Paco Jémez
Entrevista realizada el 5 de febrero de 2021.
- ¿Por qué han cambiado tanto los centrales?
Porque han cambiado las exigencias. Se ha impuesto un estilo más combinativo, de más posesión y en el que también se defiende con el balón, y los centrales también tienen que ayudar. Antes lo que se estilaba era que los entrenadores pidieran a los defensas que jugaran fácil, que no se arriesgaran con la pelota. Ahora se les pide que sepan defender, pero también que sean capaces de iniciar los ataques desde atrás. Por eso los centrales y los porteros son las posiciones que más han cambiado en los últimos años. Eso ha pasado por la idea de juego. Un equipo que haga un fútbol más directo no necesita centrales de un nivel técnico alto.
Cada idea de juego tiene unas connotaciones, y éstas conllevan una tipología de jugador. A su vez, esa tipología de jugador conlleva un entrenamiento para competir de esa manera. No es que ahora por arte de magia los defensas sean más técnicos que antes. Se trabaja con ellos a edades más tempranas para que sean más técnicos, porque se necesita que lo sean para llevar a cabo un determinado trabajo. Si dentro de diez años vuelve a predominar el juego directo, el juego de contragolpe, un juego en el que se priorice no cometer errores en tu defensa y llevar el balón lejos de tu arco lo antes posible, empezaran a salir otra vez defensores como los de hace quince o veinte años.
Fíjate en Inglaterra. Hace diez o quince años no veías a un central inglés jugar el balón. Ellos tenían muy interiorizada la idea de ganar yarda del rugby. ¿Cuál es la manera más rápida de ganar metros? Pelotazo, a correr y a apretar arriba. Ahora, con un nuevo fútbol y nuevos entrenadores se han adaptado a nuevas ideas. Y no solo ha cambiado la mentalidad del jugador, sino también la del publico. Yo recuerdo que las primeras veces que los defensas ingleses jugaban un balón hacia atrás, el público silbaba. Estaban acostumbrados a que el balón llegara al central y que él lo mandara directamente al delantero. Ahora el aficionado aprecia mucho más el juego combinativo.
- Al Paco Jémez central le tocó vivir en un fútbol diferente.
En aquel momento lo que se le pedía a los defensores era que defendieran bien. Que fuesen pegajosos e intentaran por todos los medios que el delantero rival no marcara gol. Por eso te fichaban, y por eso te ponían en el equipo o te sentaban en el banquillo. Se me pedía lo que demandaba la competición. Si me hubiesen pedido otra cosa sería porque jugaríamos de una forma diferente. ¿Ahora por qué piden cosas distintas a los defensas? Porque el juego es diferente.
En mi etapa como jugador, Juanma Lillo fue el primero que sí empezó a pedirnos que tuviéramos cierto aseo con el balón, que no siempre lo lanzáramos directo hacia arriba y que intentáramos salir jugando. No de una manera tan radical como muchas veces se pide ahora, pero yo lo recuerdo como uno de los primeros que en aquella época empezaba a pedirle a los defensores que salieran jugando. Jose Antonio Camacho, en la selección, también nos pedía siempre que fuésemos capaces de echar una mano al mediocampo. Pero primando siempre nuestra faceta defensiva.
- ¿Hoy los centrales entrenan de otra forma?
Sí, sobre todo por dos razones. Una es que la metodología de entrenamiento ha cambiado y se ha transformado de manera brutal. De una forma espectacular. En los últimos 10 o 15 años los métodos de entrenamiento, tanto físicos como técnicos o tácticos, han cambiado muchísimo. Esto por un lado. La otra razón es que las exigencias del juego son diferentes. Si las exigencias de la competición son distintas, las exigencias del entrenamiento también tienen que serlo. Se compite como se entrena, y si quieres que el domingo el futbolista juegue de una determinada manera tienes que darle las herramientas para que cuando llegue el partido pueda hacerlo.
- ¿Hasta qué punto es importante el convencimiento para que un central asuma los riesgos de salir jugando desde atrás?
Es la clave. Convencerlos y darles tranquilidad. Que sepan que si se equivocan tú vas a asumir el error. A partir de ahí todo es más fácil. Un jugador que está en Primera División no puede ser malo. Estará más o menos dotado, pero malo no puede ser. Si lo fuera, no estaría jugando en Primera División. Entonces, partiendo de esa base, todos los defensores pueden jugar el balón. A veces la gente se cree que jugar el balón es hacer seis regates en el área o hacer un sombrero, y no. Yo a mis defensas no les pido que hagan eso, les pido que jueguen al fútbol. Que tengan un buen control y un buen pase. Nada más.
Eso es jugar bien el balón para un central. Yo jamás le he pedido a un defensa que haga un regate donde no tiene que hacerlo. Lo que trabajamos con él es que tenga buenos controles, que es la acción más importante del juego, buenos pases y que esté habilitado y tenga la confianza para dar línea de pase. Simple. Por eso es muy importante dejarle claro al jugador lo que le pides, lo que en caso de error vas a asumir y lo que no. Si yo le pido al portero que juegue con el central y falla, el error es mío. Ahora bien, si el portero hace un sombrero, ese fallo no es mío. Tienes que dejarle claro a cada jugador qué es lo que necesitas de él.
- ¿Esa fue la receta para que Saúl Ñíguez funcionara tan bien como central en el Rayo Vallecano?
Saúl es un futbolista que pude jugar en cualquier posición. Es el jugador que quieren todos los entrenadores porque si lo pones de delantero lo hace bien, si lo pones de centrocampista lo hace bien, si lo pones de defensa lo hace bien, y yo creo que si lo pusieras de portero también lo haría bien. Lo utilizábamos muchas veces como central porque tenia unas capacidades físicas espectaculares y porque técnicamente era mucho mejor que el resto. Pero a él no le gustaba jugar como central. Fueron momentos en los que nos echó una mano, y yo se lo agradecí muchísimo porque además lo hizo francamente bien.
Pero se trata de ir adaptándote y combinando diferentes opciones dependiendo de las necesidades y de las características de tus jugadores. Otras veces jugábamos con línea de tres. No de cinco, de tres. Con solo un central puro y dos laterales, porque al ser más pequeños eran más rápidos.
- ¿Hoy en día los centrales defienden peor?
Posiblemente sí, pero creo que también ha sido culpa nuestra. Nos hemos encerrado un poco en la idea de que lo importante era tener centrales que puedan iniciar el juego desde atrás, y nos hemos olvidado de que al final los defensas tienen que ser defensas. Los buenos zagueros son los que equilibran ambas cosas. Los que saben defender bien y también son capaces de ayudar al equipo con la pelota en los pies. También es verdad que antes a los defensas se les permitían más cosas que a los de ahora. A medida que le vas quitando recursos al jugador para poder defender, está claro que su tarea se dificulta. Eso ha pasado en los últimos años. Cada vez se permiten menos contactos, cada vez se penalizan más ciertas acciones dentro del área… el trabajo de los defensas cada vez es más complicado.
Yo disfrutaba pegándome con el delantero, demostrando que era mejor que él. Hoy en día eso no lo veo tanto. Creo que la mentalidad del defensor ha cambiado por completo, y por eso creo que ahora son peores defensores que antes. Tienen mejores condiciones, porque son más rápidos, son más fuertes, son más ágiles, pero ese cariño que le teníamos antes al oficio de defender creo que se ha perdido bastante.
Yo cuando me enfrentaba a Ismael Urzaiz disfrutaba mucho. Era el hombre más feliz del mundo. Era un delantero que medía un metro noventa, pesaba casi cien kilos y era un animal, pero me encantaba enfrentarme a él porque era noble. Sabíamos a lo que íbamos y, aunque éramos compañeros en la selección, dentro del campo nos dábamos tortas de todos los colores. Eran peleas con orgullo y con honor. Las recuerdo con mucho cariño.
Eran otras mentalidades de defender y, sobre todo, otras exigencias de los entrenadores. A mí lo que me pedía el técnico era que el delantero contrario no hiciera goles. Nada más. Yo sabía que iban a contar conmigo en función de si marcaba bien al delantero rival. Eso se ha ido transformando y ha hecho que los jugadores se tengan que adaptar también a la nuevas exigencias del fútbol moderno.
- Y eso que no eras un central muy alto…
Pero tenía buen juego aéreo. Mis principales virtudes como central eran mi velocidad y que iba bien de cabeza. Y eso que en aquella época la mayoría de delanteros eran enormes. Estaba Penev, Urzaiz, Zamorano, que no era grande pero tenía un juego aéreo espectacular, Rommel Fernández, Dertycia… En aquel momento prácticamente todos los equipos tenían un delantero que rondaba el uno noventa y que su fuerte era el remate de cabeza. Sin embargo, a mí esa faceta del juego se me daba muy bien. Tenía muy buen timming de salto. Parecía que estuviera en desventaja por mi altura, pero al ser rápido y tener ese salto tan potente me las arreglaba bastante bien. Era una de las acciones que más me gustaba. Me gustaba competir el balón aéreo contra el delantero.
- Hoy también se pide que los centrales sean rápidos. Juegan lejos de su portero, tienen que correr hacia atrás, cubrir la espalda de los laterales…
Sobre todo es importante que el defensa sea capaz de pensar y decidir rápido. Ahí es donde está la calidad. Sus condiciones físicas son las que son, porque el central es rápido o no es rápido y eso es difícil mejorarlo, pero un gran defensor tiene que ser un buen jugador táctico y tiene que tener la capacidad de intuir lo que va a ocurrir. Estar siempre bien colocado, en el sitio correcto. Esa es una capacidad cognitiva del jugador, no física. Con los defensores trabajamos mucho el aspecto táctico, el saber qué es lo que tienen que hacer en cada momento, cómo tienen que ayudar, si tienen que hacer una falta o no, si tienen que recular o presionar… todas estas cosas son las que marcan si un jugador defiendo bien o no. Pero son aspectos más tácticos y de interpretación que aspectos físicos.
Un defensor siempre se siente más cómodo en una línea replegada. Siempre. Porque tiene menos espacio para correr y porque es más difícil para el contrario superarte. Yo como era un central rápido tampoco me importaba estar muy arriba ya que mi velocidad me permitía recuperar la zona, pero si le preguntas a un defensor te va decir que está mucho más cómodo jugando al borde o dentro del área. Cuando le dices a un defensor que va a jugar sobre la línea del mediocampo con 50 metros a la espada, todos te ponen cara de preocupación. Por eso hay que darle argumentos y recursos para que tengan las herramientas necesarias en esa situación.
- ¿Dirías que el central sufre más saliendo a banda que corriendo hacia atrás?
Hoy en día creo que ya se han acostumbrado un poco a estas situaciones. De hecho hay muchos centrales que juegan como laterales y muchos laterales que juegan como centrales. Los jugadores se acaban acostumbrando, aunque cualquier defensor que tenga mucho espacio a su espalda o a sus lados asume un riesgo. Los delanteros son rápidos y si se escapan de la marca prácticamente queda delante del portero. Es el riesgo que se corre jugando así porque tiene muchas otras ventajas.
A mí el espacio a la espalda de los centrales no me preocupa tanto porque siempre tengo ahí al portero, que puede ejercer de líbero ante cualquier balón largo. Pero sí que es verdad que a los lados de los centrales sigue quedando mucho espacio, y cualquier balón que vaya ahí puede ser un problema, porque en los balones laterales el portero tiene menos influencia. Un balón frontal normalmente va a ir cerca del portero, pero sin embargo un balón largo hacia los costados crea más incertidumbre. Siempre tiene que haber ayudas constantes. Alguien para poder generar un dos contra uno defensivo y que no sea siempre un mano a mano del delantero contra el central.
- Jugando tan lejos de la portería, hoy en el juego de los centrales es muy importante atender al delantero rival también cuando su propio equipo ataca. ¿Cómo se combina esto con la necesidad de estar habilitado para intervenir en la construcción del juego?
Cuando el balón está en zona de ataque final, cerca del área contraria, tus defensores ya no van a actuar. Ahí los centrales a lo que tienen que estar atentos es a las vigilancias defensivas, porque el balón está tan arriba que es imposible que vuelva para atrás. Y si vuelve tienen tiempo de descargar y buscar una línea de pase.
En esto es donde a veces los defensas se equivocan, porque no tienen la tensión necesaria y se quedan mirando el juego. Hacemos mucho hincapié en que cuando estamos en zona de finalización los defensas no pueden ser meros espectadores. No pueden estar mirando si sus compañeros van a marcar gol o no. Su trabajo sigue siendo estar bien colocado con respecto al último delantero rival, que es el único que te puede hacer daño si hay una contra o un pelotazo. La idea es que jamás sean espectadores del fútbol. Cuando están en zona de iniciación, son participantes; y cuando el balón está en zona de finalización se tienen que olvidar de lo que está pasando en ataque y tienen que prever lo que va a ocurrir. La única situación que le hace daño a un defensa cuando su equipo está atacando es no estar bien colocado y no estar pendiente del delantero.