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Las tres puntas del tridente

Las tres puntas del tridente

Por debajo en cuanto a títulos respecto a los dos proyectos ganadores que lo enmarcan, el ciclo de Van Gaal en Barcelona resultó ser un período de vital importancia en la evolución y legitimación de un modelo hoy ya consolidado e indiscutible. Tras el sueño del Dream Team y la transición de Robson, su Barça fue la confirmación del camino, andado con ropa y calzado distinto, pero fiel identificando el origen y el destino. Aquellas dos ligas consecutivas a las órdenes del holandés terminaron por convencer al club de cuál debía ser su marca de agua y recordarle que la revolución de Cruyff no se terminaba con el Flaco. Situado futbolísticamente ya en otra época, su Ajax campeón de Europa supuso la entrada del continente en la modernidad y su gran aval para recalar en la entidad azulgrana. A la plantilla, por entonces mescolanza de distintos proyectos inconclusos, la azotó en verano el precipitado adiós de Ronaldo, que unido a los singulares métodos de su nuevo técnico y a la constatación demasiado pronto de que Sonny Anderson no iba a rellenar solo el hueco dejado por El Fenómeno, dio forma a un clima alrededor del equipo a poco de iniciarse la temporada en el que la ilusión convivía con el recelo.

Como resultado, aquello desembocó en el pago de la cláusula del entonces deportivista Rivaldo para que se convirtiera en el futbolista emblema del proyecto, aunque a priori poco casaba el mediapunta brasileño con las formas y disciplina de Van Gaal. Al menos durante dos temporadas, sin embargo, la relación entre ambos funcionó, y tras unos primeros compases en que a Rivaldo se lo probó en el interior izquierdo, su puesto en el equipo terminaría siendo el de extremo izquierdo. En la orilla opuesta de un Barça que terminaría teniendo a sus hombres más importantes en la delantera, el extremo derecho era Luis Figo, definitivamente abierto desde que el 4-2-3-1 de Robson lo distanciara de la polivalencia apuntada con Cruyff. Primeramente culminó el trío de delanteros el también brasileño Sonny Anderson, pero un año más tarde y ya con una Liga y una Copa en el zurrón de Van Gaal, aterrizaba en Barcelona el nueve con el que todo encajaría. Héroe adolescente en la última Copa de Europa de que presume el museo del Ajax de Amsterdam, Patrick Kluivert fichaba por el Barça por expreso deseo de su antiguo entrenador tras un año poco exitoso en Milán.

Coronado por Figo, Kluivert y Rivaldo, el equipo que Van Gaal construyó en Barcelona era un conjunto exageradamente ofensivo, organizado según un 4-3-3 que primero fue 3-4-3 y al que el técnico gustaba de llamar 2-3-2-3 por el ímpetu atacante de sus laterales e interiores. Un equipo en el que sacar el balón jugado volvía a ser fundamental, involucrando en ello también al guardameta y llevando hasta la obsesión la voluntad de juntar en el centro de la zaga el inicio natural de un central diestro con el de un zurdo. Por delante Pep Guardiola, líbero en el período de tentativas y lesionado buena parte de la primera campaña de Van Gaal en el banquillo azulgrana, se consolidaría como mediocentro y pieza esencial a partir de la segunda. Desde el círculo central, el 4 era el encargado de conectar con los tres de arriba, con su precisión y visión en el envío largo como fórmula para activar las dos esquinas. A partir de ahí, con Figo y Rivaldo bien abiertos y situados a pierna natural, aquel era un Barça especialmente insistente en el centro desde el costado y que mandaba mucha gente al área haciendo valer la enorme capacidad de llegada de sus dos interiores.

Sports News - May 21, 2009Cocu y Luis Enrique, que en zona de máquinas no tenían un peso primordial en la elaboración, sobresalían atacando los espacios entrando desde segunda línea y compensando los movimientos tanto de Patrick Kluivert como de los dos delanteros de banda. El holandés, lejano recuerdo como 9 del 6 que la defensa de cuatro terminó por desterrar, salía con frecuencia al balcón del área a jugar de espaldas y era la pieza que en conexión directa con Guardiola utilizaba el equipo para verticalizar. Combinaba su papel de pivote y base con movilidad y desmarques a banda, pero su fútbol se dañaba cuando se trataba de materializar. Su cifra de goles en Liga nunca alcanzó las dos decenas, pero mientras lo rodearon Luis Enrique, Figo, Cocu y un Rivaldo pichichi, su falta de instinto asesino no llegó a penalizar. La relación entre ellos, de hecho, era simbiótica, pues al mismo tiempo que con su gol los hombres de segunda línea legitimaban al delantero centro, éste les servía de plataforma creando los espacios, favoreciendo los movimientos o poniendo el pase.

Lo dicho, el hombre gol del equipo era Rivaldo. Especialista en el balón parado, con un latigazo de pierna izquierda casi imparable desde fuera del área, desequilibrante uno contra uno, potente carrera y recursos e intuición en el remate, el brasileño era, además, un goleador especialmente puntual anotando para rescatar a su equipo en un encuentro atascado o en las grandes plazas. Como azulgrana firma hattricks en San Siro, en el partido que decidía la última plaza de Champions contra el Valencia o uno virtual en el Santiago Bernabéu donde uno de los tres goles terminó siendo anulado. Tanto regodeo finalizador requería un sistema que asimilara sin sobresaltos que su extremo izquierdo abandonara con cierta frecuencia la banda para amenazar por dentro. En este caso, la pizarra dibujaba mecanismos de compensación tanto con Cocu como con Luis Enrique. El holandés, interior zurdo, para mantener ocupada la banda replicaba con un desmarque dentro-fuera el fuera-dentro del brasileño, cuando no era Luis Enrique, casi mediapunta desde su interior derecho, el que caía a la banda contraria.

Los movimientos de las cinco piezas más adelantadas, activadas por la bota de Pep Guardiola, encajaban prácticamente a la perfección cuando el mediocentro mandaba y el conjunto culé llevaba la iniciativa, pero lo descubierto de la propuesta tenía alguna contraindicación cuando al 4 se le ponía en problemas. Por aquella época, ya todos los rivales tenían más o menos claro que cortocircuitar al cerebro del Barça era una tarea ineludible para plantarle cara a los de Van Gaal. Raro era el equipo que no mandaba sobre él una marca específica y, según el éxito que ésta tuviera, obligaba a los azulgranas a tomar una carretera secundaria. La más frecuentada en tal caso, y teniendo presente el perfil menor de Luis Enrique y Cocu en la creación, era la aproximación de uno de los dos extremos a zonas más centradas y retrasadas, para llevar el balón arriba en combinación con el interior más próximo o mediante una conducción individual. Cuando esto sucedía, pues, la compensación hacia banda de los dos interiores se producía en una fase más inicial de la jugada, despoblando el mediocampo ante una eventual recuperación del rival y exponiendo completamente la posición de un Guardiola desabrigado. El Valencia y El Piojo López pueden dar buena cuenta de ello.

Bestia negra del Barça de Van Gaal, el cuadro ché fue quien lo eliminó de la Copa y la Champions en la última de las dos temporadas en que Figo, Kluivert y Rivaldo coincidieron en el tridente de ataque. La única que con el holandés en el banquillo el equipo compitió en Europa hasta el final, una costumbre que además de empañar su periplo en el Camp Nou, dejó a la delantera sin apenas grandes noches para el recuerdo. Su Barça ganaba desde una regularidad incontestable, semana a semana, a falta de varias jornadas para que finalizase la Liga y con una decena de puntos de distancia respecto a su más inmediato perseguidor.

KluivertCon toda seguridad, su gran noche europea la vivió durante la Semana Santa del año 2000 en una vuelta de cuartos de final ante el Chelsea, en la que debía darle la vuelta al 3-1 en contra de la ida. En un Camp Nou vestido de gran remontada y engalanado con un enrome mosaico que invocaba el 2-0 necesario para clasificar, hablar de tridente aquel día no sería justo con la realidad. Aunque jugando al despiste Van Gaal facilitara a la UEFA una alineación con el habitual dibujo 4-3-3, ya sobre el césped y tras el pitido inicial, Boudewijn Zenden no sería lateral sino extremo y el Barça cerraría con tres atrás. Rivaldo, en disputa por entonces con el entrenador por querer jugar alejado de la banda, formaría por detrás de Kluivert con total libertad, buscando sorprender al triángulo de campeones del mundo que Desailly, Leboeuf y Deschamps levantaban para custodiar el acceso al área de De Goey. Con Morris sobre Guardiola, Albert Ferrer sobre Zenden y Babayaro auxiliado por Di Matteo en la marca sobre Luis Figo, el escenario inicial fue de clara iniciativa del Barça con un conjunto londinense que apenas llegaba a las inmediaciones de Ruud Hesp.

El juego con balón de lo locales, apoyado sobre todo en una banda derecha a la que el Chelsea no podía responder, y la capacidad de Puyol y Reiziger para anticipar ante Zola y Flo, enclaustraban la disputa en la otra mitad del campo. Tras un rebote en una falta lejana lanzada por Rivaldo llegó el primer gol, y no sin sufrir antes algún sobresalto, a escasos segundos para llegar al descanso Figo anotaría el segundo. El portugués, quien ya en Londres había resucitado la eliminatoria con un gol en el segundo tiempo, tras recoger un balón escupido por el poste daba la vuelta a la misma con todo un segundo tiempo todavía por jugarse.

La reanudación arrancó con el Chelsea decidido a dar un paso hacia adelante y el Barça dubitativo sobre si tenía que dar él uno hacia atrás. El domino culé del inicio poco a poco se fue difuminando e inclinándose del lado blue, y al cuarto de hora de la segunda parte un error de Hesp en la entrega y una definición perfecta de Flo volvían a meter a los ingleses virtualmente en semifinales. Del gol visitante en adelante, los azulgranas no recuperaron las sensaciones del juego, aunque la entrada de Dani por Zenden sirvió para volver a llevar peligro sobre la meta de De Goey. Fue justamente el delantero catalán quien a falta de siete minutos empataría la eliminatoria a centro de Luis Figo, incendiando el estadio. La euforia del tercer gol espoleó al equipo que solo dos minutos después forzaría una pena máxima en los pies de Kluivert que Rivaldo no acertaría a transformar. El público del Camp Nou respondió al fallo coreando el nombre del crack brasileño, ideática reacción que tendría, ya en la prórroga, cuando el arbitro sueco Anders Frisk volvió a señalar el punto de penalti del área del Chelsea. Esta vez el ídolo local no falló y puso en ventaja al Barça.

El quinto, obra de Kluivert para hacer justicia al partido del holandés, sentenciaba el pase cinco minutos después, pero el Barça no iría más allá de la siguiente ronda, y con la Copa y la Liga para Espanyol y Deportivo respectivamente, la temporada en blanco se cobró al entrenador y de rebote al proyecto. Semanas más tarde Figo cambiaba Barcelona por Madrid y se rompía así el fabuloso tridente que había formado el portugués junto a Rivaldo y Kluivert. Pasarían varios años hasta que el Barça encontrara uno a la altura.

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Comments:6
  • Halilović 10 1 abril, 2015

    Consideras que de haber logrado una adaptacion de Guardiola a interior y con un mediocentro mas fuerte defensivamente este equipo hubiera sido mucho mas competitivo?

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  • FELIX DAVID GORDILLO RAMIREZ 1 abril, 2015

    pues puede parecer una tonteria lo k voy a decir pero yo hace tiempo creo k algo parecifo a esto ez lo que pretende LE para su barça en un futuro pero mejorado y con varios matices

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  • Morén 1 abril, 2015

    @ Halilović 10

    Es difícil porque tanto Guardiola desde el mediocentro como los interiores tenían un rol muy definido. Pienso, más bien, que el equipo encerraba en su propia construcción su límite. Mejores o peores, pero esas piezas “tenían” que hacer eso. Quizá, y dándole alguna vuelta, de haber sido Luis Enrique el interior izquierdo y “un Cocu diestro” el derecho, se habría podido reforzar un poco más la posición del 4 ya que como Figo jugaba más fijo en la banda no necesitaba tanto que el interior le compensara ahí.

    @ Felix David

    El paralelismo en los movimientos de interiores (dentro-fuera) y extremos (fuera-dentro) está ahí, pero la gran diferencia es que aquel equipo suplía ese abandono central con la conexión Guardiola-Kluivert, dos generadores de juego destacadísimos, dos organizadores cada uno desde su distinta posición y dos piezas que la plantilla actual no tiene.

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    • FELIX DAVID GORDILLO RAMIREZ 1 abril, 2015

      yo es que creo que acabara volviendo a jugar con un 4 tras el paso de xavi(no voy a nombrar a samper pq es una incognita)pero si busi no evoluciona hacia convertirse en un interior si lo debe hacer en ese aspecto o se fichara a alguien para ese puesto,pq sergi roberto no creo k sea suficiente y la parte del delanyero creo k si la tenemos con suarez, ademas en la salida del balon tb esta pique k no se le da mal eaa funsion..y el problema de que se quede el centro despoblado ya nos paso contra el madrid pero eso quizas se podria compensar con que los jugadores de ahora tienen mayor conocimiento tactico y puedan ser mas fisicos k en aquella epoca. Ademas aunque es una incognita si logras formar el samper-busi-rakitic o rafinha o obliaglas a un lateral a mo subir tanto o ocupar la zona interior como hace alves podrias mitigar bastante ese problema

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  • joselito 2 abril, 2015

    Se pueden establecer ciertos paralelismos entre estos dos equipos, que bien vendria un Guardiola de CD,esta claro que ademas de unos laterales de categoria es necesario un box to box de nivel.

    Agradezco mucho estos articulos, cuanto disfrute y cuanto sufri con esta plantilla, si Kluivert hubiera tenido mas gol…..

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  • Halilović 10 3 abril, 2015

    Supongo que muchos ya lo habreis visto pero igual comparto esto aqui, me parecio muy interesante y innovador: http://www.martiperarnau.com/articulos-de-futbol/la-ultima-mejora-del-barca/
    Aunque en el post de aqui (doble 5) ya se comentaba algo parecido…

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