
Un Espanyol impenetrable
En cuanto al nivel futbolístico que como colectividad son capaces de ofrecer buena parte de sus equipos, desde hace algunos años y especialmente en la temporada actual, la Liga española no tiene parangón en el resto del continente. Casos como los brillantes arranques de curso de Las Palmas o Atlético de Madrid, la posterior explosión del Sevilla de Sampaoli o del nuevo Villarreal de Escribá, o la exquisitez que ahora mismo resulta la Real Sociedad, sazonan la competición que alberga en su seno a los dos clubes más dominadores del momento. Como islas que el calendario va deparando y que, aunque no todas logren mantener el estado de forma e inspiración a largo plazo, regalan durante algunas semanas focos de interés futbolístico muy pronunciados. No está siendo muy afortunado el Barça a la hora de encontrárselos, pues ya ha enfrentado anteriormente a los mejores momentos de forma de colchoneros, sevillistas o txuri-urdin, y el próximo fin de semana deberá hacer lo propio ante un Espanyol de récord.
Los de Quique, que arrancaron el curso con tantas expectativas como irregulares resultados, y que tocaron fondo al descanso de su partido contra el Eibar con 0-3 en el marcador de Cornellà-El Prat, suman desde entonces catorce puntos de dieciocho posibles (dos más que el Barça durante el mismo periodo de tiempo) y la pasada jornada vieron romperse una racha de imbatibilidad que les ha durado 586 minutos y que no en vano ha servido a Diego López para firmar el récord histórico del club. En una liga en la que los equipos suelen apoyar sus ventajas en los ataques, el Espanyol está marcando diferencias desde la defensa. El de Sánchez Flores es un conjunto que no sólo no acusa ceder la iniciativa de la posesión al rival sino que lo agradece. Es su punto de partida deseado. En los últimos seis partidos que ha disputado, sólo en casa ante el Athletic tuvo más el balón que su oponente, y contra Betis o Atlético de Madrid su cuota de posesión estuvo incluso por debajo del 40%. Esta comodidad de los periquitos sin la pelota, se observa también en su trabajo de contención, pues más que buscar una defensa agresiva que logre recuperar el esférico, su desarrollo se encamina más hacia el orden y la gestión de los espacios. Capaz de presionar puntualmente si la situación invita a ello, la norma, no obstante, es que el equipo se junte en campo propio, a menudo con los once efectivos por detrás del balón, y despliegue su habitual 1-4-4-2 sobre las parcelas cuya defensa el técnico entiende prioritarias.

De izquierda a derecha, el mapa del Espanyol contra Sporting y Atlético, y la localización de sus tackles y de las acciones de Javi Fuego la pasada jornada.
Los esfuerzos del planteamiento de Quique suelen ir dirigidos a cerrar un carril central, delimitado por la proyección imaginaria de las líneas laterales del área, a modo de corredor de seguridad. A su alrededor, en forma de U, al rival se le permite mover el balón sin un acoso demasiado pronunciado. Una U, sin embargo, de brazos cortos, pues seguramente uno de los peligros a los que puede enfrentarse el conjunto blanquiazul es que debido a los esfuerzos que moviliza por el centro, si el rival profundiza por fuera pueda desequilibrar la estructura bien desde el uno contra uno frente al lateral o bien extrayendo hacia la banda piezas cuyo espacio natural se encuentra en el centro. En este sentido, una de las figuras fundamentales es el asturiano Javi Fuego, permanente equilibrador y encargado de las coberturas, forma parte junto a la pareja de centrales compuesta por David López y Diego Reyes del triángulo que actúa como sostén del entramado espanyolista. Son la lectura táctica defensiva de un colectivo levantado a partir del orden. Los pilares de un plan capaz de mantenerse igualmente impenetrable aun juntando en el once a un número importante de futbolistas con inclinación a atacar. Sin ir más lejos, la pasada jornada, en la alineación blanquiazul coincidieron Jurado, Hernán Pérez, Leo Baptistao, Caicedo y Gerard Moreno, amén de un lateral de proyección como Aarón Caricol o uno con naturaleza de centrocampista como el ex azulgrana Víctor Sánchez.

Los cortes de D.Reyes contra el Atlético, los pases del Espanyol ante el Sporting y la localización de los atacantes de banda y Jurado la pasada jornada.
Paradójicamente, del mismo modo que añadir jugadores de corte ofensivo al once no le provoca al Espanyol un descenso de la seguridad atrás, tampoco se ha venido traduciendo en un aumento de las posibilidades de su ataque. Sus marcadores acostumbran a ser cortos, y por ejemplo a lo largo de los seis encuentros que marcan su reciente progresión apenas supera, de media, el gol por partido. Y es que si la estabilidad atrás del conjunto de Sánchez Flores tiene que ver fundamentalmente con una cuestión colectiva, también su enjuto vínculo con el gol se relaciona con la naturaleza del equipo que ha construido el técnico. Vertical hasta la exageración, lo fugaz de sus ataques dificultan que, partiendo de un bloque defensivo normalmente bajo, los jugadores encuentren el tiempo necesario para sumarse a la ofensiva. Ataques, además, por lo general muy anchos, que acompañan a la doble punta con dos hombres exteriores que de buscar la diagonal la dirigen más hacia el área que hacia la mediapunta, vaciando así un entrelíneas sin el cual al Espanyol le cuesta sumar segundos y pases a las jugadas.
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– Foto: David Ramos/Getty Images