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Mason Mount entre líneas

Mason Mount entre líneas

La temporada del Real Madrid, a nivel futbolístico, gravita alrededor de la presión adelantada. De la propia y de la ajena. En la primera ha encontrado Zidane una alternativa ofensiva con la que generar desequilibrios en la defensa rival y ocasiones de gol, como contrapeso a la pérdida de músculo ofensivo de su equipo en los últimos metros. La segunda, por su parte, viene marcando el grado de comodidad con el que los blancos afrontan sus encuentros. Con una particularidad: en la era de las presiones adelantadas y de la asfixia tratando de construir una salida desde atrás en corto, el Madrid juega más tranquilo ante los acosos que ante los repliegues. No es lo mismo estar presionado que sentirse presionado, y con el balón en las botas de Ramos, Kroos o Luka Modric, los merengues no sienten la amenaza. En un fútbol en el que resulta extraño encontrar un candidato a la Champions League que no apueste por un inicio controlado desde atrás y una presión adelantada agresiva, la hoja de servicios de los de Zidane ofrece una panorámica cristalina: Cuenta por victorias sus duelos contra Inter de Milán, Atalanta, Liverpool, Barça, Sevilla y Atlético de Madrid, con la única excepción de los empates en Anfield y en el Metropolitano; y en cambio se ha dejado puntos ante rivales como Cádiz, Alavés, Valencia, Elche, Osasuna, Levante o Getafe. Enfrentado a un rival acosador, su calidad en el primer pase termina encontrando una salida para atacar con espacios, al tiempo que contra adversarios que rehuyen el juego directo suele traducir su capacidad en la presión en peligro sobre la portería contraria.

Ante el Chelsea, sin embargo, como ya le ocurriera el curso pasado en el desafío con el City de Guardiola, el Madrid sufrió en los capítulos de la historia en los que suele hacerse fuerte. A la hora de vencer la presión inglesa, por ejemplo, Zidane replicó uno de los mecanismos que más réditos le dieron contra el Liverpool. En ausencia de Sergio Ramos, y a pesar de formar con un esquema de tres centrales, el espacio a la izquierda de la zaga le correspondió a Toni Kroos. El alemán tomó el sitio del de Camas, en un mecanismo que llevó a que Nacho se abriera a la banda y Marcelo centrara su posición buscando una solución que, por un lado, le entregara a Kroos la responsabilidad de los primeros pases, y que por el otro facilitara el aclarado de Vinicius en el extremo (Imagen arriba a la izquierda). No obstante, durante el primer tiempo el plan no surtió el efecto deseado. Y es que aunque Toni asegurara la limpieza de los primeros servicios, los caminos del cerebro madridista no encontraron continuidad en el siguiente escalón del juego. Un inmenso N’Golo Kanté mandó en la parcela de Marcelo y Casemiro, y con Modric situado en una posición más adelantada de lo habitual, el avance local se cortocircuitó demasiado lejos de la portería blue (Imagen arriba a la derecha). Únicamente las arrancadas de Benzema, multiplicado en el último tercio del campo, le proporcionaron un atajo al equipo de Zidane para instalarse arriba a la hora de atacar desde el control de la pelota y de la presión adelantada.

 

También en este último apartado cobró mucha relevancia la ubicación que el técnico francés le había reservado a Modric para la ocasión. Esperando una salida de balón blue sustentada en la participación de sus tres centrales, Zizou mandó al croata junto a Benzema y Vinícius para igualar numéricamente el duelo. Por detrás, acompañándolos, Casemiro y Kroos encimarían sobre las recepciones de Kanté y Jorginho, al tiempo que Marcelo y Carvajal se emparejarían con los carrileros visitantes por fuera. Ocurrió que, con los tres centrocampistas blancos tan adelantados en la presión,Christian Pulisic y, especialmente, Mason Mount, se hicieron enormes entre líneas disfrutando de la desatención madridista. Los centrales quedaban atrás, atentos a que una anticipación demasiado atrevida no habilitara su espalda para los desmarques de Werner, y Casemiro y Kroos quedaban arriba. En medio, los dos mediapuntas del Chelsea pudieron recibir, girarse y correr en ventaja hacia la portería de Courtois (Imágenes arriba). La comodidad entre líneas de Pulisic y Mount, y las dificultades de Marcelo en banda izquierda ante los movimientos del estadounidense y las irrupciones de Kanté, dibujaron un primer tiempo de clara superioridad visitante sólo contenido por la falta de entendimiento entre Werner y los pasadores de Chelsea.

Como cabía imaginar, Zidane corrigió al descanso con un doble ajuste (Imágenes arriba). Por un lado, Casemiro retrasó su altura defensiva, dejando de ir al encuentro de Jorginho y esperando a su compatriota más cerca de su propia mitad. Por el otro, Modric también retrocedió algunos metros tanto con balón como sin él. En fase defensiva, liberó a Rüdiger del primer acoso a cambio de controlar mejor el acceso a la zona de Mount, y con la pelota recuperó su incidencia cerca de Casemiro y Kroos para dar mayor seguridad al circuito de pases madridista. Se instaló en el segundo escalón del juego, limitando las posibilidades de una recuperación blue. A partir de estas dos intervenciones el Real Madrid contuvo la herida del primer tiempo y pasó a sufrir menos, dando paso a un segundo tiempo más cerrado. Para abrirlo, los de Tuchel quisieron seguir encontrando a Mount, su hombre más peligroso de la noche. En este caso, como la opción de encontrarlo directamente resultaba más difícil, los visitantes apostaron por dar con el inglés desde la aplicación del tercer hombre, esto es, buscando primero a Werner de espaldas a portería para que el alemán descargara de cara para Mount. Emergió entonces Militao, que se encargó de anticipar sobre el delantero alemán hasta que Tuchel lo relevó por Havertz. Impuso su ley cerca de Courtois como Rüdiger cerca de Mendy.

– Foto: Imago Images

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