
Boateng de emergencia
Cuando Ernesto Valverde encontró en Wembley una línea de juego a la que agarrarse tras semanas de búsqueda infructuosa, al Barça no sólo le cambió el equipo sino también la plantilla. Testado, gozado y afirmado Arthur en el interior izquierdo, y con Coutinho por delante como elemento extra de control, a modo de una reacción en cadena se vio alterado el papel y jerarquía de varios de los integrantes del plantel. Ousmane Dembélé, hasta entonces tercer titular en el once, pasó a disputarse directamente el puesto con el brasileño, adquiriendo el perdedor condición de cuarto delantero. Malcom, hasta entonces sobre el papel primer recambio arriba, descendió un lugar para ser el segundo, y el protagonismo de Munir pasó de teóricamente complementario a testimonial. Con cuatro titulares disputándose tres puestos por delante suyo, y peleando un lugar en el banquillo contra Malcom, sin embargo, la presencia del canterano en el fondo de armario barcelonista guardaba un valor potencial sustancialmente superior a su uso efectivo. Las plantilla de un equipo es un organismo vivo y como tal se diseña, y Munir representaba en la del Barça varias cuestiones inicialmente disimuladas pero que dependiendo del devenir de la temporada podían salir a la luz. Un cajón de sastre con algunas soluciones en caso de emergencia, que sin determinados condicionantes seguiría relegado a la oscuridad, pero al que una serie de factores podían llevar a la superficie.
En una línea marcada por la preferencia del balón al pie, por ejemplo, el canterano añadía el recurso de la agresividad en el desmarque. También una segunda opción natural en la demarcación de delantero centro, tanto para compartir punta con Suárez en intentos de remontada como el que los culés culminaron en Vallecas, como ofreciendo un relevo al uruguayo que no obligara al técnico a cambiar forzosamente la posición de Messi. Tanto la pasada temporada como la actual, Valverde ha dado sobradas muestras de no ver con mala cara la posibilidad de que Leo se asiente en el carril central. De hecho, el argentino ha sido, en realidad, el verdadero recambio de Luis Suárez cuando el nueve no ha estado sobre el campo, recuperando su lugar como falsa referencia y flanqueado a ambos lados por dos compañeros. Munir, más que una solución para no usar a Messi de esta forma, significaba la opción de no tener que hacerlo obligadamente. Un recurso con el que poder mantener a Leo en su puesto más habitual esta temporada en caso de considerarlo la mejor alternativa para un determinado partido, también cuando Luis Suárez no estuviera disponible. Más que el recambio del nueve, un nueve de recambio. Como aquel en lo que Luis Enrique convirtió puntualmente a Pedro Rodríguez durante el curso 2014-15, con tal de no alterar el reparto posicional en ataque que estructuró el segundo triplete azulgrana.
Aparentemente esto es lo que salió a buscar el Barça al mercado este mes de enero, y para lo que contará hasta final de temporada con Kevin-Prince Boateng. En el pasado centrocampista de llegada y dinamismo, para el ghanés cumplir años ha significado un camino en dos ejes: hacia arriba y hacia el centro. En el Las Plamas, el Eintracht de Frankfurt y el Sassuolo, los tres últimos equipos en los que ha militado, sus mejores y más sostenidos momentos de juego se han desarrollado como elemento central del ataque, apoyado en los tres aspectos de su fútbol que más han intervenido en hacer posible esta reconversión. En primer lugar, y como delantero de nuevo cuño, Boateng es un jugador con mucha capacidad de remate. De cabeza y con ambas piernas, ejecuta rápido y sin necesitar toques de más, cuenta con variedad de recursos técnicos para el golpeo, un balance físico que le abre un abanico más acrobático que al resto, y olfato en los últimos metros para recoger rechaces y balones divididos. No es ni una referencia fija ni un hombre gol, pero de cara a portería cuenta con amenazas.
Su aporte principal, no obstante, aparece cuando juega de espaldas, un aspecto del juego que al que ha ido dando prioridad con los años, hasta el punto de vivir una gran parte de los partidos orientado hacia su propio guardameta. Ejerciendo la función clásica de pivote por delante del mediocampo, ofreciéndose entre líneas separado de los centrales y con sensibilidad para detectar puntos de recepción, Boateng es un elemento intermedio en el avance con capacidad para proteger el balón, sumar pausa y habilitar a sus compañeros más próximos. A los centrocampistas a través del pase atrás para que así reciban de cara, y a los delanteros gracias a una sorprendente habilidad para poner el pase profundo aun estando de espaldas y sin girarse. Es por ello que el juego del nuevo refuerzo barcelonista agradece contar con futbolistas re ruptura a su alrededor. Superada la treintena, el físico de Kevin-Prince no sostiene el volumen de actividad de antaño -con y sin balón- ni la misma agilidad a la hora de darse la vuelta, por lo que requiere ser compensado si no se quiere correr el riesgo de que, con él, el ataque termine siendo poco agresivo. En la comparación con Munir, probablemente esta sea una de las grandes diferencias entre ambos, pues las características sin balón del canterano se asemejan más a las de los socios que ha tenido el ghanés en sus recientes ataques (Rebic, Berardi o Di Francesco), que a las del propio Kevin-Prince. El fútbol de cara de Boateng, de hecho, se activa normalmente cuando el balón ya le ha superado, aprovechando el espacio abierto por la defensa rival corriendo hacia atrás, para darse la vuelta y aparecer en el área desde segunda línea para el remate o la asistencia. De ahí que, durante los últimos meses, cuando ha sido desplazado a la banda por otra referencia ofensiva (Sébastien Haller o Babacar), su aporte se haya vinculado más con el golpeo, orientándose a pierna cambiada para activar el carril central, que con la verticalidad que, por ejemplo, dejó ver en Las Palmas. Decantado hacia la cal, el suyo no es un desempeño de extremo, sino que traslada al carril buena parte del fútbol que ejecuta desde el centro.
Sobre todo en lo que respecta al tercer aspecto clave de su paso de centrocampista a delantero: el juego directo. Provisto de una gran capacidad de salto, muy corpulento y con mucho oficio protegiendo el esférico de espaldas, es una solución para la salida en largo que sobre la cal suele disfrutar de una ventaja física casi abusiva contra su par en los balones aéreos. Teniendo en cuenta que la banda izquierda del Barça, en ataque, prioriza los movimientos que limpian el carril a Jordi Alba por encima de la profundidad del propio extremo, es el otro encaje que podría encontrar Boateng más allá de la punta. Tendiendo a la corona, como punto de apoyo para Arthur, Messi y el lateral zurdo. A la espera de la ocasión en que una ausencia de Luis Suárez lo convierta en necesario. Del día que, sin el uruguayo, Valverde considere que es mejor no cambiar la posición de Leo y requiera, por ello, de otro delantero por dentro. De un nueve de emergencia.
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– Fotos: Aitor Alcalde y Francesco Pecoraro/Getty Images