
La nueva apuesta de Wenger
Tras veintiséis jornadas de Premier League disputadas esta temporada, el Arsenal sólo ha remontado un marcador adverso contra el Leicester de Ranieri. Teniendo en cuenta que su tercera posición en la tabla nos habla de un cuadro gunner cuya normalidad doméstica suele ser la victoria, pero también que su inventario de tropiezos no se mantiene, ni mucho menos, inmaculado, el dato encierra más análisis del que podría parecer de inicio. Y es que el Arsenal de este curso es distinto. Desempolvando el manual con el que en su día levantó sus mejores proyectos, Arsène Wenger ha vuelto a repensar su equipo empezando desde la seguridad defensiva. El alsaciano, durante los últimos años, ha ido acumulando futbolistas determinantes arriba que le permitieran aspirar a dañar el área contraria sin necesidad de descubrir la propia, el candado de la cual, además, ha entregado al imbatible Petr Cech. Acompañando al meta checo, el siempre correoso Monreal, la consolidada pareja de centrales que forman Koscielny y Mertesacker, el hallazgo de Coquelin… pero sobre todo una nueva forma en la que el equipo se entiende, de atrás hacia adelante, que lo faculta para sacar partido a la contra de sus futbolistas más peligrosos y que al mismo tiempo le afea los partidos cuando, por debajo en el luminoso, debe asumir el volumen de posesión que por nombre y precedentes uno pensaría que todavía desean los londinenses. En la Premier League, sólo el Tottenham de Mauricio Pochettino ha encajado esta campaña menos goles que ellos.
Desde que se conociera su emparejamiento con el Barça en estos octavos de final, las lesiones de Cazorla y Coquelin -éste ya recuperado- han dibujado una línea más irregular tanto en juego como en resultados del cuadro gunner. Su “doble pivote” titular encerraba las dos esencias de la cara más competitiva del Arsenal esta temporada. El centrocampista francés, situado por delante de la defensa, recuperaba, por perfil, la figura del mediocentro que estabilizara el orden defensivo, sirviera de apoyo a los centrales y mantuviera bajo vigilancia los espacios entre líneas. Siendo, probablemente, la pieza de menor nivel y entidad del once, no tenía un remplazo de sus mismas características. Como no parece que lo tenga Santi Cazorla. El asturiano, redescubierto en zonas mucho más retrasadas de las que lo catapultaron en la Liga española, ha jugado dos papeles clave en el mejor Arsenal del curso. Por un lado, haciendo las veces de organizador, ha sido el gunner con más presencia y responsabilidad cuando tocaba alargar las jugadas en campo rival, algo valioso para los de Wenger tanto cuando ostentan favoritismo como cuando encajan antes que su oponente. En segundo lugar -y más importante para lo que nos ocupa-, Cazorla era el inicio de la transición ofensiva inglesa. El primero al que buscar tras el robo y el encargado de conectar la fase defensiva con el contraataque. El esquema de la rápida ofensiva lo tenía a él como planteamiento, a Özil como nudo y a Alexis Sánchez como desenlace. Sin Santi, lo que ha sucedido habitualmente es que tanto el ex-madridista como el ex-azulgrana han bajado un tiempo su intervención. Mesut es más habitual lanzando, Alexis conduciendo y en Giroud o en el tercer delantero recae la responsabilidad de resolver la jugada, con lo que el actual protagonista en cada uno de los tres estadios de la contra es inferior en sus funciones al compañero que las desarrollaba hace unos meses.
Contra el F.C.Barcelona, además, esta cuestión puede pesar más que en otros escenarios, pues la de Özil seguramente sea la conducción de un mediapunta que más problemas ha generado a Sergio Busquets, y la velocidad liberada de Sánchez se antoja imprescindible estirando arriba si Giroud es el punta contra un Barça que, presumiblemente, llevará el peso del balón y la iniciativa territorial. Para esquivar la concesión, Wenger maneja dos alternativas. Una consiste en un recambio simple de piezas, dando entrada a Elneny en el lugar que ocupaba Cazorla, asumiendo que en el trueque se pierde a cambio de mantener el orden de intervención de los protagonistas del contraataque. El ex del Basilea es continuo en el pase, demuestra buena visión y permitiría devolver a Aaron Ramsey al perfil diestro de la medular. Y es que en ausencia de Cazorla, ha sido el habitual volante derecho titular quien más veces ha pasado a formar en el doble pivote, dando entrada en la orilla a futbolistas tan distintos al galés como Walcott o Joel Campbell. Uno diestro, el otro zurdo, el hecho de que ambos sean más delanteros que centrocampistas ha tenido alguna consecuencia importante en el esqueleto gunner. Pese a partir desde la mediapunta, las zonas favoritas de Özil para recibir el balón están en las bandas, una querencia que obliga a un exigente ejercicio de lateralización del mediocentro rival y al que sus compañeros ayudan despejándole los costados en tres cuartos de campo. Walcott y Campbell, como atacantes que son, esto lo hacen desplazándose hacia arriba, mientras que Ramsey, en tanto que centrocampista, lo venía haciendo manteniéndose en una zona más próxima al doble pivote del Arsenal. El efecto sobre la transición defensiva londinense es que, ahora, ésta se protege con un futbolista menos por detrás del balón en el momento que se produce la pérdida del mismo.
Podría manejar Arsène, por ello, una segunda solución a la baja de Cazorla en la figura de Oxlade-Chamberlain. Titular en los dos últimos encuentros de liga de los de Wenger, el inglés puede ser al mismo tiempo el centrocampista de banda derecha y el hombre que, desde una demarcación distinta a Cazorla, conecte el inicio de la contra con Özil para que el alemán no tenga que retroceder demasiado. Al Arsenal le conviene, tanto en ataque como en defensa, la comodidad de su estrella. Es por futbolistas como él y Alexis Sánchez que el equipo de Wenger ha descubierto esta temporada sus constantes más competitivas en años, antes de que las lesiones volvieran a desacompasarle el ritmo. Por las gotas de calidad con las que adornan el ataque y con las que allanan para los gunners los metros finales, y porque su agilidad cerca del arco rival le ha permitido a su entrenador apelmazar al equipo en las inmediaciones del área propia. La seguridad defensiva que ha ganado el conjunto de Londres, más allá de Petr Cech, no es tanto una cuestión de mejora individual como de propuesta y estructura. Pieza por pieza, las de su rival se imponen, de modo que esta noche volverá a necesitar que la compensación llegue desde la acumulación de efectivos y la reducción de espacios. No en vano, pese a asumir momentos de cierta presión local, ayer por la tarde Luis Enrique apostaba por un repliegue más o menos marcados del Arsenal en el Emirates. Con él intentará impedir que este Barça retome la Champions igual que aquel que se coronó en Berlín, y lograr, como ya lograra antes, plantarle seria batalla a un Barça superior sobre el papel.
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