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Mandar en la Premier League

Josep Guardiola, Manager of Manchester City lifts The Premier League Trophy after the Premier League match between Manchester City and Huddersfield Town at Etihad Stadium on May 6, 2018 in Manchester, England. (Photo by Michael Regan/Getty Images)

Mandar en la Premier League

A diferencia de lo que ocurre en otras competiciones, donde el éxito parece tallado por un patrón en común de características compartidas entre los contendientes más capaces de imponerse a los demás, los últimos tres campeones de la Premier League han sido enormemente distintos. Apenas un único rasgo ha estado presente en el triunfo del Leicester de Ranieri, del Chelsea de Antonio Conte y del Manchester City de Guardiola: el absoluto dominio táctico, de raíz, sobre un campeonato recientemente definido desde la imprevisibilidad del desorden. Desde que The Foxes, con mimbres mucho más modestos que los favoritos, subrayaron las virtudes de enfrentar un contexto tan abierto y alocado negando la mayor, los equipos que con más acierto han sido capaces de imponer su carácter de conjunto han hallado como premio un camino recto hacia el título. Los hombres de Claudio cerrándose donde todo fueron puertas abiertas, los blues apostando por tomar ventaja en las áreas y así ostentar más credenciales que ninguno allá donde se intercambian los golpes, y, finalmente, el último Pep Team asumiendo los ritmos pero negándole el balón a quienes con tanta facilidad lo reparten. ¿Cómo usar el esférico como bastón de mando en una liga que no siempre lo obedece?

Probablemente la decisión más relevante a nivel táctico del segundo curso del de Santpedor en las islas haya tenido a Kevin de Bruyne como protagonista. Antiguo mediapunta o, incluso, delantero de banda, para dar forma al campeón Guardiola ha esculpido en el belga a su interior más protagonista en la base de la jugada. Al Xavi de su City, a su Kross o a su Lahm en versión skyblue. La viabilidad de la reconversión del talentoso futbolista belga ha respondido a un factor bífido, pues ha conjugado, por un lado, la exacta adecuación de sus virtudes a las dificultades que encasquillaron el primer intento de Pep en la Premier, y, por el otro, la ocultación de los efectos de un sacrificio sin coste aparente. El De Bruyne iniciador no ha ido en detrimento de su versión finalizadora, pues como primera piedra ha permitido construir un recorrido que le ha permitido sumar sin intercambiar. De Bruyne ha estado en cada lugar donde su equipo lo ha necesitado. Asegurando la salida merced de su capacidad para la conducción con tal de que al rival no pudiera recuperar en zona comprometida para la zaga citizen, participando desde el golpeo y ordenando desde el conocer en la sala de máquinas, creciendo semana a semana en el entendimiento del juego y de las decisiones a tomar, y finalmente apareciendo en la frontal del área con su habitual clarividencia generando ocasiones de gol.

De Bruyne ha bajado un peldaño en el terreno de juego, pero lo ha subido en rendimiento y en relevancia en el funcionamiento grupal, tanto por su contribución directa como por las consecuencias desencadenadas en sus compañeros. Una de las más destacadas ha tenido como protagonista a David Silva. Otrora acompañante del belga en la frontal del área o, durante buena parte de la temporada pasada, interior más próximo al mediocentro, el surgimiento del nuevo De Bruyne ha permitido al canario localizar su juego en tres cuartos de campo, a la espalda del mediocentro rival, y directamente relacionado con los últimos estadios de la jugada. Una suerte de penúltimo escalón con la habilidad para darle lustro al cuero justo antes de salir al encuentro del gol, como un facilitador de los contextos para la definición de sus compañeros. Socio de De Bruyne, Agüero, Juan Jesús o Sterling en la corona del área, el internacional español ha contado, además, con un segundo aliado en la figura de Leroy Sané.

Abierto en el carril zurdo, pegado a banda como una tensión exterior permanentemente activada mientras la jugada no alcanza los metros finales, su presencia no sólo ha supuesto para el Manchester City la opción de oxigenar y descargar la circulación hacia la orilla, sino que su potencial amenaza atacando espacios o administrando contextos de emparejamientos hombre a hombre han dibujado una atención externa sobre el perfil diestro de las defensas contrarias que les ha impedido cerrarse y concentrar todos los esfuerzos de la contención sobre el carril central. Alejando vigilancias, separando rivales y devolviendo la pelota a la frontal en un escenario más provechoso. Del mismo modo que en el centro del campo, también en la delantera los hombres de banda de Pep Guardiola han seguido un comportamiento asimétrico, siendo Sané la pieza exterior al tiempo que Sterling, desde la derecha, ha sido una doble referencia tanto en la corona junto a Silva, como en el área junto al nueve, dejando el carril para las apariciones de Walker. Profundo, veloz y más vinculado con la cal que con el círculo central, el lateral derecho inglés recoge buena parte de las virtudes adquiridas por el Manchester City en el segundo año con Guardiola a sus mandos.

Por un lado, su aporte ofensivo, entregado a la amplitud y la profundidad de los ataques, ha participado en la edificación de un contexto de ataque productivo con el balón e igualmente provechoso sin él, capaz de desordenar a las estructuras rivales, abrir caminos hacia el gol y limitar las posibilidades de éxito de un posterior contraataque enemigo. Después de un primer año muy castigado por el característico fútbol de segundas jugadas y transiciones veloces de la Premier League, el segundo capítulo de Pep en Inglaterra ha demostrado un dominio muy superior en este tipo de situaciones, en el que, además de la propia evolución del conjunto, han tenido un papel destacado la figura de los dos laterales. En el caso de Walker por una capacidad física que le ha permitido mantener un posicionamiento cercano a la acción y, aún así, resultar seguro cubriendo su espalda corriendo hacia atrás, y en el de Delph, sorprendente as en la manga, por su presencia cercana al pivote como un segundo tapón central al que debía enfrentar la respuesta adversaria. Corriendo hacia atrás, el campeón de la Premier ha logrado ser un equipo junto, limitando las pistas de despegue a disposición de sus rivales, mientras que corriendo hacia adelante se ha desplegado de tal modo que ha multiplicado las propias.

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– Foto: Michael Regan/Getty Images

Comments:2
  • Morén 4 junio, 2018

    Con este artículo terminamos al curso 17/18 en EUMD, y empezamos las vacaciones en el blog. Como cada temporada, será el periodo para pensar un poco en cómo ha funcionado ‘En un momento dado’ estos meses y cómo poder mejorarlo el curso que viene.

    Y, como siempre, oídos bien abiertos para saber cómo os gustaría que fuera. Qué os ha parecido más interesante, qué os ha faltado, qué cambiaríais… Cualquier sugerencia/opinión será muy agradecida.

    Gracias a todos por haber estado durante esta temporada 2017-19, y nos reencontramos cuando vaya a empezar la siguiente! 🙂

    Reply
  • Iniesta10 6 junio, 2018

    Gracias Albert, i tambien al equipo de EUMD.

    Reply

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