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Dos Barças contra dos Atléticos

Dos Barças contra dos Atléticos

Aunque a falta de cinco minutos para el final el signo del partido reflejara la misma igualdad que Barça y Atlético de Madrid dilucidaron en el Metropolitano, allá por el mes de noviembre, varios meses después colchoneros y culés afrontaron su duelo de un modo muy distinto al de entonces. En aquellos días separados únicamente por un punto en la tabla, con el liderato en entredicho y más contenido en una hipotética derrota que en un posible triunfo, Valverde y Simeone disputaron en Madrid un choque de precauciones en el que ambos dieron más valor a no recibir daños que a causarlos. Para los azulgranas, perder en campo rival significaba verse superados en la tabla y encadenar dos derrotas consecutivas, mientras que para los rojiblancos ser doblegados como local implicaba alejarse a más de un partido del entonces líder y máximo candidato al título. Por contra, el enfrentamiento del sábado llegaba con nuevos condicionantes, a modo de punto de inflexión casi definitivo o de última oportunidad dependiendo de la óptica de cada contendiente. Tras quince encuentros consecutivos sin caer y sin que la derrota aventurara consecuencias irreparables, venciendo el Barça prácticamente iba a teñir de blaugrana el título de Liga, como el último impulso con el que zarpar hacia Old Trafford. Para el Atlético, por su parte, distanciado en la clasificación de la persecución del líder, los tres puntos pasaban a representar casi la única posibilidad de mantenerse en la pelea hasta el final. A diferencia del escenario que enmarcó el duelo en la primera vuelta, esta vez la victoria daba más de lo que quitaba una derrota.

Así las cosas, inicialmente los dos conjuntos se desplegaron sobre el césped con propuesta, intención y actitud diferente a las de entonces. Más verticales, agresivos y hasta cierto punto arriesgados los catalanes, y más adelantados los madrileños. El Cholo dispuso un bloque bastante alejado de Oblak, presente en campo contrario cuando el Barça iniciaba juego desde atrás, y con voluntad de repartir el juego entre las dos mitades. Avanzando metros a través de la posición de Filipe Luis para alargar posesiones en campo contrario, evitar un partido en soledad de los delanteros conectándolos con la línea de medios, y buscando la posibilidad de recuperar el balón cerca de Ter Stegen como palanca con la que activar la creación de peligro. Un equipo de líneas juntas, compacto en ambas direcciones y de apoyo eminentemente colectivo que depositó en Saúl uno de los principales encargos individuales. Situado esta vez en el perfil izquierdo, y no en el derecho donde en tantas ocasiones buscó Simeone la victoria física ante Jordi Alba, el objetivo del canterano sin balón fue más Messi que Sergi Roberto. Era consciente el Atlético que el argentino suponía la amenaza más feroz para su organización posicional, e intentó amordazarla con un planteamiento particular sobre su figura. De este modo, Filipe y Saúl dibujaron una especie de paréntesis alrededor de Leo para defender, uno por detrás y el otro por delante, las recepciones del 10, a costa, si era preciso, de que Sergi Roberto o Ivan Rakitic gozaran de mayor libertad que sus compañeros. Como el pasado fin de semana ante el Villarreal, fue esta comodidad de los azulgranas situados en el mismo carril que Messi la que permitió el avance azulgrana, sobre todo a medida que el argentino fue centrando su influencia y alejando de la cal a sus perseguidores.

Messi

A pesar de que Simeone contaba con un segundo recurso para detener el impacto de Messi en la figura de un Thomas situado a la izquierda de Rodri, de tal manera que Leo siempre se topara con un atlético tras sortear a otro (de izquierda a derecha: Saúl (+Filipe) – Thomas – Rodri) la agresividad en el desborde de Leo, los apoyos de Suárez a la espalda de un doble pivote más atento al argentino que a sus centrales, los movimientos de Coutinho y la profundidad por banda de los laterales, también dieron altura al Barça para poder situar el arranque de su transición defensiva cerca del área contraria y contemporizar las salidas del Atlético. Con los dos equipos mostrándose fluidos en ataque, el mejor tramo para los visitantes se produjo cuando Griezmann ganó presencia e impacto a la espalda del mediocampo barcelonista, aprovechando las salidas de Rakitic y Busquets hacia el sector de Filipe Luis y desencadenando las llegadas de Santiago Arias por el carril derecho. En este proceso resultó igualmente importante la posición de Koke, centrada a medio camino entre las alturas de Rodri y Antoine, como un tercer peldaño a modo de señuelo para Arthur Melo. Agazapado a la espalda del brasileño, pues, las recepciones de Griezmann reclamaron dentro la ayuda de Jordi Alba y dibujaron un duelo directo en la orilla entre la proyección de Arias y el retorno de Coutinho, que pese al esfuerzo del azulgrana permitió al Atlético asomarse a la línea de fondo hasta que la expulsión de Diego Costa alterara el guión del partido. Con uno menos el plan de Simeone se resintió tanto desde el punto de vista concreto como desde un prisma más general. Con respecto a lo primero, perder a su referencia ofensiva liberó tanto a Piqué como a Lenglet, que pudieron ajustar en banda o a la espalda del mediocampo de un manera más eficaz, y que en ataque fijaron posiciones más arriba para cortar de raíz las contras visitantes. Pero, sobre todo, jugar en inferioridad numérica obligó al Atlético a un ejercicio defensivo más replegado, lejos de la recuperación adelantada y del área de Ter Stegen. El Barça pasó a instalarse en campo contrario, y aunque su claridad en la circulación menguó, afrontó el partido en una única dirección.

ATMNo se conformó con esto Simeone, que sin desprotegerse hasta los minutos finales fió sus opciones de ataque a una generosa intervención sobre la posición de sus piezas ofensivas que, cambiando constantemente las referencias a la defensa culé, pudiera generar dudas y desajustes. Primero con un 1-4-3-2 que juntó a Correa con Griezmann en el carril central (Imagen de la derecha), a partir de un 1-4-4-1 tras la reanudación y, estando Morata ya sobre el campo, con una suerte de 1-4-2-3 de mucho recorrido tanto ofensivo como defensivo para Saúl y Griezmann en banda izquierda. Sin llegar a materializar su peligro, lo cierto es que los diferentes ajustes del Cholo le sirvieron a su equipo para no desconectar su juego del ataque, especialmente cuando recuperó la figura de un 9 con Morata y con ello trabajó sobre los dos centrales del Barça activando mayores espacios para la segunda línea. También Ernesto Valverde movió ficha, y en este caso la mano del Txingurri sí recibió el premio del gol. Obligado a defenderse más abajo de lo inicialmente deseado, con diez futbolistas la contención del Atlético se concentró en el carril central, y más espacialmente en el área y su frontal. Priorizando la zona Messi y defendiendo con mucho acierto las consecuencias que pudieran originar las bandas culés, tanto en lo que se refiere al centro al área como a la dejada de Jordi Alba hacia la corona. Ya con Saúl como heterodoxo lateral izquierdo, el técnico azulgrana optó por cambiar a un dibujo 1-4-2-3-1 con la entrada de Malcom por Arthur, activando los tres carriles al juntar al ex del Girondins y a Coutinho con los laterales en cada uno de los perfiles, y dejando a Messi en el centro sin que ello significase oscurecer una de las esquinas. Aprovechando en banda los espacios que concediera el Atlético en su esfuerzo interior, y devolviendo el balón al centro después de llevar la atención atlética hacia fuera. Activando caminos hacia Leo y Luis Suárez hasta que, por fin, pudieran derribar a Oblak.

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– Foto: Alex Caparros/Getty Images

Comments:2
  • Marcus 8 abril, 2019

    @Albert
    No te parece sobrevalorada la aportación de Malcom hasta ahora?
    Para mi aporta mucho menos regate y profundidad de lo esperado, lo veo muy limitado en las dos bandas, si pudiera cambiarlo por J. Kluivert firmaba ahora mismo.

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  • Morén 8 abril, 2019

    Esto en el terreno de la percepción de cada uno, pero no me parece que la temporada de Malcom esté siendo especialmente valorada, dado su escaso protagonismo. Sí es cierto que recientemente se ha señalado el impacto que ha tenido en determinados partidos (Madrid, Espanyol, Villarreal o Atlético, por ejemplo). Personalmente coincido con la apreciación de ese impacto, aunque seguramente desde un aporte más posicional que individual. El facto exterior, la activación de los tres carriles del ataque, el recurso del 1-4-2-3-1… No creo que haya sido tanto lo que ha hecho Malcom, como el uso que se le ha dado a una pieza como la suya. Por ejemplo, con Dembélé donde el brasileño probablemente el impacto se habría disparado, porqué pudiendo ser una pieza que emplear de un mismo modo su dimensión sobre en principio es superior el juego es superior.

    Sobre jugadores que hoy no forman parte de la plantilla del Barça… carpeta cerrada. Ya le dedicamos una serie de artículos, lo hablamos con toda la profundidad que quisimos y ahora lo aparcamos hasta que se oficialicen los movimientos. Con todo lo que queda en juego estas próximas semanas, sería imperdonable distraerse con cosas que no estén pasando sobre el césped.

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