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En tierra de nadie

En tierra de nadie

Quique Sánchez Flores, Bernd Schuster, Michael Laudrup, Míchel… desde su ascenso a Primera División, el Getafe venía siendo una concatenación de proyectos con cierta afinidad entre ellos pero con un gran peso específico de sus respectivos entrenadores. La inexperta carrera de todos ellos, de hecho, salió reforzada tras su paso por el Coliseum. Pese a la continuidad que también tuvo Luis García Plaza, el paso del técnico madrileño por el banquillo azulón no encontró tan claramente como el de sus antecesores el sello de autor, una dinámica que se acentuó la temporada pasada cuando hasta tres entrenadores distintos se sucedieron a los mandos del equipo. Probablemente por esto la apuesta este verano ha sido Fran Escribá, en su momento segundo entrenador getafense con Quique Sánchez Flores, y más recientemente arquitecto del Elche que logró el ascenso y dos permanencias muy meritorias en la máxima categoría, con la impronta ineludible del trabajo de su entrenador presente en buena parte de aquello en que se convirtió el conjunto. En Getafe, la tarea de sentar las bases no está siendo plácida, y a esta jornada llegará después de que la rotunda derrota ante el Sevilla cortara lo que se intuía una línea ascendente en cuanto a juego y cuajo. Por eso seguramente no sea casual que el futbolista del Geta más entonado en este inicio de temporada esté siendo un viejo conocido de Escribá: Víctor Rodríguez.

El ex canterano azulgrana forma parte de la línea de tres que forma por detrás del punta en el cuadro del técnico valenciano, aunque su comportamiento, muy móvil, lo lleve a desenvolverse por todo el ancho del campo y a intercambiar con frecuencia la posición con sus dos compañeros en tres cuartos. Especialmente cuando en el carril zurdo se sitúa el ex madridista Sarabia, los dos suelen alternar la mediapunta y la cal muy armónicamente, posibilitando una amenaza incómoda para sus rivales. Por su dinamismo, a menudo no queda claro si Víctor Rodríguez es responsabilidad del lateral, del central, del mediocentro o del interior, y entre los cuatro encuentra su plataforma de despegue. El sábado se enfrentará a un Barça que esta vez no dispondrá de la capacidad de Mascherano para barrer por delante de la defensa tanto cuando actúa en mediocampo como cuando lo hace de central. Sin el Jefecito, el mediocentro será Busquets que previsiblemente devolverá el interior a un Iniesta de menos retorno y que a falta de minutos puede abrir una separación mayor respecto a Jordi Alba a la hora de transitar en defensa. Algo parecido sucede en el carril diestro azulgrana ahora que el foco es Neymar y que, como consecuencia, se ha alejado de Dani Alves. El lateral ya no es el socio principal del director de los ataques, una situación que salvo contra el Bate ha trasladado el foco de su juego hacia el costado. Menos interior que cuando está Messi, el papel de Dani con Neymar adquiere alguna similitud con el que tiene Alba respecto al argentino. Su peso en mediocampo disminuye, y un Alves igualmente abierto y profundo, y por lo tanto alejado del círculo central en el momento de la pérdida culé, resultaría un problema si Víctor Rodríguez se hace con esa zona que, en principio, puede que no sea de nadie.

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