Encuentros y desencuentros en la tercera fase
No son pocas las señales que nos manda el Barça actual y que nos dicen que ha entrado en una nueva fase. A grosso modo, mapeando lo que ha sido su temporada hasta la fecha, diremos que la tercera, tras una inicial que con sus matices y variantes se alarga hasta la derrota en Anoeta, y una posterior que duró hasta el pinchazo en el Camp Nou ante el Málaga. Desde que Javi Gracia venciera al sistema de los extremos -el que tenía a las dos orillas como posición de partida para Messi y Neymar- éste se ha venido usando en cuentagotas. Si hasta entonces la renuncia se producía cuando el mecanismo se encallaba, hace unas tres semanas (cinco partidos) que el cambio se produce desde el inicio del partido y que Luis Enrique parece haber regresado a su idea original. La que manda a sus tres delanteros por dentro y usa a los laterales para abrir por fuera.
Durante este tiempo, es cierto, cabe reseñar que los encuentros a enfrentar han guardado, todos, alguna singularidad. Ya fuera el desdibujado planteamiento defensivo del Manchester City en el Etihad, el terreno de juego de Granada, el resultado favorable cosechado en la ida a la hora de jugar la vuelta de Copa ante el Villarreal, lo peculiar del Rayo de Paco Jémez o, anteayer, las bajas para visitar Ipurúa. A la espera de comprobar si en una rutina de partidos más normales el equipo desempolva su antigua versión, cabe preguntarse, no obstante, si una propuesta que tan recurrentemente encuentra motivos para no aplicarse, sigue siendo el diseño estructural del equipo o es ya sólo un recurso más del que echar mano de forma puntual. Además, y usando el retrovisor, también el Barça de los extremos tuvo que verse las caras con escenarios tan diversos como los que le deparó el Atlético de Madrid en su triple duelo, o las vistas a Riazor o San Mamés, y por lo que respecta a los nombres, ahí está el Barça-Levante de la jornada 23, con Montoya, Bartra, Mascherano y Adriano en defensa, Xavi en mediocampo y Pedro en ataque. Entonces, ante los de Lucas Alcaraz, a partir del cuarto de hora de juego, el conjunto azulgrana readaptó sus piezas para darle forma a su exitoso funcionamiento llegando, incluso, a utilizar a Pedro jugando en punta haciendo de Luis Suárez.
Esto ahora el Barça no parece pretenderlo, y prioriza la posición cerrada de Leo Messi. Fue el caso del sábado, contra el Eibar, con Leo, Suárez y Neymar jugando por dentro mientras la pareja de laterales no habitual, se encargaba de abrir el campo tal y como al inicio de temporada hacían Alves y Jordi Alba. Posicionalmente, desde fuera las ventajas fueron escasas pues Adriano y Montoya ni estuvieron especialmente acertados ni obligaron a abrirse al entramado armero. El brasileño, con tendencia a interiorizar su juego y Martín obtuso con el balón, fueron más problema en defensa que solución arriba. De todos modos, en un escenario inicial de partido en el que el Eibar regalaba campo y balón, aún juntándose tanta gente por dentro el Barça supo generar peligro. Garitano dispuso para la ocasión una línea de cinco atrás con tres centrales seguida de un mediocampo inicialmente de tres que a lo largo del partido fue de cuatro, y el Barça juntó a los interiores con el trío de ataque. En total, once futbolistas por el carril central y en la frontal de los locales, por delante de un Sergi Roberto que el sábado fue mediocentro y lo fue muy bien, eligiendo el mismo adjetivo para calificar su aportación en salida, construcción, colocación y defensa: sencillez. Fluyó en una posición que no le es nueva pero con la que hace tiempo que no se cruzaba.
Con matices, porque Rakitic se movió muy bien tanto en el eje vertical como en el horizontal y Neymar buscó recepciones en la zona que no ocupaba Adriano, por regla general los ataques culés se sucedieron por dentro, apoyados en el nivel técnico, desequilibrio e inspiración de su pieza más poderosa. Messi estuvo inalcanzable, completó ocho regates y firmó jugadas de impacto haciendo sangre de la pieza más débil del plan defensivo local. Javi Lara, como interior izquierdo, tuvo que sufrir los acercamientos de Leo para recibir casi como centrocampista y sus posteriores arranques en conducción. Como socios tuvo a Neymar y a un Luis Suárez que sigue yendo a más y al que la normalidad goleadora ha hecho crecer en confianza. El uruguayo, además, fue importante cayendo a bandas en un día en que éstas no amenazaban tanto. Adriano y Montoya fueron piezas a las que el Eibar prestó poca atención defensiva y que, en cambio, trató de explotar en transición. Sobre todo en la derecha, donde Saúl Berjón buscó con insistencia la espalda de Adriano para que su equipo saliera. Pero el ex azulgrana no pudo solo, y echó de menos el apoyo de un Manu del Moral que siempre estuvo muy lejos.
La separación de las dos piezas ofensivas alineadas por Garitano permitió que algún zaguero blaugrana siempre estuviera en disposición de corregir, ya fuera Bartra saliendo a banda en velocidad o Gerard Piqué con su particular clinic. Se vio en el segundo tiempo, con la entrada de Piovaccari y el cambio de dibujo local, cómo a raíz de acercar a sus dos delanteros el Eibar multiplicó su capacidad de generar peligro sobre la portería de Bravo, sujetando con dos referencias a los centrales y progresando por banda con dobles parejas. En este segundo tiempo, la apuesta armera de llevar el juego arriba y alguna orden de Luis Enrique al descanso para que sus laterales se sujetaran y no dejaran la puerta abierta tras sus pasos, ladeó algo más la demarcación de Messi y Neymar, y el Barça, más por posición que por funcionamiento, pareció volver a los extremos. Como recurso o respuesta, del mismo modo que llegó en su día. Ahora mismo parece eso y no la apuesta principal. Manchester City y Real Madrid servirán para aclararlo del todo.