Simeone aisló a la MSN

Foto: Cesar Manso/AFP/Getty Images)
El Barça de la MSN se despidió de la Champions por no saber encontrar a los tres atacantes que le dan nombre y forma. El reto mayúsculo que afrontaban los azulgranas de repetir la victoria que nadie antes ha repetido, se difuminó porque en un mes de abril decisivo que en Europa ya no perdona resbalones, se separó de ellos. En parte los desconectó y en parte se los desconectaron. En cuanto a esto último, lo primero es referirse al obligado reconocimiento que merece la eliminatoria del Atlético de Madrid, que concretamente anoche durante el primer tiempo fue capaz de cortar el hilo que pudiera unir a Messi, Suárez y Neymar con el resto de piezas del equipo catalán. Defendió arriba pero sin darles espacio, pues su objetivo inicial no era tanto contenerlos como impedir que intervinieran con la regularidad que lo hacen otras veces.
Mordiendo la salida, los sujetaba arriba para no redoblar con sus hipotéticas aproximaciones la presión sobre una mitad culé ya muy poblada, y siendo una opción de pase hacia adelante para sus compañeros que no existió de forma sostenida porque el cuadro colchonero la emboscó. Con balón para Piqué y Mascherano, las opciones de pase continuado hacia el mediocampo o hacia los laterales si adelantaban la posición estaba cubierta por un futbolista local, de modo que cerrada la primera puerta, el Barça probó a abrir la segunda. Intentó entonces a salir por las orillas, conectando directamente el primer pase de Alves o Jordi Alba con el recursos que son Messi y Neymar, para que éstos, regateando, giraran a la defensa atlética e hicieran ganar metros a su equipo. De nuevo, el ejercicio rojiblanco rozó la perfección, de manera colectiva cerrando en triángulos (Juanfran, Gabi y Saúl a un lado y Filipe, Augusto y Koke en el otro) la opción de salida, e individualmente con un trabajo técnico preciso de los respectivos pares. Filipe perseguía a Messi para que el 10 no tuviera recepción cómoda, Godín empujaba a Suárez, Lucas lo trataba de tú a tú cuando el uruguayo se lo llevaba hacia la banda y sólo Neymar en su siempre proclive emparejamiento con Juanfran encontró un poco de respiro. No el suficiente para que la ayuda de Saúl a su lateral no terminara controlando la herida, y mucho menos para permitirle al Barça tiempo y metros con los que agruparse más cerca del área de Oblak que del círculo central.
El Barça tenía a sus tres cracks por delante del balón y repartidos en los tres carriles, pero no fue capaz de encontrarlos. Se jugaba lejos de Oblak pero no había espacios. En parte porque el Atlético se preparó a conciencia para no dejarlos y en parte porque el Barça, lo analizábamos estos días, ha perdido soluciones para creárselos. La versión más controlada y menos vertiginosa que viste esta temporada, abraza un ritmo que expone menos pero que no abre tanto, y sin lado débil despejado ni receptores al espacio, la fórmula del pase ronaldinhesco de Messi que hace doce meses surgió como una fuerza de la naturaleza para conducir al Barça hasta la coronación de Berlín, no pudo activarse. No había espacios, no había solución táctica ni respuesta individual, ya que para que se junten los talentos de los tres y el de Iniesta a modo de chispazo, primero necesitaban que les llegue el balón. Por su parte el Atlético, tan claro tenía su plan con la pelota como lo había tenido sin ella. Su objetivo, como la otra vez en que su estadio lo vio apear de la competición al mismo rival, fue el perfil izquierdo de la defensa azulgrana. Saúl, caracterizado de Raúl García, hacía valer su ventaja física sobre Alba, Iniesta o Mascherano para ganar el envío directo, el rechace y ya con el balón en los pies mostrar más de lo que mostró el navarro aquel día y cargar sobre esa zona con los apoyos de Carrasco, Griezmann o Juanfran. En esa banda encontró el gol, y no le hacía falta más porque atrás no concedió nada.
Como era de esperar la necesidad visitante empujó en el segundo tiempo, con un Messi metido a nexo para acompañar a Iniesta haciendo llegar el balón arriba con cierta claridad. Llegaron más balones a Neymar y Suárez, y cuando esto sucede el peligro se invoca. Más si cabe cuando, como a resultas del ingreso de Arda Turan al partido, también Leo puede delegar el escalón anterior y asomarse al balcón del área. Al turco lo acompañó Sergi Roberto, pues con la MSN junta en el centro y ambos laterales ocupando los carriles en ataque, se requería de su capacidad física para responder a tan exigente papeleta en el lado que había perdido la contribución defensiva de Rakitic (esta vez la ofensiva apenas compareció). Tan justo es, en este tramo, elogiar la resistencia colchonera como apuntar que el gol culé pudo terminar llegando, en un golpe de riñón de Iniesta, un gesto definitivo de Messi o Neymar, un rebote de Suárez o una aparición sorpresiva desde la banda. Pero no lo hizo, en la noche en que Messi y la Champions League si dijeron hasta luego y quedaron en volver a verse en unos meses. Para entonces el argentino quiere llegar con nuevas gestas que contar en el reencuentro. En eso deberán pensar a partir de ahora él y su Barça.
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