
Laterales que son delanteros
El Manchester City, el Liverpool y el Barça son los tres equipos de las grandes ligas que, a estas alturas de la temporada, suman ya más de un centenar de goles entre el campeonato doméstico y la Champions League. Por lo que respecta al conjunto red, en el análisis de su botín anotador a partir del tipo de acción que lo desencadena, tres grupos se destacan con holgura sobre los demás: el contraataque -en tercer lugar-, el balón parado -en segundo lugar- y, por encima de todos, el centro lateral. Ninguna otra acción le ha proporcionado más goles al Liverpool esta campaña que un esférico introducido al área desde el costado. En este apartado, y aunque los atacantes Mané y Salah a menudo también son protagonistas del servicio, la importancia en el desenlace de los atacantes reds suele estar más vinculada al remate o al toque interior que al centro desde el exterior, siendo ésta, en cambio, la principal tarea de los laterales. Alexander-Arnold y Andrew Robertson son, junto a Sergi Roberto y Jordi Alba, la pareja de laterales más asistente del continente, y es que, como los azulgranas, son los futbolistas que, en su equipo, en la práctica hacen suya la parcela teóricamente destinada a los extremos. A diferencia del Barça, donde Messi y Coutinho tienden más al calor de la corona que al interior del área, en el Liverpool es el delantero centro el atacante más influyente en la mediapunta, abriendo así una puerta para que tanto Salah como Mané acompañen sus apoyos con movimientos verticales hacia zona de remate. Egipcio y senegalés forman un tándem de extremos que, muy a menudo, adquieren la apariencia de una pareja de nueves. Sus recorridos, como ocurre con los de Firmino respecto a los extremos, son también la puerta de entrada para que Arnold y Robertson se proyecten por banda hasta el último tercio del campo, en tanto que cierran a los laterales rivales con sus diagonales despejando las orillas.
Los laterales y los extremos de Klopp son caminos comunicados. Así, por ejemplo, el actual momento de forma de Salah, seguramente el mejor del curso, ha destapado el impacto de Arnold en la asistencia, de la misma forma que anteriormente el curso de Mané, la constante más vertical y agresiva del cuadro inglés, convirtió a Robertson en el único lateral comparable a Jordi Alba en producción ofensiva esta temporada. Bien a ras de suelo buscando la dejada al jugador que llega de cara, o por arriba alimentando un área tan poblada de cabezas para el remate como de piernas para el rechace, las alas ejercen en el equipo de Klopp como una suerte de pulmón por el que el ataque red siempre respira. Como acompañantes arriba de otros tres delanteros y componiendo, así, prácticamente una línea de cinco en el último tramo que no sólo moviliza a la totalidad de la zaga rival sino que exige grandes esfuerzos en el retorno a piezas inicialmente más adelantadas. No obstante, a pesar del gran potencial ofensivo del Liverpool, el mayor salto competitivo de los ingleses esta temporada ha tenido que ver con la parcela defensiva, donde fichajes como los de Fabinho, Alisson y Van Dijk han incorporado una mejoría individual que se ha traducido, también, a nivel colectivo. La estadística es clara: los de Klopp encajan la mitad de goles que el año pasado. Sin embargo, realizando el mismo ejercicio de desglose que en el párrafo anterior, en este caso para los tantos recibidos, se observa un paradójico paralelismo: el balón parado y el acceso lateral no son sólo las formas más habituales de marcar gol que tiene el Liverpool, sino también el camino más repetido cuando los encajan. En cuanto a la estrategia, cabe señalar tres factores que hacen de los reds un conjunto más vulnerable en este tipo de acción que en otras, como es la irregular aplicación de la vigilancia zonal en la defensa de los córners, algunos problemas del meta Alisson a la hora de imponerse en el juego aéreo, y la tendencia a la desorganización de la zaga cuando la acción adquiere continuidad a partir de un rechace. Si la secuencia se dilata, la defensa del balón parado por parte del Liverpool tiende a deshilacharse.
La otra categoría de operaciones del rival que más debilita la seguridad del área inglesa tiene que ver con el ataque rival por los costados, un tipo de escenario que, dado el peso específico de Arnold y Robertson en ataque, y las dificultades que tiene un mediocampo de tres hombres para cubrir de lado a lado la zona ancha, ante los de Klopp suele darse más que otros. Se trata de jugadas que, de nuevo, exponen a Alisson a la respuesta área, incrementan las opciones de rechaces y segundas jugadas en el área, y que, además, amenazan con arrastrar hacia fuera a Virgil van Dijk, el gran valuarte defensivo red tanto por sus prestaciones individuales como por cómo su influencia cercana mejora a quienes le rodean. En este sentido, a lo largo de las últimas semanas el Barça viene experimentando una serie de matices tácticos potencialmente peligrosos para la estructura defensiva del Liverpool. El peso específico de Jordi Alba en el sistema y el juego de ataque culé está sobradamente acreditado, con el añadido de que, recientemente, la consolidación de una salida de tres hombres -con el mediocentro o un interior- está permitiendo al catalán desengancharse y progresar por el costado incluso antes de que el esférico sobrepase la primera barrera rival. Idea que, por un camino distinto, ya exploró El Txingurri en Wembley cuando ubicó a Vermaelen como lateral por detrás de l’Hospitalet, separar en ataque al lateral y a Lenglet le está permitiendo al técnico azulgrana desvincular el impacto de Jordi Alba de la comodidad que consiga el equipo en fase de inicio. Menos eficaz, determinante y productiva que el carril izquierdo, también en la derecha ha venido ajustando Valverde determinados comportamientos para activar la orilla, acercando al interior a la cal como opción por delante del lateral o cobertura a su espalda. David Alaba, Abidal, Carvajal, Dani Alves, Lahm, Marcelo, Jordi Alba… por algo será.
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– Foto: Marc Atkins/Getty Images