
Lenglet, un clásico moderno
Más a fuego vivo que lento, hace ya años que el fútbol ha traducido los nuevos tiempos en una determinada tipología de central. Lo que no pocas veces se ha convenido en llamar “central moderno” emerge de la unión entre unas capacidades físicas muy pronunciadas tanto en lo que respecta a la velocidad como en cuanto a elasticidad y potencia, y la respuesta técnica a los novedosos horizontes que para ellos depara el presente de las salidas de balón. Centrales rápidos, contorsionistas cuando hace falta, y con pie de seda. En Europa, el país que de forma más clara abandera su producción es Francia, cuna en su día de los cuerpos de Desailly, Thuram, Gallas o Abidal, que sirvieron como aviso, y actual beneficiaria de fenómenos como los mundialistas Varane y Umtiti, o de otros tantos de su estirpe como Kimpembe,Koscielny, Upamecano, Pavard, Sarr o Zouma. Zagueros físicamente exuberantes en términos de velocidad y agilidad, perfectos para exponerse y fiar su suerte defensiva al todo o nada, capaces de corregirse a ellos mismos tantas veces como fallen, y de acompasar la sensibilidad de sus botas a los planes que para limpiar los primeros pases urdan sus entrenadores. El nuevo central del FC Barcelona, Clément Lenglet, coetáneo y compatriota de todos ellos, sin embargo, aún teniendo varios rasgos en común con sus conciudadanos, desempeña sus mismas tareas con barniz de tradición. El defensor que ha elegido el club azulgrana para completar junto a Gerard Piqué y Samuel Umtiti su tridente de “centrales titulares”, es un central clásico moderno.
Aparentemente, el ex sevillista aterriza en la plantilla de Ernesto Valverde para ocupar el espacio que el curso anterior correspondió a Vermaelen, con la intención de estrechar tanto como sea posible la distancia entre la pareja titular y el primero de sus recambios. El belga, que en ausencia de Umtiti respondió con la solvencia que su fútbol atestigua cuando la batalla no la libra contra las lesiones, arrastra una amarga relación con los problemas físicos que a menudo lo convierten en un escudero de disponibilidad dudosa. Dada la relevancia del cargo en un conjunto diseñado para pelear todos los títulos, pues, la apuesta por Clément Lenglet es, sobre el papel, una respuesta afín tanto a las necesidades como al siempre particular contexto de juego al que deben enfrentarse los centrales culés. En concreto, la temporada pasada, el central izquierdo de Valverde convivió con un perfil zurdo del equipo generoso en la complejidad. Con un lateral tan protagonista en ataque como Jordi Alba y un interior tendente al pico del área contraria en el escalonamiento de la medular, muy a menudo el recorrido de la pareja de Piqué empezaba a la izquierda de Gerard y finalizaba a la de Busquets. Soporte tanto para el primer pase como para la respuesta en transición a la izquierda del mediocampo, el central zurdo en el primer Barça del Txingurri ejerció como una suerte de dos en uno, con apariencia de zaguero a la hora de desenvolverse sin balón en campo propio, pero tiñéndose progresivamente de centrocampista a medida que el ataque del equipo iba ganando altura y, con ella, se activaban los itinerarios ofensivos de sus acompañantes más próximos.
*Muévete sobre la imagen con el deslizador.
Está por ver si el segundo curso de Valverde al frente de la nave culé sigue los mismos trayectos que el primero en cuanto al comportamiento táctico de sus piezas, pero de repetirse, y en el particular del central izquierdo del equipo, la de Lenglet es una incorporación que casa con la mayoría de aspectos que definieron su posición en el Camp Nou hace unos meses. Cómodo y sereno jugando lejos de su guardameta, tranquilo con el balón en los pies y con capacidad para interpretar las situaciones en el inicio de la jugada, el galo es un central que tanto por características como por haberse familiarizado ya en Sevilla con la cultura táctica de la Liga española, por perfil no debería tener un encaje complicado en la pizarra del técnico azulgrana. És ágil en el pase y la conducción con pierna izquierda, goza de visión para encontrar con un envío vertical la espalda de un rival y se trata de un jugador inteligente compartiendo los espacios del primer escalón. Su relación es fluida tanto con avanzados que se le acercan para asumir la batuta en la salida como con aquellos que se le separan con tal de habilitarle una línea de pase detrás del contrario. Su movimiento tanto en vertical como en horizontal es natural, y su paleta con el esférico goza, además, con un añadido que recientemente no ha abundado en la zona central de la defensa del Barça: el pase largo.
Junto a Piqué y Umititi, expertos ambos en el inicio en corto, Lenglet añadirá soluciones buscando tanto el servicio vertical cruzado como el cambio de orientación hacia el carril opuesto. Su golpeo en este tipo de acciones, sin ser milimétrico, sí resulta tenso y bien dirigido, ofreciendo ventajas tanto al delantero como al lateral que corre por la banda derecha a la hora de alcanzar la pelota antes que su par. Valverde, amigo de que sus equipos mezclen el pase corto con el pase largo, con el francés y Coutinho hallará en el perfil izquierdo de su Barça dos más que interesantes recursos para trasladar el balón a los espacios menos ocupados de zonas alejadas. Finalmente, a la hora de dar comienzo a la acción, el francés cuenta con un gran sentido para el despeje orientado, suerte que le permite encadenar la acción defensiva con la ofensiva y avivar la transición defensa-ataque de su equipo. Sin ser un central especialmente rápido -bajo los estándares de un 2018 en el que hombres como Varane y Umtiti marcan la referencia- ni tener un giro de cintura demasiado vivo, Lenglet es un zaguero que sabe vivir en escenarios defensivos alejados de su propia área. Su aval en estos contextos, más que físico es interpretativo, y tiene que ver con un sentido de la colocación y del timing que le permiten dominar la situación sin comprometerse. Calculador en la acción y decidido al corte, conteniendo hacia adelante acredita soluciones para esquivar la exposición ya sea a ras de suelo o en las alturas. El duelo que mantuvo contra Dembélé el curso pasado en el Pizjuán y el que libró ante Lukaku en Champions, atestiguan dos de los picos del zaguero defendiendo adelantado, en un caso por abajo y en el otro por arriba.
Es capaz de responder saliendo hacia banda, y aunque su temple y juego aéreo hacen prever una evolución dentro del área que añada a su fútbol aspectos del de Piqué, hoy es con la línea adelantada o en transición cuando su espectacular manejo por alto adquiere mayor impacto. En este sentido, teniendo en cuenta que el carril izquierdo del Barça no ha gozado recientemente de especialistas defensivos por arriba -Iniesta, Jordi Alba, Umtiti- y el hecho de que desde el mediocentro Sergio Busquets tampoco es un especialista en la materia, la capacidad aérea de Lenglet debería ser un valor para la defensa culé como lo fue el curso anterior la de Vermaelen cuando el belga defendió titularidad. Además, la combinación que hace Clément de sus armas jugando lejos de su portería con su dominio de las alturas puede ser un factor a considerar a la hora de darle al equipo el marco escénico que más le conviene. En un conjunto y con un entrenador estrechamente vinculados a la presión adelantada, su figura, a modo de barrera, dará nuevos argumentos a la hora de limitar la superficie de juego para el rival, gracias a su autoridad para imponerse en las disputas aéreas que pretendan cambiar la dirección del partido a través del juego directo, y devolviendo de inmediato el esférico a la mitad sobra la que se asienten sus compañeros. Por otro lado, a ras de césped y en transición, es un zaguero que, como Gerard Piqué, tiende a la contemporización, esto es a no precipitar la acción saliendo al todo o nada frente al atacante, sino a mantener la distancia al tiempo que condiciona la carrera del delantero hasta que el equipo pueda recomponer la línea.
A la hora de analizar su hipotética convivencia con los actuales centrales de la plantilla, y asumiendo como poco probable, atendiendo a los antecedentes tanto del técnico como del equipo, un esquema en el que los tres compartan once sin que ninguno de ellos forme en el lateral izquierdo, la incorporación de Lenglet parece un eslabón intermedio entre Piqué y Umtiti que, a la vez que plantea argumentos para que el ex sevillista encaje como pareja de cualquiera de ellos, insinúa también dudas por resolver al respecto. De características más parecidas a las del catalán pero zurdo como su compatriota, tanto la forma como se gestionen el reparto de tareas y necesidades a propósito de lo primero, como la respuesta que pueda dar Umtiti situado sobre el perfil diestro de la defensa, marcarán el éxito de unas mezclas con interrogantes. Sobre esto último, a favor del Barça jugará que, si bien la cohabitación de dos futbolistas zurdos en el centro de la zaga tradicionalmente no ha dado buen resultado debido a que éstos acostumbran a tener un perfil más cerrado que los diestros, lo cual repercute en cuestiones como la orientación del cuerpo o del golpeo, lo cierto es que Samuel Umtiti ha dejado muestras de que el suyo puede ser un caso más flexible que el de otros, y que su hipotética relación con el lado derecho del tablero no tendría por qué expresarse de la misma forma antinatural que se ha visto en otros contextos o como, por ejemplo, si se adivina en una pareja formada por Lenglet y Vermaelen. Buena parte del presente, pero sobre todo del futuro de la parte central de la defensa del Barça, se dirime en esta particular cuestión. Es la que marcará lo abiertas que encuentre Clément Lenglet las puertas de la titularidad.
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– Fotos: Josep Lago y Alex Caparros/Getty Images
Javier 16 agosto, 2018
Poco mas que añadir, falta ver si no va justo de velocidad como se vio en la supercopa, y si puede ser una opción mas en el lateral izquierdo.
Gran análisis, con ganas ya de comentar la incorporación de Malcom
vi23 22 agosto, 2018
En caso de que uno de los dos firme de lateral izquierdo, quien sería? Yo lo veo como una alternativa para ciertos partidos en los que se necesite más juego aéreo (o anular la táctica del grandote contra alba). Sobre todo ahora que dembele o Malcolm pueden dar profundidad por izquierda
Marcos 24 agosto, 2018
“Su relación es fluida tanto con avanzados que se le acercan para asumir la batuta en la salida”. Qué se entiende por esto? Es decir, que comportamiento/movimiento se ve en el campo que nos permite decir que se relaciona de forma fluida con los que se acercan a responsabilizarse de la salida? Y que tipo de comportamientos generarían una relación no-fluida?
Morén 26 agosto, 2018
Posicionalmente, por ejemplo, es un central que sabe generarle el espacio a un centrocampista cuando éste baja a dirigir la salida desde su sector. No se pisa ni le cierra el paso, sino que le sabe generar el espacio y ubicarse de manera que puedan estar conectados desde el pase. Le facilita el contexto. Abriéndose a banda, reculando, sirviendo el balón con un pase vertical…