo. La conexión entre el central y Neymar no es equiparable a la que en su día se formó entre Rafa Márquez y Ronaldinho o entre el mexicano y Henry, pero empieza a ser un recurso de peso y se le adivina especial relevancia para afrontar sistemas defensivos de presión alta que, como el vasco, se concentren sobre el envío corto de Alves o Piqué a Leo Messi. Ney estuvo fino en el regate, combinó con Alba para avanzar y se apoyó en Xavi que ayer ocupó un interior izquierdo con poca presencia en la base y enfocado a la mediapunta. Con el de Terrassa en el once, aunque no especialmente potenciado, la cara del Barça siguió siendo la de las últimas semanas, la del ritmo alto. Superado el primer escollo y sobretodo tras el 0-1, al ataque azulgrana le aparecieron los espacios, las ventajas en los duelos individuales y un escenario de mucha superioridad en el que Messi, poco atado a la banda, reinó. Llegó el gol de Suárez y los minutos de mejor fútbol culé. El Barça jugaba arriba, con espacios y a placer, controlando la transición defensiva mediante un excelente Busquets que, esta vez sí, pudo defender en el contexto que mayor lustre le saca, y compensando en banda derecha la posición centrada de Messi mejor que hace siete días en el Camp Nou.

Suárez, sin la angustia del gol, mezcló el área con la cal, y Rakitic demostró tener interiorizada una dinámica de desmarques hacia fuera que, más que menos, ha interpretado toda la temporada. El croata, además, con el balón ejecutó con confianza, constancia y acierto, en un partido en que el ataque de su equipo fue muy amplío y se repartió por los tres carriles. Así pues Balenziaga, que empezó el partido pegado a Messi, a medida que avanzaba el encuentro y Leo abandonaba la banda como si su sujeción fuese una concesión hasta abrir los partidos, se encontró sin marca fija y con hasta cuatro rivales distintos pudiendo entrar por su sector. Sin embargo, y aunque interior y delantero centro equilibraron con suficiencia la posición centrada del 10, ver ante sí el carril descubierto espoleó a Dani Alves y el brasileño se contuvo menos que cuando tiene a Messi por delante. Sobretodo en el segundo tiempo, en que tras el saque de centro el Athletic recuperó su intención inicial de mandar a su primera línea de presión muy arriba, esto deparó un partido abierto saldado con dos goles por bando, en el que por un lado la ofensiva azulgrana con Messi al frente volaba con espacios, y por el otro los locales castigaban una transición defensiva culé ahora más débil.

Un sistema menos preparado para responder a una pérdida de balón por dentro, el desajuste táctico de Alves,  Jordi Alba, un Claudio Bravo dubitativo y Mathieu, necesario ante Aduriz pero que en los males menores se mostró más nervioso de la cuenta, fueron el aval de San Mamés para empujar a los leones contra el talento de Piqué. No obstante, tras el 2-4 Messi dijo que hasta aquí, retornó a la banda y durmió al partido. Además, sólo tres minutos después Luis Enrique dio entrada a Adriano en el lugar de Dani Alves, un cambio que como el de Mathieu por Busquets de la semana pasada -aunque a menor escala-, sirvió para sellar una grieta atrás. El de Curitiba, con el paso del tiempo, ha mejorado mucho su responsabilidad posicional, y como además la banda derecha no le incentiva tan alegremente la salida por fuera, se mantuvo más atrasado y permitiendo a su equipo esperar con tres zagueros prácticamente siempre que atacaba. Finalmente Pedro, que entró por Luis Suárez para actuar en banda y terminar de estructurar al equipo alrededor del Messi falso nueve, anotaría el quinto gol definitivo a asistencia de Busquets, tras una maravilla de Leo en la frontal. Febrero llega con la semifinal de Copa y el regreso de la Champions, y el Barça de Luis Enrique a velocidad de crucero.

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