Resulta complicado dar por comenzada la temporada del FC Barcelona en cuanto a propuesta táctica e identidad de juego puesto que el futbolista de mayor impacto en su definición todavía permanece ausente. Messi cambia muchas cosas, abre posibilidades nuevas e influye en sus contextos de un modo especial. Cuanto pasa mientras él no está, cabe ponerlo siempre en cuarentena. Teniendo esto en cuenta, sin embargo, es preciso apuntar que el arranque de curso de su equipo ha empezado con una novedad clara y sostenida: Ernesto Valverde está dando a sus interiores una altura muy superior a la que tuvieron en temporadas anteriores. Una de las señas de identidad del proyecto del Txingurri en el Camp Nou había sido la cercanía de al menos una pieza con respecto al mediocentro. Personificado en la figura de Ivan Rakitic, interior que en ocasiones ha pasado por doble pivote, las diferentes estructuras del técnico en su aventura culé han partido de una base del mediocampo reforzada por partida doble. Incluso, en muchos tramos de la pasada campaña, la titularidad de Arthur Melo junto al croata y Sergio Busquets introdujo a un tercer centrocampista situado en el mismo plano, mirando de frente a la medular del adversario. El curso 2019/20, por el contrario, el conjunto azulgrana lo ha iniciado reproduciendo en su zona ancha el mismo tipo de distribución, con un futbolista abajo y dos arriba. Contra el Betis como ante el Athletic Club, con protagonistas distintos y ante un rival diferente, la idea de Valverde para el mediocampo culé fue similar.
Así las cosas, el Barça se presentó en el Camp Nou con Busquets en el cierre, con Sergi Roberto y Frenkie de Jong adelantados en los interiores, y con el reto de que su apuesta no aislara al mediocentro como ocurrió en San Mamés. Por su parte, el Real Betis pareció pretenderlo, en su caso no con una presión adelantada y una primera línea de contención en 1+1 que dispusiera una vigilancia casi personal sobre el pivote, sino con un acoso más reposado sobre los centrales locales y con Loren y Fekir trabajando en pareja sobre las conexiones entre estos y Busquets. La otra diferencia que planteó el ejercicio defensivo verdiblanco sobre la salida de balón culé fue que, mientras el Athletic emparejó hombre a hombre a sus mediocentros y futbolistas de banda con los interiores y los laterales del Barça, Rubi encomendó el seguimiento de Sergi Roberto y De Jong a sus centrocampistas más externos. Probablemente con el propósito de no hundir ni separar en el carril central a Guardado y William Carvalho, fueron Canales y Tello los encargados de cerrar su posición para interrumpir las conexiones de los primeros pases del Barça con sus interiores. El planteamiento bético, no obstante, chocó con uno de los ajustes de Valverde con respecto a la primera jornada de Liga, y es que, manteniendo inamovible la voluntad de lanzar arriba a los acompañantes del mediocentro, el Txingurri adecuó el posicionamiento y la función de los laterales para no condenar a Busquets a la misma soledad que persiguió a De Jong en Bilbao.
El primero haciendo las veces de falso nueve, en constante movimiento y participando fuera del área (Mapa arriba a la izquierda), y desigualando en banda cuando uno de los mediocentros del Betis iba fuera para propiciar el tres contra tres, fue una aportación constante de aire a la jugada, oxigenando a base de primeros toques y de un sentido en la dirección que no permitió que la circulación del Barça se aletargara. Sólo después del gol de Fekir, y quizá influido por la responsabilidad finalizadora que reposaba en sus hombros por la ausencia de Messi y Luis Suárez, perdió algo de presencia en su juego con tal de acercarse al remate, un cambio que redujo sus apariciones en banda y que incrementó la presencia exterior de De Jong en respuesta a los apoyos interiores del extremo. Por su parte Sergio Busquets, cerca de todos en campo contrario pese a iniciar alejado de sus interiores en el propio, fue la escoba en un espacio comprimido entre la profundidad del ataque y la muralla aérea de Piqué y Lenglet (Mapa arriba a la derecha). Siempre a tiempo para el corte, voraz reduciendo metros al poseedor del balón, y claro soltando el cuero tras la recuperación, se agigantó en la medida que el partido lo acercó más a Griezmann que a sus centrales. El mediocentro del Barça es más feliz en la frontal del área rival que en la propia. El mediocentro de Messi, mientras espera la vuelta del diez.
– Foto: Josep Lago/AFP/Getty Images
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