
Hasta que ha vuelto Messi
Hace un año, Luis Enrique también tuvo que afrontar varias semanas sin Leo Messi. La lesión del argentino por aquel entonces le apartó de los terrenos de juego más tiempo que ahora, y el técnico, atinadamente, optó por dar forma a algo nuevo capaz de sostenerse mientras durase la ausencia del 10. El plan, que empezó ante el Leverkusen y terminó en el Bernabéu, consistió en construir el Barça de Neymar, un equipo en el que alrededor del brasileño varios de los integrantes del once culé vieron evolucionar sus funciones. Luis Suárez viró sus desmarques hacia la izquierda, Jordi Alba ganó peso en la gestión el cuero y Andrés Iniesta se erigió, en el mismo carril que Ney, en el cerebro que un año antes había estado siendo Leo. Ya sea porque los cambios de que se sirvió entonces el equipo, a la vuelta del argentino, dificultaran regresar al mismo camino de antes, porque piezas que en aquella ocasión fueron claves hoy no atraviesan por el mismo estado de forma o porque lo que entonces fueron diez partidos esta vez habrán sido sólo cuatro, el planteamiento del asturiano durante las últimas semanas ha sido distinto. En cada encuentro se ha guardado para el rival y para sus propios futbolistas alguna sorpresa, incluso alguna de tan radical como desdibujar el esquema habitual, como si pretendiera con ello que nada arraigase con la fuerza suficiente como para que, con el regreso de Messi, no pueda dejarse a un lado.
El último de estos cambios de vestuario se vio el sábado en el Camp Nou, ante un Deportivo que últimamente era quien sorprendía y con un Barça redefinido a partir de un singular 1-3-4-3. La propuesta de Luis Enrique reunía como puntos más reseñables una salida de tres hombres sin necesidad de involucrar atrás al mediocentro, dos jugadores externos a modo de carrileros ejerciendo en paralelo a la cal y la presencia muy adelantada por dentro de Sergio Busquets. Las tres, medidas aparentemente orientadas a situar el partido en el área deportivista y en sus inmediaciones. En el primer escalón, Mascherano, Piqué y Mathieu garantizaban una base ancha y en superioridad numérica ante Andone y Çolak; abiertos, Digne y un Arda Turan que iba a mantenerse más sujeto cerca de la cal que un Rafinha que por su condición de zurdo tiene la salida natural hacia dentro, ofrecían carriles por los que ganar metros y trasladar el balón arriba; y la capacidad en el robo de Busquets, por momentos sensiblemente más adelantado que Rakitic y asomado a la corona del área, iba a permitir que no saliera de ahí. De la zona donde el Barça iba a ganar el partido, donde su superior calidad respecto al rival y los errores que en zonas comprometidas cometió éste le harían imponerse con la contundencia con que lo hizo.

Sergio Busquets jugó muy arriba, y Arda Turan muy abierto a la derecha. (vía squawka.com)
Del plan de Luis Enrique sólo dejó de cumplirse la intención de dejar sin salida al Deportivo, pues aunque su mayor especialista en la recuperación esta vez sí se situara cerca de la pérdida, en líneas generales al equipo le faltaron pases para juntarse alrededor de él. Los de Garitano, tras hacerse con el cuero, únicamente debían superar a Busquets. Probablemente tuviera que ver en esto el hecho de que el esquema culé vaciara tanto el mediocampo. Aunque al describirlo numéricamente a la línea medular se le siguieran asignando cuatro futbolistas, actuando dos de ellos -Digne y Arda- pegados a la cal, por dentro había una opción menos de lo que es habitual, más allá de la consabida omnipresente presencia -y en este caso ausencia- de Leo Messi. En consecuencia, el ataque del Barça echó de menos referencias a las que servir un pase atrás. Alcanzados los últimos metros, los hombres más adelantados sólo tenían inmediatamente por detrás a dos jugadores -uno de ellos más sujetado abajo- o a los tres centrales, estos ya en una posición más lejana. Así pues, aunque la mayoría de las novedades introducidas lograron cumplir con su cometido y, a la postre, llevaron el partido al área blanquiazul que es donde Rafinha, Suárez o Neymar lo resolvieron, se resintió el juego medio, lo que hay debajo del esqueleto. Aquello a lo que en ausencia de Messi, casi siempre de Iniesta y a menudo de Rakitic, no se ha mimado demasiado. Quizá para que a la vuelta, el crack, no se lo encontrara muy cambiado.
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– Foto: Maja Hitij/Bongarts/Getty Images
vi23 17 octubre, 2016
La verdad es que ese rol abierto pegado a la cal en banda derecha ejercido por Arda a esa altura y con esa misión parecería en teoría ideal para Aleix Vidal. Qué cosa más extraña lo que ha pasado con este jugador (que incluso pensé yo que podía ser recambio de los tres de arriba cuando el partido ya estuviese cerrado para aprovechar su velocidad a la espalda de la defensa)
Morén 17 octubre, 2016
Sí, la impresión con el tema Aleix parece más que de entrada no se cuenta con él (por la razón que sea) y de ahí el resto. Tanto algún cambio de dibujo “porque Sergi Roberto es el único lateral derecho” como, por ejemplo, la elección de Arda como carrilero que comentas.
Jordi 17 octubre, 2016
A Vidal no lo veremos ni en Copa Catalunya, ya esta vetado y el “modo” de estimularle a mejorar es puterarle hasta que elija salir aceptando cualquier oferta.
Jolaus 18 octubre, 2016
Como están las cosas, tal parece que aquel -muy interesante y efectivo- Barça de Neymar no lo volveremos a ver de aquí a unos 4 o 5 años 🙁 -Esperemos que Neymar se quede ese tiempo también-. O, Dios no quiera, si Leo llegase a estar de baja al menos por 3 meses.
Pero que no se me malinterprete, que el Barça de Messi me ha dado muchas alegrías – y me las sigue dando-.