
Pablo Zabaleta y la desconexión
Después de haber tenido a sus órdenes a Dani Alves, Abidal, Alaba o Philipp Lahm, estaba claro que uno de los retos que debería enfrentar Guardiola en Manchester respecto a sus anteriores proyectos estaba localizado en los laterales. No obstante, de los cuatro que albergaba la plantilla del City, había dos, Zabaleta y Kolarov, con aparente afinidad hacia los postulados que acostumbra llevar consigo el técnico de Santpedor. Laterales técnicos, con buen pie y a priori más ordenados que sus competidores franceses Clichy y Bacary Sagna. No obstante, a pesar del inicial impacto positivo de los lateriores de Guardiola, en la posterior marcha citizen así como en los problemas que de un tiempo a esta parte disminuyen el juego del equipo, tanto el serbio como el argentino están resultando ser más problema que solución. Especialmente conflictivo se muestra el caso de Zabaleta, pues además de lo meramente individual acarrea un componente colectivo de consecuencias notablemente dañinas en el actual juego de su equipo. El lateral, protegiéndose, desprotege al resto. Resguardando lo particular, expone a lo general, como si acaparando la manta en una noche de frío contribuyera a dejar sin qué taparse a los demás.
El pasado fin de semana, ante el Liverpool de Jürgen Klopp, lejos de ser un comportamiento circunscrito sólo a la fotogénica jugada del gol red, sobre todo durante el primer tiempo la tendencia del argentino a parar demasiado desconectado posicionalmente hablando de la jugada, volvió a perjudicar la sostenibilidad de la estructura del Manchester City. Porque que Zabaleta permanezca demasiado lejos de Sterling, más próximo muchas veces a la altura del campo que define la pareja de centrales, no implica solamente perder una segunda referencia que fije una vigilancia y le abra la posibilidad del uno contra uno al extremo, o que se desvanezca la opción de un pase cercano hacia atrás desde el cual poder agruparse y ordenarse alrededor de la pelota, sino que también compromete la posterior transición defensiva ya que el rival encuentra vía libre para su contraataque allá donde el City echa de menos una pieza ocupando su lugar. En un equipo como el de Guardiola, casi siempre la defensa se protege más yendo hacia adelante que yendo hacia atrás, pues es como mayor dominio será capaz de ejercer, en conjunto, sobre los espacios. Anfield fue otra de las plazas donde el cuadro citizen lo volvió a necesitar, principalmente a partir de que a un primer tramo de enfrentar con poco éxito a su salida de balón con la presión kloppiana, los visitantes apostaran por una construcción más directa.
Si para lo primero Pep orientó a Yaya Touré a la base de la jugada, para lo segundo lo catapultó hacia la mediapunta, la zona sobre la que en gran parte se libraría la batalla por las segundas jugadas. Una forma de sortear la emboscada del Liverpool que en primera línea tanto le estaba dificultando un inicio limpio del juego, y de pagarle con su propia moneda. Trasladar el foco al otro lado de la divisoria, con el mediocampo y la delantera red volcados sobre la zaga del City, y pretendiendo empezar a edificar los ataques desde la recepción directa o la victoria en el rechace por parte de De Bruyne, Silva, Touré o compañía. Poco eficaz durante la primera mitad por la dificultad skyblue apuntada a la hora de juntarse, de cara al segundo tiempo Guardiola dispuso un intercambio de posiciones entre Silva y De Bruyne que llevó al belga a la banda y que como sucediera la pasada jornada ante el Hull dotó de mayor orden al ataque y su estructura. Hoy por hoy, el Manchester City necesita que De Bruyne toque la pelota muchas veces, y la forma más fácil que tiene de encontrarlo si no es en transición, seguramente sea sobre el costado.
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– Foto: Clive Brunskill/Getty Images
James McArthur 2 enero, 2017
Muy buen artículo, Albert. Me gusta cómo enfocas la debilidad estructural que se genera a partir de las carencias posocionales de un miembro aparentemente menos relevante para la salida de balón como es Zabaleta.
Yo creo que hay que empezar a pedirle más cosas al City. Ya van muchos millones y superfichajes, y Pep ya lleva muchos partidos detrás. Y yo sigo viendo a ese mismo equipo que no tiene alma. Que vive de detalles individuales, pero que no tiene un sello reconocible.
Por cierto, Nolito pasó de jugarlo todo a no contar demasiado, no? Qué pasa con él?
Morén 5 enero, 2017
Yo el fichaje de Nolito lo entendía en gran parte como una guía. Un jugador que aunque inferior a los Kun, De Bruyne, Sterling, Sané y compañía, le sirviera a Pep para inocular la receta de un estilo que Nolito conocía del Barça B. Lo que ocurre es que, ahora mismo me parece que ha ocurrido lo contrario. Posicionalmente sí que el español está siendo esto, pero a nivel de interpretación da la impresión que se ha subido muy rápido a “la ola Premier”. Contra el Hull, por ejemplo, sus precipitaciones con la pelota fueron constantes.